El boom de Málaga es un desafío a su identidad, y Google no quiere contribuir a que desaparezca: sus nuevas oficinas y su historia, desde dentro

Hace unos días se publicaron los resultados de una encuesta a 12.000 expatriados de todo el mundo. La autora del sondeo, InterNations, es una de las mayores plataformas de expats del planeta. Los resultados fueron abrumadores. A la pregunta de cuál es la mejor ciudad para vivir y trabajar, la respuesta mayoritaria la encabezaban urbes españolas.

Málaga, Alicante y Valencia.

Pero a muchos malagueños no les ha entusiasmado leer esta noticia. Málaga lleva en los titulares ya unos cuantos años, al protagonizar un sonado boom tecnológico gracias al papel de muchas startups locales que están abriéndose camino en mercados internacionales. También gracias al papel de muchas multinacionales, que están eligiendo la ciudad para invertir.

Google inaugura su centro de ciberseguridad en Málaga y anuncia un programa de 10 millones de euros para formar especialistas en Europa

Vodafone, por ejemplo, ha vendido su filial española a Zegona, pero mantendrá su posición en el país a través del centro de innovación que inauguró en Málaga hace algo más de un año.

Todo ello, sumado a los disparados precios de la vivienda —la proliferación de airbnbs en los últimos años al calor del boom turístico que la ciudad andaluza disfrutó en los últimos años es uno de los factores que lo explican—, puede desembocar en un éxodo de malagueños. Muchos ciudadanos se sienten expulsados de su propio barrio.

Ese boom tecnológico se está bautizando como fenómeno Google. Pero Google no parece particularmente contenta con ese apelativo. Es cierto que la multinacional del buscador inauguró hace escasos días su nuevo centro de excelencia en ciberseguridad en una ubicación emblemática, junto al Muelle Uno del puerto.

También es cierto que desde ese edificio, que en su día perteneció al Gobierno Militar de la provincia, la multinacional aspira a consolidar un hub de ciberseguridad con la mirada puesta en toda Europa.

Y, sin embargo, el aterrizaje de Google en Málaga puede servir de ejemplo sobre cómo hacer las cosas para, precisamente, evitar generar desigualdades. Al menos así lo entiende Bernardo Quintero, el veleño sin cuyo nombre esta historia no se podría contar.

La aparición de Google en Málaga se produce de la mano de VirusTotal. Este producto, fundado por Quintero y sus socios en 2004, fue adquirido por la multinacional tecnológica en 2012. Es, hoy día, el mayor servicio en la red para comprobar y analizar malware. Cuando se produjo la compra, Quintero puso una condición. El equipo se quedaría en la ciudad andaluza.

Google aceptó.

Al auspicio de esa apuesta de Google por Málaga, que se fue consolidando con los años —primero en un chalet en el barrio de El Candado, al este, que se convirtió en sus primeras oficinas en la ciudad— también se captó el interés de otras gigantes. Telefónica, por ejemplo, mantiene un equipo de innovación tecnológica en la ciudad. Luego llegó Vodafone. Y los ejemplos son unos cuantos más.

Cuando se empezó a hablar del fenómeno Google en Málaga, Business Insider España publicó un reportaje analizando la cara B de que las grandes tecnológicas apostaran por tu ciudad. Donde antes había un cine ahora hay un Starbucks, donde vivía tu vecina ahora hay un apartamento turístico, y donde se iba a poner un estupendo parque hay una mole de oficinas para una multinacional.

Aquel reportaje levantó algunas asperezas, pero también asentó un debate que hoy continúa en la ciudad y en el que el propio Quintero ya ha dejado clara su postura. Lo hizo en una reciente entrevista con El Español de Málaga: "Tenemos que ver no solamente a la Málaga tecnológica, sino a Málaga en su conjunto; porque parece que se está produciendo ahí una cierta desigualdad".

"Hay ciertos sectores que se están viendo un poco más relegados. A mí me interesaría mucho que las empresas que se incorporen en Málaga tengan responsabilidad social y apuesten mucho por el talento local. Creo que tenemos que, de alguna manera, incorporar a los malagueños y malagueñas a todo este boom de la tecnología", enfatizó.

"A mí no me vale de nada que ahora mismo tengamos un boom de lo que se llama la Málaga tecnológica y que, por ese boom, haya personas en desigualdad y que tengan ahora problemas para acceder a la vivienda, o que se encuentren con otro tipo de problemática y de alguna manera les estén expulsando de Málaga", continuó.

El debate también se coló en la campaña electoral para las municipales del pasado mes de mayo. Hace un año, el todavía regidor de la ciudad, Francisco de la Torre Prados (PP), defendió en unas polémicas declaraciones que el problema del acceso a la vivienda en la ciudad se debía a la falta de formación.

Al margen de posibles recetas y soluciones al problema, el propio Quintero quiso reivindicar en aquella entrevista con El Español el papel que está teniendo Google en la revolución económica de la capital. Y los datos, en ese sentido, también le avalan.

El jefe de Ciberseguridad en Google descarta que su nuevo centro ponga a Málaga en la diana: "Las amenazas ya están en todos lados"

El desembarco del nuevo centro de ciberseguridad mundial de Google en la ciudad no va aparejado de miles de ingenieros que necesitan alojarse —tensionando, en consecuencia, el mercado inmobiliario—. En las nuevas instalaciones, el equipo de hackers de VirusTotal apenas supera las 60 personas. Y la mayoría de empleados son, efectivamente, malagueños.

Ese extremo se corrobora, simplemente, entrando en las nuevas oficinas del centro de ciberseguridad de Google. Algunas salas de reuniones están bautizadas con expresiones locales que no entenderían ni los vecinos de provincias colindantes. Moraga [barbacoa en la playa], aliquindoi [del look and do it, estar atento] son algunos de los títulos que emplean estos espacios.

Desde que Google comprara VirusTotal en 2012, la plataforma ha ido creciendo de forma sostenible, de una manera similar al laboratorio de innovación que Telefónica Tech mantiene en la capital. No han protagonizado sonados titulares relacionados con la contratación masiva de personal, ni con la atracción de centenares de ingenieros de fuera.

En la dirección de Google España, por ejemplo, reconocen que su apuesta no es cuantitativa, sino cualitativa. No buscan contratar masivamente. Buscan contratar y formar a los mejores especialistas del continente.

Por esa razón, más las pistas que el propio Quintero ha ido dando en algunas entrevistas como la antes referenciada, se puede intuir que la idea de construir un Málaga Valley ha muerto. Silicon Valley fue fruto de un contexto específico. Málaga no tiene por qué repetir sus aciertos, pero tampoco tiene que asumir los errores de importar un modelo que aquí no tiene por qué funcionar.

Sobre todo, porque el fenómeno que toma prestado el nombre de Google no le haría justicia a una convicción: la de crecer de forma sostenible teniendo presente el resto del ecosistema, tanto el de innovación como el que ha convertido Málaga en la ciudad que es hoy.

Eso también se aprecia en algunos detalles presentes en las nuevas instalaciones de la compañía del buscador, que ha revestido una de las paredes de su auditorio con ladrillos de barro creados artesanalmente por una compañía malagueña, Todobarro, o en la presencia de un mural realizado por un artista local.

También se refleja en el guiño de las letras G y M que decoraban la fachada del inmueble en el pasado. G y M por Gobierno Militar. Ahora se puede intuir que se refieren a Google Málaga y decoran parte de la cantina.