Decenas de miles de chinos viven a merced de las fábricas de Apple (y ni siquiera trabajan allí)

| Traducido por: 
Fernando Belinchón
Fábrica en china
  • La mitad de los iPhones del mundo se fabrican en la ciudad de Zhengzhou, en China, en un complejo industrial en expansión que emplea a unas 350,000 personas y que ha generado una mini ciudad llamada "iPhone City".
  • El medio de subsistencia de miles de residentes depende del éxito de Apple y Foxconn, aunque ni siquiera trabajen en las empresas.
  • Business Insider ha pasado el día con una mujer de 31 años cuya vida entera ha sido modelada por Foxconn y Apple, después de haber trabajado cuando tenía 20 años en la fábrica Foxconn de Shenzhen se mudó a Zhengzhou para abrir su propio negocio de catering con el que dar servicio a los trabajadores de las fábricas.
  • Afirma que la vida de las trabajadoras de fábrica que abren negocios cuando ahorran suficiente dinero como ha hecho ella, a menudo es más difícil que la de los trabajadores de la propia fábrica. Su vida es mejor ahora que cuando era más joven, pero ve pocas oportunidades de escapar del estilo de vida actual.

Liu Fei, una mujer china de 31 años, vive justo a las puertas de la mayor fábrica de iPhone en el mundo, el parque tecnológico Foxconn Zhengzhou.

El sustento de Liu depende de la prosperidad de la fábrica — y por lo tanto, de Apple — a pesar del hecho de que no ha recibido ni un céntimo de la fábrica o de Apple.

La fábrica, dirigida por el fabricante de productos electrónicos taiwanés Foxconn, da trabajo a cerca de 350.000 personas durante los atareados meses de verano que preceden al lanzamiento de un nuevo iPhone en los meses de otoño. Al máximo de su capacidad, la fábrica produce 500.000 teléfonos al día o lo que es lo mismo, 350 cada minuto — la mitad de la producción mundial diaria de iPhone. Más a menudo, la fábrica tiene una plantilla la mitad de grande que en verano.

A pesar de que el nombre de la fábrica indica que está ubicada en Zhengzhou, una ciudad de 9,5 millones de personas, la fábrica está a 32 kilómetros del centro de la urbe, separada de ella por autopistas, suburbios y descampados. Desde que abrió la fábrica, una ciudad entera ha surgido para dar servicios a los trabajadores de Foxconn.

Hace diez años, en la zona solo había campos de maíz y de trigo. En 2010 el Gobierno expropió la tierra a los granjeros locales y en menos de un año, la fábrica estaba construida y funcionando.

La mayor parte de la actividad de esta ciudad recién surgida, a la cual los residentes y los trabajadores de la fábrica han bautizado como iPhone City, se encuentra bajo los edificios de viviendas de 10 a 12 plantas con habitaciones en las que grupos de hasta ocho obreros comparten espacio.

En las partes bajas de los edificios, una marea migratoria compuesta por emprendedores y vendedores ha establecido negocios para ganarse la vida cocinando comida callejera, ofreciendo masajes o vendiendo calcetines o chucherías.

Muchos de los vendedores en la Ciudad iPhone, según Liu, son antiguos empleados de fábricas como ella misma. Liu es una de las más afortunadas. Tiene un gran restaurante en un improvisado barrio justo a las puertas de la fábrica. Es espacioso y está relativamente limpio. Puede llegar a servir a unas 40 o 50 personas durante el desayuno o la cena, cuando los trabajadores del turno de mañana y del turno de noche coinciden antes o después de darse el relevo.

"No hacemos ninguna comida extraordinaria aquí. Solo hacemos platos baratos que satisfagan a los trabajadores", ha asegurado Liu, nombre ficticio para proteger su identidad y su negocio, a Business Insider.

La vida de Liu ha sido moldeada completamente por una compañía estadounidense cuyos productos probablemente nunca poseerá. Así es cómo ha sido:

Liu tenía 18 años cuando ella y su marido decidieron dejar su ciudad natal para trabajar en Shenzhen, en la principal fábrica de Foxconn por aquel entonces

Interior fábrica de Foxconn

Liu tenía 18 años cuando ella y su marido decidieron dejar su lao jia, o ciudad natal. Liu es de un pequeño pueblo llamado Qian Hou en la región de Henan, una de las provincias más pobres de China.

En el año 2008, El New York Times describió la provincia como una región por la que el boom económico de China no había pasado, donde la gente era demasiado pobre para calentar sus hogares en invierno o para tener agua corriente y en la que los teléfonos móviles eran un "lujo imposible".

