El peculiar trabajo de este hombre japonés: ayudar a mujeres maltratadas a esfumarse en mitad de la noche

Aditi Bharade
| Traducido por: 
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  • Naoki Iwabuchi está especializado en un peculiar nicho de negocio: ayudar a mujeres maltratadas a desaparecer sin dejar rastro.
  • Este hombre japonés lleva consigo un discreto "maletín de autodefensa" que se abre en forma de placa blindada. 
  • "Los movimientos nocturnos son descuidados y siempre hay problemas", comenta Iwabuchi al South China Morning Post.

En la pequeña ciudad de Chiba, a unos 50 kilómetros de Tokio, Naoki Iwabuchi trabaja en una oficina anodina. Vestido con un elegante traje negro, habla en voz baja y mesurada, detallando con naturalidad cómo se dedica al negocio de la yonigeya, término que puede traducirse por "mudanza nocturna". Básicamente, este profesional ayuda a la gente a desaparecer sin dejar rastro.

Según Statista, en 2021 desaparecieron en Japón unas 80.000 personas. Muchas de estas jouhatsu-sha o "personas evaporadas" decidieron desaparecer por deudas, para escapar de la violencia doméstica o simplemente para empezar de nuevo en otro lugar, tal y como recoge un documental realizado por el South China Morning Post

El negocio de Iwabuchi es uno de los muchos que ayudan a personas, sobre todo mujeres maltratadas y víctimas de acoso, a desaparecer de la sociedad y viajar a un lugar seguro, según refleja el SCMP en el reportaje audiovisual publicado el 19 de marzo.

Este es un trabajo lleno de riesgos y peligros. Iwabuchi lleva siempre consigo un discreto "maletín de autodefensa" negro, que se abre en forma de escudo con una capa de armadura en su interior. También viaja con un dispositivo retráctil parecido a un bastón que dice utilizar para protegerse. 

"Moverse de noche es descuidado y siempre hay problemas. No creo que pase un día sin problemas", comenta Iwabuchi al SCMP, añadiendo que siempre supone que ocurrirá "lo peor". 

Comenzó su negocio hace 16 años tras descubrir que había un aumento de mujeres que sufrían violencia de género en sus hogares y que "simplemente no podían huir". Decidió intervenir y ayudarlas a desaparecer, explica al SCMP.

Alrededor del 90% de los clientes de Iwabuchi son mujeres, y el 10% son hombres, explica este profesional en el documental. En la actualidad, la cantidad de personas que buscan desaparecer es hasta 3 veces superior al que había antes de la pandemia de COVID-19.

Los Angeles Times informó en 2003 de que los servicios de yonigeya pueden costar entre 2.000 y 20.000 dólares —entre 1.850 y 18.500 euros— por trabajo, dependiendo del riesgo y la complejidad de la mudanza En algunos casos, las personas que ayudan en la fuga pueden tener que hacerse pasar por limpiacristales o comerciantes de esteras de tatami para pasar desapercibidas.

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Una vez que se han "evaporado", a estas personas les resulta fácil mantener el anonimato y esconderse a plena vista en Japón, según un informe de la BBC de 2020.

El sociólogo Hiroki Nakamori comenta a la BBC que, como en Japón se valora mucho la privacidad, los desaparecidos pueden sacar dinero de los cajeros automáticos sin ser detectados.

"La policía no interviene a menos que haya otra razón, como un crimen o un accidente. Lo único que puede hacer la familia es pagar mucho por un detective privado. O simplemente esperar. Eso es todo", explica Nakamori al medio británico.

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