La basura espacial es un problema que se agrava cada vez más, aunque solo se ha registrado un caso de impacto sobre personas

Un trozo de basura espacial que cayó en una granja de Australia en 2008.
Un trozo de basura espacial que cayó en una granja de Australia en 2008.

Reuters

  • Según los últimos datos de la Agencia Espacial Europea (ESA), existe registro de más de 30.000 piezas de basura espacial, aunque la cifra real supera el millón si se tienen en cuenta los objetos que superan el centímetro de tamaño.
  • La probabilidad de que un trozo de basura espacial impacte contra una persona es del 10%, según los expertos, aunque solo existe un caso conocido.

El planeta Tierra tiene un problema grave en cuanto a los objetos que la industria aeroespacial desecha. Por un lado, los lanzamientos de cohetes son necesarios para la exploración, pero los objetos estelares no dejan de incrementarse.

La Oficina de Desechos Espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA) publica desde 2016 su Informe sobre el Medio Ambiente Espacial y, según los últimos datos, se han registrado más de 30.000 piezas de basura espacial.

Aunque la ESA agrega que la cantidad real de objetos que superan el centímetro de tamaño podría superar el millón, más aún con el gran desarrollo de las compañías privadas espaciales durante los últimos años.

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Así, la ESA recomienda que se vigile aún más de cerca un peligro real: el síndrome de Kessler. Este se traduce en un peligro de choque en cascada por el incremento de los objetos en la órbita baja de la Tierra.

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Y, aunque es muy poco probable, la basura espacial también implica un riesgo para los terrícolas, como denunció en su momento Lottie Williams, a quien golpeó un objeto espacial en 1997 cuando paseaba por Tulsa, en Oklahoma (Estados Unidos).

Según explicó a Fox News, observó una bola de fuego que caía del cielo y, al momento, sintió un pequeño golpe en su hombro. El peso del objeto era igual que el de una lata de refresco y, aunque parecía un trozo de tela, sonaba a metálico.

 

Ella tuvo un presentimiento y llevó la muestra para su estudio a la Universidad de Tulsa, donde Winton Cornell, un profesor del departamento de Geociencias, la estudió. El experto concluyó que era un trozo de basura espacial.

Concretamente, un residuo de lo que se asimilaba a fibra de vidrio, material usado frecuentemente por la NASA para el aislamiento de los tanques de combustible. Para mayor seguridad, también lo estudio CORD (Centro de Estudios de Desechos Orbitales y de Reentrada).

El organismo concluyó que el objeto formaba parte del tanque de combustible de un cohete Delta II lanzado por la Fuerza Áerea de Estados Unidos en 1996. A pesar de ello, la NASA nunca lo confirmó.

Ahora bien, aunque el caso de Williams es improbable, el porcentaje de que ocurra un impacto de basura espacial no controlado aumenta con el lanzamiento de más cohetes. Así, según expertos, hay un 10% de probabilidad de que impacte contra una persona.

De momento, pocas soluciones existen, aunque la ESA cuenta con un programa pionero para recoger basura espacial, la misión Clearspace-1, la primera de su tipo y que se lanzará en 2026 para la reentrada de desechos espaciales de forma segura.

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