Tres años antes de ese artículo, la pareja se mudó a Shenzhen, la capital mundial de la fabricación de productos electrónicos, dónde encontraron trabajo en la fábrica de Foxconn en el parque tecnológico Longhua, un complejo de 15 fábricas que da trabajo a cientos de miles de trabajadores en el medio de una mini ciudad.

La fortuna de Apple y de Foxconn ha crecido de forma entrelazada desde el año 2005, cuando Liu empezó a trabajar en la fábrica de Foxconn en Shenzhen

Ingresos de Apple y Foxconn

En el año 2005, Foxconn ya estaba convirtiéndose en el mayor fabricante de productos electrónicos del mundo. La compañía tenía contratos con empresas como Dell, Sony y, principalmente, con Apple.

Por aquel entonces, el producto más vendido de Apple era el iPod.

La pareja trabajó en la fábrica de Longhua durante cinco años. En ese tiempo, la relación entre Foxconn y Apple se estrechó, al igual que la relación entre la fortuna de ambas compañías. En 2005, los ingresos de Foxconn ascendieron a 21.540 millones de dólares (18.280 millones de euros). En 2007, el año en el que Apple presentó el iPhone, los ingresos de Foxconn subieron hasta los 38.110 millones de dólares (32.343 millones de euros). En 2010, los ingresos prácticamente se habían duplicado hasta los 79.380 millones de dólares (67.373 millones de euros).

La dependencia de Foxconn hacia Apple fue aumentando a medida que los ingresos crecían. En 2009, los productos de Apple aportaban un 25% de los ingresos totales de Foxconn. En 2012, la compañía ingresó 110.790 millones de dólares (110.790 millones de euros), de los cuales, un 60% provenían de productos de Apple. Desde entonces, la dependencia hacia la compañía de Cupertino ha oscilado entre un 50 y un 60% y los ingresos entre los 130.000 y los 140.000 millones de dólares al año (entre 110.337 y 118.825 millones de euros).

Hoy en día, Foxconn es de lejos el mayor generador de empleo privado del país, con 1,3 millones de empleados en China. Apple asegura que su actividad ha creado 4,8 millones de puestos de trabajo en China.

Foxconn ha tenido que hacer frente a las acusaciones de abusos en las relaciones laborales con sus empleados debido a las precarias condiciones de trabajo y a los severos castigos para los trabajadores que cometieran errores. Las investigaciones de las condiciones de trabajo en Foxconn durante el periodo en el que Liu trabajó allí (2005-2010) llegaron a la conclusión de que los trabajadores estaban explotados y cobrando menos de lo que deberían.

El Centro de Investigación sobre Empresas Multinacionales (SOMO por sus siglas en inglés) alertó en 2005 de que el empleado medio de Foxconn trabajaba 27 días al mes con jornadas de 10 a 11 horas al día y ganando 1.000 Renminbi (132,83 euros) a final de mes, incluyendo las horas extras. En 2008, SOMO averiguó que los trabajadores tenían que hacer horas extras obligatorias que desembocaban en unas 70 horas de trabajo a la semana.

Una ola de suicidios entre los trabajadores de Foxconn en 2010 y en 2011 urgió a Apple y a Foxconn a hacer cambios en las condiciones de trabajo de sus fábricas.

Cuando Foxconn abrió su enorme fábrica en Zhengzhou, comenzó un masivo movimiento migratorio de henaneses que volvían a su provincia natal. Liu fue una de ellos

Fábrica de Foxconn en Zhengzhou, China

La mayor parte de la gente piensa en el impacto económico de una gran empresa, normalmente se reduce a los trabajos que genera de manera directa o a los ingresos para el Estado que suponen sus impuestos. Pero la inmensa cantidad de mano de obra que requiere Foxconn hace necesaria la habilidad de desplazar poblaciones enteras hacia un nuevo sitio.

Liu Miao, directora de una empresa privada de selección de personal en Zhengzhou, habló con el New York Times en 2016 de las necesidades de mano de obra de Foxconn, "Todos los departamentos de trabajo de cada ciudad y el Ministerio de recursos humanos están involucrados en conseguir trabajadores de la provincia".

En el caso del parque de la ciencia de Zhengzhou, tuvo el efecto de traer de vuelta a la provincia a parte de la mano de obra que se había ido.

En 2010 Liu y su marido decidieron dejar la fábrica de Longhua cuando escucharon que Foxconn estaba preparando una nueva fábrica, aún más grande que en la que estaban trabajando, en las afueras de ZhengZhou, la capital de Henan.

