Los Oscars pandémicos se enfrentan al reto de seducir a una audiencia apática con películas que, aunque disponibles en plataformas, muy pocos conocen

Esta noche se celebra la edición número 93 de los Oscar, los galardones con los que la Academia de Hollywood premia las mejores películas estrenadas en el último año. La ceremonia, que tradicionalmente se celebra a finales de febrero, se ha tenido que mover a causa de la pandemia. 

Los cambios no han sido solo de forma. También de fondo. El cierre de los cines a causa de la crisis sanitaria y la suspensión de la gran mayoría de grandes estrenos, aplazados en espera a una situación un poco más propicia, forzó a relajar las medidas de elegibilidad. Además de la ampliación de calendarios para presentar las candidaturas dados los retrasos que sufrieron varias producciones, se excluyó el requisito del estreno obligatorio por los cines. 

De haber sido la situación distinta, probablemente muchas de las cintas que hoy pelean por premios no habrían tenido candidaturas. Que hayan merecido la atención de la Academia, sin embargo, no se ha traducido en la notoriedad habitual de las películas de Oscar. Los estrenos en pantalla grande y las campañas que los acompañan son la bat-señal que pone en el radar los títulos para el gran público. Y de estos últimos este año no hemos visto tantos. 

La presencia de películas pequeñas en los Oscar no es nada nuevo. En todas las ediciones siempre se ha colado alguna película independiente, casi siempre tras un recorrido exitoso por festivales. Pero lo que no es tan habitual es lo que ha ocurrido este año, esto es, que la práctica totalidad de títulos que hoy se premian sean de plataforma. 

Películas nominadas a los Oscar que puedes ver ahora mismo en streaming para llevar los deberes hechos

Las plataformas forman ya forman parte del ecosistema audiovisual. Su adopción en los hogares y la popularidad de sus marcas no ha parado de crecer los últimos años. Pero todavía les falta derribar una última barrera: la del reconocimiento de la industria. La resistencia a legitimar su posición premiando sus producciones (sobre todo en la categoría de mejor película) es el último escollo que le queda a Netflix para convertirse en la quinta major de Hollywood.

Este año el panorama es bien distinto. La lista de películas nominadas son producciones mayoritariamente de plataforma que o bien no han pasado por salas o bien lo han hecho de manera testimonial. 

Con los grandes títulos fuera de las quinielas, los aficionados al cine se han quedado sin esas grandes campañas de promoción que apuntalan la carrera a los Oscar y que, de paso, imprimen títulos y carteles en nuestra retina. Los títulos han ido llegando a los distintos catálogos desde hace varios meses, sin la concentración típica de estrenos habitual en la temporada de premios de los primeros meses del año.

La gran perjudicada, la gala televisada

Parece que la gran perjudicada será la gala televisada. Su audiencia ya estaba en horas bajas y este año la cosa podría ser incluso peor, ya que difícilmente habrá interés en una ceremonia si no existe interés en las películas que se premian.

La ausencia de esa estela promocional de las películas de Oscar no resulta tan dramática para las plataformas ya que estas capitalizan el prestigio y el reconocimiento de un galardón de una manera distinta. El impacto financiero de los premios no se traduce en la taquilla, sino en suscriptores para su plataforma (ya sea consiguiendo más altas o impulsando las horas de visionado, lo que favorece la retención de los ya clientes). Los galardones también se ven como un reclamo poderoso a la hora de seducir a creadores más clásicos (y más reacios a trabajar con las plataformas) a lanzarse a la piscina. Netflix reconocía, en declaraciones exclusivas para Variety, que las nominaciones han tenido un efecto sensible sobre las horas de visionado de esos títulos en los días inmediatamente posteriores al día que se hicieron públicas. Por ejemplo Mank, líder con 10 candidaturas, experimentaron un aumento de 702% de nuevos visionados. 

Netflix mantiene la tasa de cancelación en niveles bajos pese a su flojo primer trimestre, y eso podría ser clave para su éxito este año

Lo que resulta curioso es que, a pesar de que las películas de Oscar se hayan vuelto particularmente accesibles este año, no se haya traducido en una gran popularidad de los títulos. Eso es, al menos, lo que se infiere de una encuesta de Guts+Data sobre la base de 1.500 entrevistas realizadas el día después de las nominaciones que asegura que la notoriedad de las principales películas a competición brilla por su ausencia. Según dicha encuesta, la película con más resonancia entre el público es Judas and the Black Messiah, de HBO Max, con un 46%. La segunda posición del ranking la ocupa El juicio de los siete de Chicago con un 39%, seguido por Nomadland con un 35%. Otros títulos como The Sound of Metal (Amazon) o Mank (Netflix), no llegaban a un 25%. El dato verdaderamente relevante de este estudio es que, al ser consultados por títulos que habían tenido una distribución más convencional los resultados eran bastante mejores. 

La pandemia ha reconfigurado las piezas del consumo audiovisual, alterando la fotografía habitual de las películas de los Oscar. Tenemos más diversidad, pero la presencia podría quedarse en papel mojado si de verdad los títulos ni dejan poso ni conectan con el público. Dicen que las cosas que merecen la pena aguardan fuera de nuestra zona de confort. Y la magia del cine de los estrenos en pantalla grande parece ser la recompensa que aguarda cuando hacemos el esfuerzo de abandonar el sofá de casa.

Todavía hay esperanzas para Hollywood.