Me jubilé y ahora viajo por el mundo viviendo gratis en casa de otra gente: no puedo creer que esta sea mi vida de divorciada de 68 años

Claire Turrell
| Traducido por: 
Bernadine Swale, a house-sitter, stood in front a house with a cat.
Bernadine Swale
  • La divorciada Bernadine Swale, de 68 años, de Denver, se jubiló y viaja por el mundo como cuidadora de casas.
  • Alquila su casa en Airbnb mientras está de viaje y gana hasta 77.000 dólares al año en reservas. 
  • Swale ha viajado a Botsuana, Japón y Nueva Zelanda para cuidar casas y asegura que le ha cambiado la vida.

Este artículo se basa en una conversación con la farmacéutica jubilada Bernadine Swale sobre el cuidado de casas en el extranjero. Swale utiliza Trusted Housesitters para encontrar estancias en todo el mundo, aunque quienes sigan sus pasos deben ser conscientes de las normas sobre visados de cada país al que entren. Business Insider ha verificado los ingresos por alquiler de Swale. El texto ha sido editado por razones de extensión y claridad.

Si me hubieran preguntado hace 30 años cómo sería cuando me jubilara, habría dicho que me quedaría en casa haciendo el vago. Nunca pensé que viajaría por el mundo viviendo gratis en casas preciosas.

En 2012, mi marido y yo nos divorciamos después de 36 años de matrimonio. No me lo esperaba. De repente, era una soltera de 57 años con tres hijos mayores y un trabajo como farmacéutica que ya no me gustaba. Quería un cambio.

La primera vez que oí hablar de cuidar casas fue cuando mi hermana lo probó tras responder a un anuncio de la revista The Lady. Me encantó la idea de cuidar casas y vivir como una local en diferentes partes del mundo.

Investigué un poco en internet y encontré Trusted Housesitters, una web que pone en contacto a gente con personas que cuidan casas en todo el mundo. No me pagarían, pero me quedaría gratis en sus casas a cambio de cuidar de sus mascotas.

Empecé a cuidar casas después de jubilarme para ocupar mi tiempo

Dos años más tarde, en 2014, estaba lista para jubilarme y quería empezar a cuidar casas para ocupar mi tiempo.

Alquilé mi casa en Denver a través de un agente. El alquiler cubriría mi hipoteca y los gastos de la casa. Tenía suficiente para vivir con mis pensiones y la Seguridad Social.

Renuncié a mi trabajo y reservé mi primera casa de intercambio ese invierno en Breckenridge, Colorado.

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Al principio, mis hijos estaban preocupados por mi seguridad, pero nunca intentaron disuadirme. Creo que están orgullosos de mí por haber tenido el valor de hacerlo.

El primer día de mi jubilación, a los 59 años, estaba cuidando de un shih tzu llamado Snowy en un apartamento con vistas a las montañas. Me sentía como si estuviera de vacaciones.

Tuve algunos problemas para encontrar al perro blanco cuando salió a jugar al patio cubierto de nieve. Aparte de eso, todo fue de maravilla.

Cómo elegir una buena casa de intercambio

Ya he realizado más de 25 estancias. Elijo casas en destinos a los que quiero viajar. He cuidado de un perro schnauzer miniatura en Nueva Zelanda, al que le encantó explorar los viñedos conmigo; he cuidado de un gato peludo en Nueva York, y he cuidado de cuatro perros llenos de energía en una casa junto al río en Botsuana.

Algunos propietarios me entrevistan antes de seleccionarme, mientras que otros simplemente hacen la reserva a través de Trusted Housesitters. Una vez confirmada la estancia, los propietarios me darán cualquier otra información que necesite por teléfono, mensaje de texto o correo electrónico.

Hago estancias largas de seis semanas a tres meses. Cuando acepto una estancia en una casa, me aseguro de estar cerca del transporte público o de tener acceso a un coche. También pido a los propietarios que me dejen un número de teléfono del veterinario y de un vecino por si tengo alguna duda.

Cuando estuve en Botsuana, a uno de los perros le picó un avispón. Tuve que llevarlo al veterinario porque tuvo una reacción alérgica.

Cómo paso los días como jubilada que cuida una casa

Si cuido de un perro, me levanto temprano para sacarlo a pasear. Si es un gato, me levanto para darle de comer, y luego me relajo con una taza de té mientras investigo qué hacer en la zona. Cuando estuve en Santa Cruz, en las Islas Vírgenes de Estados Unidos, la casa tenía una piscina preciosa con vistas a un campo de golf y al mar Caribe. Empecé el día admirando las vistas.

Intento apuntarme a algo al menos cada dos días. En Nueva Zelanda fui a ver ballenas, y en Japón a una clase de cocina. Utilizo Airbnb Experiences, y también me uní a Meetup, una plataforma social que organiza actividades presenciales y virtuales. Cuando salgo por la noche como viajera soltera, me gusta estar en grupo. Solo de vez en cuando me siento insegura. Normalmente es aquí, en Estados Unidos, porque todo el mundo tiene armas.

Vendí mi casa y compré una propiedad que puedo alquilar en Airbnb mientras viajo

Al principio alquilaba mi casa durante un año seguido en Denver, pero en 2019 supe que necesitaba una solución más flexible. Necesitaba un lugar donde vivir entre una estancia y otra. No podía permitirme hoteles, y no quería seguir pidiendo a familiares y amigos que me alojaran.

Vendí mi casa y busqué un hogar que pudiera servirme de base y atraer a inquilinos a corto plazo en Airbnb. Compré una pequeña casa adosada en el centro de Denver con una terraza en la azotea que podría gustar a los que reservan en Airbnb, y un garaje doble que podía cerrar y utilizar como mi espacio de almacenamiento.

Sin embargo, últimamente he estado tan ocupada con las estancias en casas que hace casi un año que no me quedo. Cubro mi hipoteca y mis facturas con mis pensiones y la Seguridad Social. He llegado a ganar hasta 77.000 dólares (71.245 euros) al año en reservas en Airbnb. El dinero extra que me da significa que cuando necesito reservar un vuelo de larga distancia, puedo viajar en clase preferente.

Cuando la pandemia hizo imposible viajar al extranjero, me quedé en Estados Unidos. Me dio la oportunidad de visitar lugares que nunca había visto antes.

Hay algunas desventajas de cuidar casas

No tengo un límite en la cantidad de mascotas que cuido, pero creo que debería. Mi última casa en Naples, Florida, incluyó dos perros, dos gatos, una cobaya, dos salamanquesas y una tortuga. Tuve que dar de comer gusanos vivos a las salamanquesas.

A veces me siento sola. Sin embargo, me sentiría más sola en casa porque no tendría tanta motivación para salir y hacer cosas. Cuando estás en una ciudad desconocida, es más probable que te apetezca ir a un museo o visitar una cafetería.

Como cuidadora de casas veterana, tengo reservas repetidas. Ya tengo una reserva para Nueva Zelanda en noviembre de 2024. Mis anfitriones se han convertido en amigos y seguimos en contacto. No tenía ni idea de lo fabulosa que podía ser la vida de una mujer divorciada a los sesenta años. No puedo creer que esta sea mi vida y lo que hago.

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