Hicieron las maletas y emprendieron el camino de vuelta a casa. Como ocurre cada vez que Foxconn u otra compañía manufacturera abre una fábrica en China, cientos de miles de personas migraron en busca de trabajo. Muchos, como Liu y su marido, eran henaneses que volvían a su provincia.

Una noche en la Ciudad iPhone, cenamos compartiendo mesa con trabajadores de Foxconn que estaban comiendo y bebiendo cerveza en un restaurante al aire libre. Los cuatro —  cuyas edades iban desde los 22 años a los 40 — eran henaneses que volvían a su provincia después de trabajar en fábricas de otras partes del país.

Los trabajadores resaltaron que, en una empresa con una plantilla compuesta por entre 120.000 y 350.000 personas, hay sitio para la diversidad, pero que la mayoría de sus compañeros eran henaneses que se mudaron a Zhengzhou para estar más cerca de casa.

"A la gente le gusta trabajar en esta fábrica porque estás más cerca de tu familia si eres de Henan", afirmó Liu. "Te dan los domingos libres y puedes ir a casa y visitar a tu familia. Esa es la ventaja".

Muchas personas que trabajan en fábricas más lejanas de su ciudad natal solo ven a sus familias dos veces al año, en el año nuevo chino y en el día de la nación.

A diferencia de miles de las personas que migraron, Liu no tenía ninguna intención de trabajar en la fábrica. Ella tenía en mente disfrutar de una vida mejor, unos años después, esa vida sigue escapándose

Restaurantes chabolistas en China

Lo que hace a Liu única es que, a pesar de que migraba de vuelta a casa, no tenía intención de trabajar en la fábrica.

Liu y su marido decidieron usar sus ahorros para abrir un restaurante para atender a los hambrientos trabajadores de la fábrica que inevitablemente fueran buscando una comida mejor de la que les podría ofrecer la cafetería de Foxconn. Liu sabía que la comida en la fábrica sería mala, ya que pasó varios años comiendo en una en Longhua.

"Los fideos ya están listos", dice con una sonrisa.

Liu y su marido vieron en la nueva fábrica la manera de de ganarse la vida sin tener que trabajar en ella y manteniéndose más cerca de su lao jia — una hora en coche de Zhengzhou — donde sus padres estaban criando a su hijo.

Liu se ha dado cuenta de que, para su familia, no hay escapatoria de la asfixiante pobreza que ha marcado su vida, tanto como trabajadora de fábrica como de propietaria de un restaurante

Barrio chabolas en China

La esperanza de tener una vida mejor se ha esfumado delante de sus ojos.

Entre todas las legítimas críticas hacia las condiciones de trabajo en Foxconn, los empleados con los que Business Insider ha hablado han asegurado que la fábrica no era mejor ni peor que las docenas de fábricas en China donde habían trabajado antes.

Liu está convencida de que la vida delos vendedores y de los propietarios de los restaurantes — muchos de los cuales son antiguos trabajadores de la fábrica — son más duras que los empleados de la fábrica.

Los vendedores abren sus restaurantes temprano por la mañana para cocinar los desayunos para los trabajadores del turno de mañana y permanecen abiertos hasta la hora de la comida. Después de la comida, limpian y duermen unas pocas horas. Vuelven a abrir alrededor de las siete de la tarde para preparar las cenas y permanecen abiertos hasta el almuerzo de los trabajadores del turno de noche a la una de la mañana para acabar durmiéndose a las tres de la mañana después de limpiar el restaurante. La mayor parte de las noches, Liu y su marido duermen solo tres o cuatro horas.

Liu entiende el atractivo de trabajar para Foxconn, donde, dice, el salario es mayor. Foxconn ha subido los sueldos hasta los 1.900 Renminbi (252,86 euros) al mes, y los trabajadores pueden aumentar su salario hasta los 573 euros dependiendo de cuantas horas extras hagan o de la antigüedad que tengan en la compañía. 

También hay menos presión, asegura Liu. "El trabajo en la fábrica es aburrido y repetitivo, pero no te tienes que preocupar".

"Hay mucha más presión cuando tienes tu propio negocio", afirma. "Tengo que pensar en que estoy fallando, tengo que preocuparme si las cosas no van bien".

El sustento de Liu, al igual que el de todos los habitantes de la Ciudad iPhone, está ligado a las decisiones de Foxconn y el Gobierno local. Las formas de ganarse la vida de muchas personas podrían desaparecer sin previo aviso

Restaurante cerrado en China

Liu se preocupa mucho por su futuro.

Este año, la fábrica parece mucho más tranquila que habitualmente según Liu. La mitad de los negocios en el pueblo improvisado a sus puertas están cerrados, ya que el barrio donde ella y otros entre 20 y 30 comerciantes y dueños de restaurantes tiene previsto ser demolido para final de año.

