Los secretos que esconde el hielo: 6 maravillas que la tecnología y el calentamiento global han revelado bajo la nieve de Groenlandia

Un turista en Groenlandia

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  • Groenlandia, una isla ubicada entre el océano Atlántico y el Glaciar Ártico, está cubierta por una capa de hielo y nieve de 4 kilómetros de profundidad.
  • Durante milenios, esta ha ocultado una buena cantidad de secretos que, gracias a las nuevas tecnologías y al deshielo fruto del calentamiento global, están saliendo a la luz.
  • Montañas escondidas, lagos formados en mitad de la nieve y plantas prehistóricas descubiertas en antiguas instalaciones militares son solo algunos de ellos.
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Al borde de acabar el primer milenio, el explorador vikingo Erik el Rojo, proscrito de la actual Islandia, difícilmente podía saber lo que ocultaba la inmensa isla de hielo que acababa de descubrir.

Con gran visión comercial, le puso el nombre de Grønland, Groenlandia, tierra verde, en oposición a Ísland, Islandia, tierra del hielo y de los glaciares. Era mentira: Islandia tiene más vegetación.

Engañados por la etimología, una buena cantidad de vikingos siguieron sus pasos para fundar el primer asentamiento en una isla bañada por el océano Atlántico y Glacial Ártico.

Y donde hace frío. Muchísimo frío. En la capital, Nuuk, las temperaturas oscilan entre los -10 grados y los 10. En sus días más sofocantes, el termómetro puede irse como mucho a los 13.

Este frío es el principal causante de una inmensa capa de hielo y nieve de unos 4.000 metros de espesor. Durante siglos, ha sido el escondite perfecto para fenómenos naturales de todo tipo.

Pero estos están saliendo a la luz. En los últimos años, el deshielo provocado por el cambio climático y el desarrollo de nuevas tecnologías están permitiendo acceder a ellos.

Recogidos por Live Science, los secretos mejor guardados del Ártico dicen mucho del pasado y del futuro no solo de la zona, sino de todo el planeta.

Así, unos 1.000 años después de la llegada de Erik el Rojo, en los albores del segundo milenio, estas son las 6 maravillas que oculta la nieve de Groenlandia.

1. El cañón más largo del mundo

Imagen de una recreación en 3D del Gran Cañón de Groenlandia.
Imagen de una recreación en 3D del Gran Cañón de Groenlandia.

Wikipedia / NASA's Goddard Space Flight Center

Si creías que el Gran Cañón era impresionante, eso es porque la capa de hielo de Groenlandia esconde el que en realidad es el cañón más largo del mundo

Descubierto en 2013 por Jonathan Bamber, científico de la Universidad de Bristol, el cañón se extiende 740 kilómetros desde el punto más alto del centro de Groenlandia hasta el glaciar Petermann, en la costa noroeste. 

Es mucho más largo que el Gran Cañón Yarlung Tsangpo de China, de 496 km, el más largo del planeta de los que se pueden ver. El del Colorado tiene unos 446 kilómetros de longitud.

El cañón subglacial se hunde 800 metros en algunos puntos y alcanza los 10 km de ancho. El de Arizona en esto sale ganando: cae 1,6 kilómetros y llega a tener hasta 16 kilómetros de anchura. 

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Los investigadores han especulado en los últimos años con su origen. Algunos creen que es posible que el cañón conduzca el agua de deshielo desde debajo de la capa de hielo hasta el mar. 

Probablemente, se formó antes de la capa de hielo, el casquete polar, y en su día pudo ser el cauce de un potente río que se abrió paso entre las rocas. 

2. Montañas invisibles

Esquema del origen y la actualidad de la cordillera subglacial Gámburtsev.
Esquema del origen y la actualidad de la cordillera subglacial Gámburtsev.

British Antartic Council

El Gran Cañón no es la única parte escarpada del paisaje bajo el hielo de Groenlandia.

Décadas de cartografía de la isla mediante radares han permitido ver a través del hielo escarpadas cadenas montañosas.

Una de ellas es la cordillera subglacial Gámburtsev, ubicada en la zona del Domo A, cerca del Polo Sur.

Descubierta en 1958 por la tercera expedición soviética a la Antártida, recibió su nombre en honor al geofísico, geólogo y sismólogo ruso Grigori Aleksándrovich Gámburtsev, que la descubrió.

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Se extiende unos 1.200 km y alcanza cumbres de 3.400 metros sobre el nivel del mar. 

Sin embargo, dada su ubicación en mitad del casquete polar, hasta sus cumbres más elevadas están cubiertas de capas de hielo no inferiores a los 600 metros.

Se trata de un problema. El agua se filtra por las fisuras de la superficie y llega a través de las montañas subglaciales hasta la base del propio glacial, donde el hielo y la tierra contactan.

Una vez allí, esta lubrica el glacial y este acelera su viaje hacia el océano, con el consiguiente derretimiento del mismo y el aumento del nivel del mar. Un fenómeno natural peligroso.

3. Un lago prehistórico

Lago cercano al casquete polar en Groenlandia que deja ver los sedimentos acumulados con el tiempo.
Lago cercano al casquete polar en Groenlandia que deja ver los sedimentos acumulados con el tiempo.

Kevin Krajick/Earth Institute

El hielo lo preserva casi todo. También antiquísimos accidentes geográficos que, de otro modo, se perderían en el ir y venir de la tierra. 

Hace cientos de miles o millones de años, antes de que Groenlandia se cubriera de hielo, esta albergaba un inmenso lago de unos 7.000 kilómetros cuadrados. Más grande que toda Cantabria.

