No puedo visualizar ni recordar imágenes: me gano la vida viajando por el mundo y hago fotos para conservar mis recuerdos

Este artículo se basa en una conversación con Kate Boardman, una antigua profesora de 36 años y actual creadora de contenido de Massachusetts (Estados Unidos) que ha vivido en el extranjero durante los últimos 12 años en países como Vietnam, Australia, Guatemala y Bahréin. El texto ha sido editado por motivos de extensión y claridad.

Vengo de un pueblecito de 1.300 habitantes en el centro de Massachusetts, en Estados Unidos. Ni siquiera hay una tienda en mi pueblo.

Desde que cursaba secundaria, mi objetivo siempre ha sido viajar por el mundo.

En los últimos 12 años, he viajado a 53 países diferentes y he vivido en diez, entre ellos Alemania, Francia, Tailandia, Australia, Guatemala, Baréin e Indonesia.

Siempre me ha gustado compartir mis aventuras y experiencias, y plasmar mi vida en fotos y vídeos para mostrárselos al mundo. También es una forma de conservar mis recuerdos.

Tengo una enfermedad llamada afantasía, que es la incapacidad de visualizar mentalmente. Afecta solo a una pequeña parte de la población, entre el 2% y el 3%. Lo descubrí hace un año.

No sabía que otras personas podían ver imágenes en su mente, como cuando están tumbadas en la cama y visualizan cómo cuentan ovejas. La afantasía no afecta realmente a mi vida, pero ahora que sé que la tengo, tiene sentido que siempre esté haciendo fotos y vídeos.

Crear contenido es para mí una forma de conservar mis recuerdos y poder volver a verlos como una película.

Desde muy joven me apasionó viajar

Tenía 14 años cuando hice mi primer viaje internacional. Mis abuelos me llevaron a México y al principio me enfadé porque no quería ir. Me comporté como una adolescente malcriada cuando me enteré de que no íbamos a quedarnos en un resort de playa en algún lugar como Cancún, sino que íbamos a conocer el verdadero México.

Acabé yendo y me lo pasé genial interactuando con los locales y probando comidas nuevas. Aquello lo cambió todo en mi vida. Después de aquel momento, me entró el gusanillo de viajar.

Cuando tenía 15 años hice un programa de intercambio en Alemania, donde viví con otra familia durante un año. Me encantó conocer una cultura y un idioma nuevos, y experimentar una forma de vida diferente.

Después de terminar el instituto, fui a la Universidad Roger Williams de Rhode Island, donde estudié comercio internacional. Durante mi penúltimo año, hice otro programa de intercambio en Francia.

Cuando terminé la universidad en 2009, la economía atravesaba una crisis, así que acepté un trabajo de oficina. Me absorbió por completo. Estaba sentada en una pequeña cabina, introduciendo pedidos en un ordenador todo el día. Me di cuenta de que eso no era lo que quería, así que dejé el trabajo.

Decidí trasladarme a Tailandia, donde podría enseñar inglés. Pero lo que en principio iba a ser un año de enseñanza se convirtió en 12 años de viajes por el extranjero.

He dado la vuelta al mundo

Durante esos 12 años, viví en Tailandia, Vietnam, Bali y Camboya. También estuve en Bahréin, Australia, Guatemala y más sitios. Excepto en Australia, en todos esos países di clases en colegios internacionales.

Como no puedo memorizar el aspecto de esos lugares, todos mis dispositivos están llenos de fotos y vídeos. Tengo que ampliar constantemente mi espacio de almacenamiento. Ahora mismo, tengo más de 3.000 vídeos en mi móvil.

He estado en Galápagos, donde nadé con tiburones martillo; hice senderismo por un volcán activo en Guatemala; viajé en furgoneta por Australia durante un par de meses; y me relacioné con gente de una colonia nudista en Vietnam, donde también hice excursiones en moto.

Incluso he hecho un safari y he escalado el monte Kilimanjaro en Tanzania. Fue lo más duro física y mentalmente que he hecho en mi vida.

Mi país favorito de los que he visitado es Irán. Fui allí en las vacaciones de primavera cuando vivía en Bahréin. No salía de mi asombro. La comida es increíble, y la historia, la arquitectura y la belleza me dejaron boquiabierta.

Una de las razones por las que me gusta tanto viajar es porque cuando conectas con gente real, te das cuenta de que la población y sus gobiernos son dos cosas completamente distintas.

Vietnam es otro país que está muy alto en mi lista. Viví allí dos años y medio y no hay lugar como ese. Está lleno de vitalidad, vida y cultura. Hay comida increíble, ciudades bulliciosas, arrozales tranquilos y playas preciosas. La gente es muy amable y uno se siente inmerso en su cultura en todo momento.

Si tienes algún tipo de habilidad –ya seas instructor de yoga o te guste el diseño gráfico o las redes sociales–, hay oportunidades para ti en muchos países. A veces te cubren el alojamiento y la comida a cambio de trabajo.

Yo he podido viajar tanto tiempo siendo nómada digital.

Viajar en solitario conlleva riesgos

Lo raro es que, aunque tengo afantasía, soy una persona visual cuando se trata de direcciones. Puedo recordar cómo llegar a un sitio basándome en mi memoria aunque no lo vea visualmente.

En general, me siento bastante segura cuando viajo. Solo hay cosas de las que tienes que ser consciente, como saber orientarte y decirle a la gente adónde vas. Aun así, he tenido experiencias negativas, como encontrarme con hombres muy desagradables o que me roben.

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Cuando estaba en Italia, alguien se acercó y me quitó el bolso. Ni siquiera lo vi, fue así de rápido. Me robaron el portátil, el pasaporte y las joyas. Tuve que solicitar un pasaporte nuevo y el gobierno estadounidense se mostró reacio a dármelo porque ya me habían robado uno en Camboya unos años antes.

Si alguien me roba o me quita dinero, está claro que lo necesitaba más que yo. Y quizá esté en una situación en la que sea su única oportunidad.

Es horrible, pero nunca dejaré que eso me impida explorar el mundo. Que te roben no ocurre muy a menudo, y estas cosas no son exclusivas de los viajes. Pueden ocurrir en cualquier sitio, incluso en Estados Unidos.

La vida en Estados Unidos no es para mí

En Estados Unidos, la mayoría de la gente sigue una trayectoria ya planificada: ir al instituto, conseguir un trabajo, ir a la universidad, casarse, tener hijos, comprar una casa y permanecer en ese trabajo durante 30 años.

A medida que me he ido haciendo mayor, me he dado cuenta de que necesito un equilibrio. Pero aunque creo que es importante tener estabilidad, una comunidad y un techo bajo el que cobijarse, esas cosas nunca van a hacer que quiera dejar de explorar el mundo.

Cuanto más viajas, más te das cuenta de cuántas formas diferentes hay de vivir.

Actualmente, he regresado a Estados Unidos, pero ya no dispongo de una vivienda aquí. Estoy en Massachusetts, pero planeando mudarme a México dentro de un año.

Mientras tanto, estoy trabajando en el crecimiento de mi cuenta de Instagram, donde muestro mis viajes. También estoy creando productos digitales y guías para mostrar a las personas que no tienen grandes seguidores cómo conseguir colaboraciones hoteleras.

A través de mis contenidos, espero mostrar a la gente que el mundo no es un lugar que dé miedo. Espero inspirar a otros a salir y explorar.

Siempre documentaré mis viajes, porque estos momentos son algo que no podré revivir en mi mente. Me obsesiona la belleza de este mundo, me hace querer disfrutar de cada puesta de sol.