Nadie sabe con seguridad que será lo que ocupe el lugar del pueblo improvisado, pero Liu ha oído rumores sobre que el Gobierno quiere transformar los matorrales que rodean a la fábrica en jardines. Un nuevo aeropuerto se encuentra al lado de la fábrica. A nadie le gusta ver un poblado chabolista y descampados cuando aterriza, enfatiza Liu.

La amenaza de demolición ha espantado a la mayor parte de propietarios de restaurantes fuera del improvisado poblado dedicado a alimentar a los trabajadores de la fábrica. Muchos temían pagar el alquiler de los locales el año entero a su propietario para luego perder el dinero cuando los camiones de demolición llegaran, cuenta Liu.

Pero incluso con una menor competencia, Liu y su marido están ganando una fracción de lo que ganaban en 2014, 2015 o 2016. Liu estima que en la época del año que Business Insider visitó la fábrica, principios de mayo, normalmente había 120.000 trabajadores. Este año, según Liu, parece que hay la mitad.

La anécdota de Liu difícilmente es una prueba, pero quizás indica que las ventas de iPhones están sufriendo una caída ante el hecho de que se necesitan fabricar menos iPhones.

A modo de demostración de lo que estaba diciendo, Liu hizo un gesto hacia las bandejas de comida precocinada que había detrás de un mostrador. Hace dos años, decía Liu, toda la comida se hubiera vendido en media hora después de abrir por la mañana, incluso durante los meses con menos empleados.

Business Insider estuvo en el restaurante de Liu alrededor de las dos de la tarde, después de comer, y seguían estando en el mismo sitio algo más de la mitad de las bandejas de comida precocinada. El restaurante solía estar tan lleno que Liu tenía que contratar a seis empleados a tiempo completo. Ahora, solo da trabajo a dos.

Si la suerte de Foxconn o Apple cambia — o si la promesa de las fábricas automatizadas de iPhone se hace realidad, una posibilidad cada vez más cercana — no solamente serán los trabajadores de la fábrica perderán su sustento

Camión con tomates en China, fruta

A medida que Liu hablaba de la inminente demolición y de la forma en la que su negocio estaba relacionado con los ritmos de la fábrica, recordamos una frase de una noticia de Jiayang Fang en el New Yorker sobre los esfuerzos desde el Gobierno central para transformar la economía de una región golpeada por la pobreza que se dedica a la minería de carbón en el noroeste de China en una zona de producción de vino mundialmente reputada.

Mientras visitaba un viñedo, Fang habló con una granjera que, cuando le preguntó que como era su vida le respondió con un refrán común entre los campesinos de la región, "kao tian chi fan — confiar en el cielo para comer". Cuando uno es granjero, la vida se hace mejor o peor en función de las lluvias, tienes poco control sobre ello.

Al final del artículo, Fang pone en el contexto de la China moderna esta actitud, el Gobierno se ha convertido en el cielo:

"Los planes gubernamentales, planeados desde el centralismo y luego puestos en marcha provincia a provincia, pueden hacer fortunas, arruinar vidas o dejar las hierarquías sociales de la misma forma que estaban antes... El cielo puede hacer que tus vides crezcan o arruinar tus campos de cultivo sin que pudieras hacer nada para evitarlo. Aquí el Gobierno no es diferente: un poder distante e inescrutable para aquellos que están en el suelo".

Liu parecía ver a Foxconn y al Gobierno local de esta forma también. Cuando le preguntamos sobre que haría cuando vinieran las excavadoras, ella sonrió como si le hubieramos preguntado sobre el tiempo.

"Supongo que nos moveremos a otro sitio, abriremos un restaurante y haremos lo mismo", respondió Liu.

Otros propietarios de negocios en la Ciudad iPhone tenían una actitud similar de "qué podemos hacer" hacia Foxconn. Ma, una masajista de 25 años de Zhengzhou y una antigua trabajadora de la fábrica, contó a Business Insider que todos los negocios de la zona estaban perdiendo dinero en ese momento. Todo el mundo estaba intentando resistir hasta el aluvión de trabajadores en junio.

"No pueden permitirse pagar el alquiler ahora mismo" aseguró.

Aquellos que no puedan aguantar cerrarán pronto su tienda, y otros probablemente probarán suerte en las apuestas.

Y, si la suerte de Foxconn o de Apple cambia — o las compañías se automatizan, tal y como parece estar ocurriendo — todo lo que se podrá hacer es mirar hacia el cielo. 

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