Como reportero de viajes de Business Insider en Singapur, este año he volado en más de 20 veces a nueve países diferentes.

Para ahorrar dinero cuando viajo, suelo elegir las tarifas más baratas de aerolíneas low cost como AirAsia, de Malasia, y Cebu Pacific, de Filipinas. Estas tarifas suelen ser básicas y solo incluyen un asiento asignado al azar y un pequeño equipaje de mano. Aunque no es la forma más cómoda de volar, creo que los precios extremadamente bajos merecen la pena. 

Pero después de reservar dos veces un asiento de ventanilla en primera fila en Scoot —la filial de bajo coste de Singapore Airlines— por menos de 30 dólares en cada vuelo, estoy convencida de que es el mejor asiento del avión.

Aunque las aerolíneas de bajo coste no son excesivamente cómodas, este asiento en primera fila hace que la experiencia sea mucho mejor. Aquí hay cuatro razones por las que vale la pena reservar este asiento.

1. El espacio para las piernas es amplio, y el asiento reclinable ofrece una experiencia premium

En junio, pagué 18 dólares por sentarme en el 1F —un asiento en primera fila junto a la ventanilla— en un vuelo de Scoot de Singapur a Kuala Lumpur. El vuelo, de una hora de duración, resultó ser uno de los más cómodos que he hecho con la compañía.

Así que decidí volver a reservar el mismo asiento cuando volé de Yakarta a Singapur la semana pasada. Era un vuelo de dos horas y reservar el asiento me costó 27 dólares, unos 10 dólares más que el anterior.

La mayor ventaja es el espacio para las piernas. Las aerolíneas de bajo coste suelen volar con aviones más pequeños y los llenan con el mayor número de asientos posible, lo que limita el espacio. Pero en lugar de 70 centímetros de espacio para las piernas, tenía 86 centímetros.

Más adelante, en el vuelo, recliné mi asiento para mayor comodidad y valió la pena la pequeña tarifa.

2. Sentarse delante significa que te sirven primero durante las comidas.

La tarifa básica de la mayoría de los vuelos económicos no incluye comidas, y yo siempre escatimo en ellas cuando reservo mi vuelo. Pero a menudo acabo pidiendo a bordo comida demasiado cara porque me entra hambre después de una o dos horas de retraso. 

Por suerte, al sentarme delante, me sirvieron primero. Opté por unos fideos instantáneos —que costaban 6 dólares de Singapur, o 4,40 dólares— y me la sirvieron con agua caliente en menos de un minuto.

Como la tripulación de cabina estaba al lado durante la mayor parte del vuelo, me resultó fácil pedir cosas como servilletas o incluso comprar más artículos del menú de a bordo, gracias a mi asiento en primera fila. También me dieron una botella extra de agua.

3. Tenía muchas otras ventajas, como embarcar antes que la mayoría de los demás pasajeros

Sentarse en la primera fila tenía dos grandes ventajas: me llamaban para embarcar antes y tenía derecho a los compartimentos libres. Como viajaba con varias maletas de mano, me resultaba cómodo tener un compartimento vacío para guardar mis cosas. 

También me permitió desembarcar primero, lo que es especialmente útil para evitar las largas colas en inmigración y en la zona de recogida de equipajes.

No había nadie sentado en el asiento del pasillo a mi lado, lo que me facilitó el acceso al baño de la parte delantera del avión, otra ventaja de este sitio.

4. Lo mejor de sentarme en el 1F fue que tenía acceso a dos ventanas desde las que pude contemplar unas vistas impresionantes del horizonte

Aunque hay dos asientos con ventanilla en la primera fila, el 1F es sin duda la mejor opción. Estaba oculto tras una pared de plástico que daba a la cocina, mientras que el otro asiento del lado opuesto daba a un cristal transparente con vistas al lavabo. 

Me sorprendió encontrar dos ventanas junto a mi asiento, desde las que podía ver la puesta de sol desvaneciéndose sobre el aeropuerto, la pista iluminándose por la noche y los edificios y calles de Yakarta.

El único inconveniente de ir sentada delante es que no tengo acceso directo a mis pertenencias, ya que casi todo debe guardarse en los compartimentos superiores.

Viajo con muchos objetos frágiles en el equipaje de mano, como el portátil, una o dos cámaras o perfume.

Los suelo envolver con algún material protector cuando guardo las maletas arriba, excepto mi portátil, que prefiero guardarlo en la funda que llevo delante. 

Alguna vez que guardé el portátil arriba, la pantalla acabó rajándose, así que aprendí la lección de guardarlo donde siempre pudiera verlo.

Ahora viajo con una pequeña bolsa de tela que llevo pegada al cuerpo donde guardo lo esencial, como el pasaporte, el teléfono y la cartera. La mayoría de los tripulantes de cabina me dejan llevar la bolsa durante el despegue y el aterrizaje, mientras que algunos me piden que la guarde debajo del asiento, lo que me permite acceder cómodamente a mis pertenencias.

En general, el 1F sigue siendo el mejor asiento del avión cuando se vuela en una aerolínea de bajo coste con cabina única económica. Me hace sentir como si volara en primera clase.