Elegí un camarote interior en mi reciente crucero con Norwegian porque era la opción más barata, y la verdad es que me encantó mi pequeña cueva
- En enero hice un crucero de tres días en solitario de Miami a la República Dominicana. Mi pequeño camarote interior costaba unos 300 dólares (280 euros) antes de impuestos y tasas, que era la opción más barata.
- A pesar de no tener ventanas, lo encontré perfecto para mí y mereció la pena el ahorro.
En enero hice mi primer crucero en solitario por el Caribe, navegando con Norwegian Cruise Lines durante tres días de Miami a la República Dominicana.
El crucero de reposicionamiento de ida en el Norwegian Sky, el segundo barco más antiguo y pequeño de la compañía, apenas me costó unos 300 dólares (280 eeuros) por un camarote interior.
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Reservé el camarote diminuto simplemente porque era la opción más barata, aunque varias personas me habían advertido de los inconvenientes de un camarote interior.
Resulta que el pequeño rincón oscuro no me incomodó. He aquí por qué.
Mi crucero en solitario a la República Dominicana costó unos 300 dólares por un camarote interior.
Pagué otros 200 dólares (185 euros) por impuestos, tasas y gastos portuarios, además de los 300 dólares del camarote interior, que era el más barato de este viaje.
Como alguien que suele ahorrar dinero alojándose en albergues durante los viajes, estoy acostumbrada a conformarme con espacios reducidos.
Aunque ahora tengo los medios para permitirme gastar en hoteles cuando quiero, sigo alojándome en albergues en algún momento de mis viajes anuales y estoy acostumbrada a arreglármelas con una litera y un baño compartido.
Así que cualquier cosa privada es una mejora.
Aun así, eso no impidió que amigos y familiares me advirtieran de los problemas de un camarote interior.
La mayoría de las quejas se referían al tamaño de los camarotes interiores. Algunos también mencionaron que el mareo era peor y que les costaba despertarse por la mañana debido a la falta de ventanas.
Me asignaron el camarote 9336 en el centro del barco.
Los camarotes interiores del Norwegian Sky miden entre 11,2 y 13,6 metros cuadrados.
Me gustó la ubicación porque estaba justo entre dos ascensores, así que tenía fácil acceso a ambos lados del barco.
El camarote tiene capacidad para dos personas, con una cama de matrimonio que se puede dividir en dos camas individuales.
Otros camarotes interiores disponen de más espacio, como un sofá cama individual para grupos grandes, sobre todo familias.
La cama ocupa una buena parte del espacio, acompañada de lámparas, puertos USB y mesas auxiliares.
Son difíciles de encontrar, pero los puertos USB están al lado de las lámparas situadas detrás de la cama.
Mientras tanto, un pequeño escritorio se encuentra en el centro del camarote, y una televisión está montada en la pared.
Debajo de la televisión había más espacio para guardar cosas, así como algunos vasos.
En la entrada había un armario que era el principal espacio de almacenamiento.
Colgué la ropa y metí la maleta en el armario y la aparté del poco espacio que tenía en el suelo.
El cuarto de baño tenía el espacio justo para un lavabo, un inodoro, una ducha y unas cuantas estanterías.
El cuarto de baño era minúsculo, pero el espacio de la ducha era mayor de lo que parecía y no me sentí apretujada en su interior.
La ducha incluía jabón corporal y un producto combinado de champú y acondicionador.
La ducha era redonda, con buena presión y agua caliente. Y me pareció que había buen espacio para guardar los artículos de aseo y las toallas.
Una advertencia: el agua de la ducha y el lavabo a veces estaba muy caliente, y tuve que dejarla correr en frío durante unos minutos antes de que se enfriara, así que ten cuidado.
A pesar de su tamaño similar a una cueva, me encantó el pequeño camarote y la cama era muy cómoda.
Probablemente me ayudó el hecho de que no tengo claustrofobia y de que estaba sola, así que pude estirarme en la cama grande.
No sentí ningún tipo de desorientación ni mareo al estar dentro del cuarto sin ventanas.
A veces me mareo, pero por suerte no sentí náuseas en este crucero.
Tampoco tuve problemas con mi ciclo de sueño.
La oscuridad total que reina en el camarote me adormecía por la noche y me mantenía dormida hasta que sonaba el despertador sobre las siete de la mañana.
En casa, voy al gimnasio todas las mañanas, y durante el invierno, eso significa levantarse antes del amanecer. Así que obligarme a despertarme sin luz solar no fue nada diferente de mi día a día habitual.
De hecho, dormí mejor que desde hacía semanas, gracias a mi pequeño rincón oscuro y acogedor.
La oscuridad del camarote no solo me ayudó a dormir toda la noche, sino que también pude echarme la siesta con más facilidad.
Y aunque la falta de luz solar me molestó, no pasé suficiente tiempo en mi camarote para justificar la costosa mejora.
Para mí, el encanto de los cruceros es explorar el gigantesco barco y disfrutar del entretenimiento, así que 150 dólares (140 euros) más por un camarote con ojo de buey –y aún más por uno con balcón o mejor– no tenía sentido.
Yo solo iba a mi camarote a dormir, ducharme y cambiarme, así que prefería utilizar el dinero extra en actividades en lugar de en mi alojamiento.
Entiendo que algunas personas prefieran sentarse en los balcones de sus camarotes lejos del caos de las multitudes y estén dispuestas a pagar más por esa ventaja.
El camarote era perfecto porque solo tenía que caber yo; dos personas estarían demasiado apretadas.
Para una sola persona, el espacio era justo para maniobrar en el minúsculo camarote, así que imagino que para dos personas y maletas el espacio sería reducido.
Recomiendo subir de categoría si te preocupa la luz solar o quieres tener un poco más de espacio, especialmente si compartes camarote. Si no, ahórrate el dinero.
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