"No es no", también en el mundo digital: la pandemia ha multiplicado el número de casos de sextorsión, según alarman los expertos

Una chica sentada con un ordenador portátil

Getty Images

  • Expertos debaten sobre posibles soluciones legales a la sextorsión y al filtrado de imágenes sexualmente explícitas sin consentimiento de las víctimas.
  • Una oficina británica advierte que en Reino Unido los casos de sextorsión y pornovenganza aumentaron un 88% en 2020 como consecuencia del confinamiento.
  • En Bélgica una teleco ha lanzado un curioso "condón digital" que impide que los usuarios compartan con terceros fotos sugerentes de sus contactos.
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"No es no" es un eslogan feminista que se remonta al año 2009, cuando apareció en una campaña de Naciones Unidas con Nicole Kidman.

12 años después sigue siendo una frase vigente en la lucha feminista, que también se debe trasladar a lo digital. Varios expertos han participado en un panel en el CPDP, uno de los mayores congresos de privacidad y derechos digitales del mundo, para detallar cómo ha afectado la pandemia a un fenómeno tan despreciable como es el de la extorsión sexual.

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En Reino Unido existe desde 2010 una línea telefónica de ayuda a víctimas de la "pornovenganza", un término con el que ya no está de acuerdo ni uno de los profesionales del UK Safer Internet Centre, David Wright. "Es un nombre que en realidad ya no nos gusta tanto; no describe los problemas a los que nos estamos enfrentando".

Con pornovenganza se entiende la publicación en internet de imágenes sexuales explícitas sin autorización de quienes las protagonizan. Y los datos que ha compartido el propio Wright en su intervención son alarmantes: en 2019, atendieron 681 casos. En los 9 primeros meses de 2020, 3.146. "Un incremento del 88%", remarca.

En 2020 se denunciaron 90.000 imágenes en Reino Unido

Además, desde que la línea telefónica se puso en marcha se han solicitado la eliminación de 150.000 imágenes sexuales, de las cuales 135.000 fueron retiradas satisfactoriamente. Y de todas ellas, 90.000 fueron denunciadas solo en los últimos 12 meses. "Hemos detectado un impacto dramático del COVID-19 y las restricciones en esta materia", destaca el británico.

Solo el último año, las víctimas de los casos que ha atendido esta línea británica han sido en un 66,8% mujeres y en un 21% hombres. Y en el 84% de los casos, por supuesto, los hombres eran los autores de esta exposición no consentida.

Catherin Van de Heyning es profesora y doctora en la Universidad de Amberes, en Bélgica, a la vez que fiscal. Y detiene un momento el debate para preguntarse qué es exactamente una imagen sexual.

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"Me gustaría empezar mi intervención con una definición, pero es imposible porque hay miles", lamentó. "Lo que podemos hacer es consensuar criterios. Y para mí hay varios elementos que se deben tener en cuenta". Así, Van de Heyning explica que una imagen puede ser categorizada o no de sexual en función del contexto cultural en el que se dé. "Puede entenderse de formas distintas en países como Francia o Bélgica y otros estados".

"En cualquier caso, hay un estándar que creo que describe muy bien qué es una imagen sexual: toda aquella imagen que una persona no enseñaría en público". Va más allá, porque esto no solo concierne a fotografías. Una imagen sexual que se distribuye de forma no consentida también puede ser un retrato o un dibujo. ¿Dónde marcar la línea? Es difícil, aunque la experta considera que es esencial detectar si se trata de una representación fidedigna "y realista" de la víctima.

Un fenómeno que desgraciadamente no es nuevo

Imagen de una presentadora creada con tecnología 'deepfake'.
Imagen de una presentadora creada con tecnología 'deepfake'.

En cualquier caso, esto no es nuevo. Un estudio de 2019 de una empresa dedicada a combatir los deepfakes —vídeos generados con inteligencia artificial que pueden cambiar el rostro de una persona por otra— alertó de que el rostro de muchas mujeres anónimas —y famosas— estaban apareciendo en vídeos pornográficos, para simular que ellas eran las protagonistas de escenas que no habían ocurrido.

También departieron en la charla Cindy Southwork, la responsable de Seguridad para Mujeres en Facebook; y Philipp Amann, responsable de Estrategia en el Centro contra el Cibercrimen de la Europol. La primera detalló su experiencia cuando la Iniciativa Cibernética por los Derechos Civiles (CCRI, por sus siglas en inglés) planteó a Facebook medidas para combatir este fenómeno.

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La red social reaccionó introduciendo tecnologías de aprendizaje automático para que cuando una mujer reportase una foto fraudulenta en la red social, esta automáticamente impidiese que cualquier persona la pudiese volver a subir.

Philipp Amann, sin embargo, habló desde la perspectiva de los cuerpos y fuerzas de seguridad y sí recordó la importancia de contar con la colaboración absoluta de las plataformas tecnológicas en las que este tipo de imágenes se comparten. "La tecnología nos ayuda, y todos apoyamos la tecnología que emplean las plataformas con buenos fines, como por ejemplo el encriptado de internet... que por cierto, también supone varios desafíos para las fuerzas del orden".

Hay que afrontar legalmente el problema

"Nos enfrentamos realmente a muchos problemas graves y también a una suerte de brecha legislativa. Mucho depende de los legisladores y los políticos: creo que la clave es que todos debemos trabajar juntos y que lo ideal es concretar reglas, regulaciones y normas. Da igual lo que hagamos: necesitamos estandarizar todo lo posible en distintas plataformas".

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Algunas aproximaciones que ya han emprendido algunas compañías de telecomunicaciones son llamativas. Por ejemplo, una cablera belga ha creado lo que ha dado a conocer como "un condón digital": si compartes fotos privadas con tus contactos cercanos, el remitente las recibirá con una marca de agua con su propio número de teléfono y nombre: si a alguien se le ocurre reenviar esa imagen a terceras personas, acabará sabiéndose quién es el responsable.

Pero igualmente es necesaria, a juicio de Amann, estándares. Si una plataforma acepta una serie de estándares, pero otra no, el experto de la Europol recuerda lo que puede ocurrir: "Que todo este material, incluyendo la pornografía infantil, simplemente migre a todas esas redes en las que no se han aceptado los estándares".

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