Alimentado en su día por 18 ríos diferentes, hoy se ha convertido en una depresión de terreno que con los años ha acumulado 2 kilómetros de material sedimentario. 

En su día no solo estuvo lleno de agua, sino que algunas partes del lago tenían 250 metros de profundidad.

Es por ello que los expertos creen que este podría contener importantes pistas sobre el pasado climático del Ártico y, por tanto, sobre su futuro. 

Para llegar a ellas habría que perforar a través de los 1,8 km de hielo que ahora cubren la zona. Por ello, muchos científicos tienen sus reservas sobre si es adecuado lanzarse a estudiarlo.

4. Lagos cristalinos en mitad del hielo

Fiordos en mitad de los glaciares de Groenlandia.
Fiordos en mitad de los glaciares de Groenlandia.

Getty Images

Hablando de lagos, hay que destacar que estos no solo se forman en zonas de Groenlandia donde el casquete polar se está deshaciendo. ¿Puedes imaginar un río correr en mitad de la nieve?

Existen. En Groenlandia hay al menos 60 de estos pequeños lagos, la mayoría agrupados en el norte y el este de Groenlandia.

Esto es lo que estima Stephen Livingstone, profesor de Geografía en la Universidad de Sheffield (Reino Unido) y coinvestigador de un estudio sobre estos lagos, en declaraciones a Live Science.

Estos, calcula, tienen un tamaño que oscila entre los 200 metros y los 5,9 kilómetros.

El agua de deshielo de estos lagos puede fluir desde la superficie de la capa de hielo o puede derretirse debido a la fricción del movimiento de este y a la energía geotérmica que llega desde abajo.

5. Pruebas de impactos de meteoritos

Glaciar Hiawatha, bajo cuya superficie hay un cráter provocado por un meteorito.
Glaciar Hiawatha, bajo cuya superficie hay un cráter provocado por un meteorito.

NASA / Wikipedia

No todo lo que oculta el hielo tiene origen terrícola. Los científicos han encontrado al menos dos probables cráteres de meteoritos enterrados bajo el hielo. 

Ambos se encuentran en el noroeste de Groenlandia. Uno está debajo del glaciar Hiawatha, mientras que el otro está a 183 kilómetros del primero. 

El cráter de Hiawatha se encuentra bajo unos 930 metros de la superficie; el segundo está algo más lejos de la superficie, enterrado a 2 kilómetros. 

Este último es el más grande de los dos con 36 kilómetros de diámetro, lo que lo convierte en el 22º cráter de impacto más grande jamás encontrado en la Tierra

El primero es un poco más pequeño: 31 kilómetros.

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Curiosamente, aunque los cráteres están a relativa poca distancia, no parecen haberse formado al mismo tiempo ni son hijos de un mismo evento.

¿Qué posibilidades hay de que 2 meteoritos de más de 30 kilómetros de diámetro caigan a menos de 200 kilómetros uno de otro en momentos distintos?

Pues más de las que parece. Las nuevas tecnologías ayudaron a calcularlo.

Para hacerlo, los científicos usaron grandes ordenadores capaces de registrar todos los impactos de por meteoritos que ha habido en la Tierra y añadir a esos datos incluso los que recibe la Luna. 

La conclusión de las máquinas es que esto ha sucedido más de lo que parece o, al menos, más de lo que inicialmente pensaban los investigadores.

Conviene recordar, por otra parte, que, aunque en Groenlandia apenas viven algo más de 50.000 personas, el territorio es casi tan grande como toda Europa.

6. Plantas fósiles perfectamente conservadas

Imagen tomada con microscopio de las plantas prehistóricas congeladas en la Antártida
Imagen tomada con microscopio de las plantas prehistóricas congeladas en la Antártida

Andrew Christ

Una película de espías. La historia que está detrás del hallazgo de plantas prehistóricas en Groenlandia perfectamente conservadas es casi tan sorprendente como el propio descubrimiento. 

Corre la década de los 60, los peores años de la Guerra Fría entre EEUU y la Unión Soviética. Los norteamericanos toman una decisión drástica.

Temerosos de que un ataque soviético los coja en fuera de juego, quieren estar lo más cerca posible del enemigo para poder responder con rapidez.

Deciden que la mejor manera de conseguirlo es abrir una base militar en Groenlandia. En mitad de aquel solitario y monótono montón de nieve, empezarían su misión.

Esta consistía en excavar en el hielo unas bases militares donde esconderían unos misiles de mediano alcance con los que podrían atacar a los soviéticos.

Pero el plan no salió como esperaban. El hielo se movía más rápido de lo que creían en un inicio y pronto se dan cuenta de que las bases que excavan serán inservibles en apenas 2 años. 

No merecía la pena.

Antes de irse, alguien tiene la idea de aprovechar que han excavado un buen trecho en el hielo para recoger algunas muestras del suelo. Estas pasan décadas en un tarro de cristal para guardar galletas. 

Finalmente, como contó Business Insider, científicos de la Universidad de Vermont reparan en esos tarros y deciden investigarlos.

Lo que encontraron en ellos fue nada más y nada menos que pequeños fragmentos de ramas prehistóricas perfectamente conservadas gracias al hielo.

Como mucho, estiman los investigadores, estas tienen un millón de años de antigüedad. Se trata de una datación que ha obligado a revisar algunas cosas.

Dado que las plantas solo pueden crecer si no hay hielo, el hallazgo ha forzado a los científicos a contemplar hipótesis de que el hielo de la Antártida podría no ser tan antiguo como se pensaba.

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