¿Se está replanteando Netflix su filosofía de producción? La cancelación de '1899' parece indicar que ya no le interesa tanto la cantidad sino la eficiencia

'1899', serie de Netflix

Netflix

  • '1899', la serie de los creadores de Dark, se ha convertido en la primera cancelación de Netflix en 2023 pese a colarse 5 semanas en el 'Top 10' de los programas más vistos.
  • ¿Cómo es posible que una serie con tan buenos registros no tenga continuidad? La presión financiera parece estar obligando a la plataforma de 'streaming' a cambiar su filosofía.

La cancelación de 1899, la serie creada por Jantje Friese y Baran bo Odar, es la manifestación más reciente de la revisión de la estrategia de contenido original que se está llevando a cabo en Netflix. 

La presión financiera sobre la compañía ha aumentado de manera sustancial en el último año, evidenciando los problemas de su histórica obsesión por estrenar mucho con mucha frecuencia. Como ya apuntaba James Poniewozik en 2015 "dar a los espectadores la posibilidad de maratonear (…) anima una forma de storytelling más centrada en la temporada y menos centrada en el episodio".

El propio Ted Sarandos se hizo famoso por su famosa "la primera temporada es el piloto". Esto fue lo que alimentó la tendencia a renovar programas con cierta ligereza y, por extensión, generó horas y horas de contenidos incapaces de encontrar su audiencia, abandonados a su suerte en las entrañas de la plataforma. 

El reclamo del buffet libre

La filosofía del "más contenidos, más visionados; más visionados, más suscriptores; más suscriptores, más beneficio; más beneficio, más contenido", defendida con vehemencia por Ted Sarandos durante años, tenía cierta lógica cuando Netflix operaba prácticamente en solitario.

A comienzos de la década de 2010, el volumen de clientes era el gran activo de la compañía y el reclamo del buffet libre era el principal incentivo para que el usuario mantuviese la suscripción a lo largo de todo el año. El espectador se lanzó de cabeza a este nuevo ecosistema, en el que no se le obligaba a esperar y en donde las malas elecciones no tenían impacto alguno en su bolsillo. 

El estreno en bloque impulsó el visionado en maratón de muchas series que, semana a semana, habrían sido abandonadas. La accesibilidad relajó el umbral de lo que la audiencia consideraba aceptable, hasta que el mercado del streaming cambió radicalmente. 

Ahora hay más competencia, el mercado se está mirando con lupa los números de estas compañías y los espectadores tienen mucha más oferta a su alcance (más de 800.000 referencias, según los últimos datos de Nielsen). 

Netflix necesita el mayor retorno posible de cada dólar invertido, de ahí que ahora sea menos probable que se le dé margen a un programa que, según sus baremos internos, no termina de cuajar.

La llamada de atención de 1899 

Netflix ha dejado muy clara la relevancia que tiene para la compañía que las personas completen las temporadas de las series. Como apuntaba Peter Friendlander, responsable de la unidad de series de ficción, "suele ser un signo de que les gustó cada minuto". Es aquí donde podría estar la clave para entender lo que pasó con 1899, un proyecto económicamente ambicioso y narrativamente planteado para tener 3 temporadas, cancelado menos de dos meses después de su estreno. 

El 2 de enero llegaban las malas noticias. Jantje Friese y Baran bo Odar anunciaban a través de su cuenta de Instagram que la serie no iba a ser renovada. Se convertía en la primera cancelación del año, tras un 2022 en que Netflix había fulminado una veintena de series. 1899 se había colado en el Top 10 de los programas más vistos a lo largo de cinco semanas, acumulando cerca de 260.000 millones de horas vistas, de ahí que la decisión se recibiese con incredulidad e incomprensión. 

¿Cómo es posible que una serie con tan buenos registros no fuese a tener continuidad?

La clave para entenderlo, según apunta Kasey Moore, es el elevado porcentaje de usuarios que abandonaron la serie sin terminarla. Esta falta de completers (usuarios que han visto, al menos, el 90% del contenido, según la definición de la propia compañía) en la cifra de horas acumuladas recogidas en el site Netflix Top 10 es lo que, según Moore, habría impulsado la decisión de cancelar la serie. 

Su hipótesis parece quedar confirmada sobre la base de los datos proporcionados por Digital i. Según las cifras de esta consultora (recopiladas a partir del consumo real de un panel propio en varios países de Europa), el programa solo registró un 32% de visionados completos y tuvo una notoria caída entre los episodios 1 y 2, lo que sugiere que muchos usuarios la abandonaron al principio. 

 

Los nuevos criterios de cancelación 

Netflix, en tiempo el salvador de series que habían sido canceladas en televisión lineal, ahora tiene menos paciencia. 

Hace unos años se hablaba de "maldición de la segunda temporada", ya que Netflix tendía a cancelar los programas tras dos entregas, coincidiendo con el momento de la renegociación al alza de los salarios con el equipo artístico. Entonces necesitaban nutrir la percepción de abundancia y parecían dispuestos a dar luz verde a segundas temporadas para ver si la cosa funcionaba. 

Ahora la prioridad está en construir una oferta que genere valor, tanto en la experiencia individual (que lo que ves sea satisfactorio de principio a fin) como en la colectiva (que la conexión con la historia genere resonancia y mucha conversación en redes). Los visionados son una demostración de interés y, por tanto, sustentan la vocación de continuidad con la propuesta narrativa (que una elevada tasa de abandono echa por tierra). 

Aplicado al caso de 1899, ¿qué sentido tendría renovar una serie cuando tan solo un 32% de los usuarios (que, según Digital i, la terminaron) estarían de partida interesados en verla?  

Netflix siempre ha jugado con la ventaja que le da la abundante información que tiene sobre las preferencias de sus clientes y la marca, que funciona como una potente caja de resonancia. Ahora, además, es consciente de que no todas las naves que lance al océano del streaming tendrán el viento a favor para llegar a buen puerto, de ahí que se piense muy bien si compensa financiar una nueva botadura.

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