Católico express: 7 días en los que he tratado de seguir la Semana Santa tal y como dice la Iglesia

No es ningún secreto que España es un país católico.

Si no ha sido todo el mundo, prácticamente la mayoría hemos sido educados bajo la religión cristiana y muchos de los festivos que tenemos anualmente son gracias a estas tradiciones: el día de Todos los Santos, Navidad y, especialmente, Semana Santa, puesto que representan la muerte y resurrección de Jesús, principios en donde se sustenta toda la fe católica. 

En mi caso personal fui educado en los principios del catolicismo por mis padres y mi familia y acudí a un colegio religioso que incluso tenía misas a diario, en un oratorio, pero tras muchos vaivenes personales, acabé abandonando mi fe y actualmente, como muchos otros, entro dentro del clásico término de católico no practicante tan presente en nuestros días. 

Eso no quita que siga teniendo algo dentro, que me mueve y me corroe por dentro, y más todavía en estas fechas señaladas, motivo por el que tomé la decisión de proponer este tema para tratar de vivirlo, de nuevo, de una manera más profunda, pero con un ojo más analítico si cabe. 

Me propuse, por tanto, vivir la Semana Santa tal y como dicta la Iglesia y, lo cierto es que, tras el proceso, tengo sentimientos encontrados. 

A pesar de que lo tenía claro, muchos años dentro del catolicismo a mis espaldas lo atesoran, hablé con el sacerdote de la parroquia de mi pueblo para que me contase más o menos todo lo que tenía que hacer y, para mi sorpresa, solo me dijo que era necesaria la misa del domingo de Resurrección, que además es la única de carácter plenamente obligatorio a la que hay que acudir una vez al año. 

A pesar de ello, me habló sobre la importancia del domingo de Ramos, la misa de la cena del señor del Jueves Santo, el vía crucis, el ayuno del Viernes Santo, la vigilia del Sábado Santo y como culmen de todo, la vuelta a la vida de Jesús el domingo de Resurrección. 

Muchas de las cosas las he tratado de seguir al pie de la letra, acudiendo a la Iglesia, otras, por motivos personales e incluso por razones que se escapan a mi comprensión que explicaré en el texto, he tenido que seguirlas por la televisión.

Un total de 7 días en los que he vivido como un católico express en donde he vivido la Semana Santa tal y como dicta la Iglesia y en donde he terminado con sentimientos algo encontrados. 

El inicio de mi viaje empieza el domingo de Ramos, el que marca el pistoletazo de salida a la Semana Santa

Los ramos de olivo representan la bendición de Dios, de su protección y ayuda y sirve para aclamar a Jesús como el pilar fundamental de los católicos, tal y como lo recibió el pueblo de Jerusalén en su momento.

Tiene 2 objetivos claros: el anticipo de la Pascua y el triunfo de Dios y le inicio de la pasión y muerte de Jesucristo.

En la puerta de la Iglesia algunas personas trataban de darte ramos de olivo al grito de "A la voluntad, a la voluntad" con el objetivo de hacerse con algunas monedas

Además del ramo clásico de olivo, también había muchas palmas colocadas de manera ordenada en la Iglesia

Mi ilusión por embarcarme en este viaje no estaba muy allá

Da igual el tamaño del ramo.

Al final se usan como símbolo de la fe renovada y posteriormente se juntan para ser quemadas más adelante como la fuente de las cenizas usadas en los servicios del Miércoles de Ceniza del año próximo. 

Tras la celebración de la Misa del domingo, llega la procesión de las palmas o el ramo por parte del sacerdote

A la Iglesia en la que acudí se hizo una pequeña procesión y en un pequeño jardín, el sacerdote realizó la lectura de la palabra que evoca la Pasión de Cristo y después bendijo los ramos.

Hay cánticos como el Hosanna y se repite cada cierto tiempo "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!" para representar la llegada de Jesús a Jerusalén. Al final, las lecturas hablan de que una gran multitud lo aclamaba como el Hijo de Dios llevando palmas y hojas de olivos durante el trayecto.  

Se utiliza el color rojo, puesto que representa la Pasión del Señor

Algunos viandantes curiosos observaban la ceremonia desde el exterior: cualquier lugar es bueno

Y poco más para el primer día. Lo único que hice fue bajarme 'Hallow', la aplicación católica de referencia para ir siguiendo lecturas diarias, reflexionar y rezar lo que tocaba

No voy a negar que esta primera toma de contacto fue cuanto menos curiosa y despertó sentimientos encontrados en mi interior.

Sin embargo, tras la ceremonia mi día a día hasta el Jueves Santo fue más o menos el habitual y no cambió prácticamente nada, más allá de añadir a mi rutina diaria algún rezo que me hizo sentir algo incómodo. 

Aproveché el miércoles antes del verdadero inicio de la Semana Santa para ver el documental 'Amén' de Jordi Évole sobre el Papa Francisco y su reunión con jóvenes de diferentes religiones y culturas para impregnarme más sobre la cultura de la Iglesia. 

El documental, tengo que decirlo, me sorprendió bastante y aunque en muchas cosas falta profundidad, en otras muchas me di cuenta de cómo se está intentando cambiar y actualizar la imagen de la Iglesia. 

Lo más llamativo, sin duda alguna, son las palabras del Papa sobre que la Iglesia debe estar abierta a todo el mundo y nunca cerrar sus puertas a nadie, algo que me chocó bastante con lo que me ocurrió el Jueves Santo. 

Mi viaje continuó con la misa del Jueves Santo, la misa de la cena del Señor, donde tuve mi primer jarro de agua fría: no me dejaron entrar

Llegué algo apurado, pero con tiempo de sobra para coger sitio, pero para mi sorpresa las puertas estaban cerradas y custodiadas por 2 laicas que no dejaban entrar a nadie. Algo que me chocó bastante en comparación con las palabras del Papa Francisco. 

A cualquier persona que intentaba pasar le explicaban que ya no era posible, puesto que estaba lleno, algo completamente falso, y parecían acomodadores de teatro que cortaban el paso ya que si no se rompía la magia. 

A mucha gente le pasó lo mismo y se agolpaban en el exterior mirando por una cristalera o se sentaban en las estatuas cercanas para tratar de vivir el momento sin poder hacerlo realmente

Lo mejor de la jornada lo protagonizó una señora que logró colarse ante los atónitos ojos de la gente

Creo que va a ser una conversación que nunca se me va a olvidar. 

“Señora, no puede pasar”, explicó la laica que hacía las veces de puerta de discoteca. “Tengo que ir a comulgar, hija”, replicó la anciana. “¿Está confesada?”, preguntó sin mala intención la primera. Ofendida y con un tono de reproche porque no entendía absolutamente nada se lo dejó muy claro: “Por supuesto, ¿Quién se cree que soy?”, y entró en la Iglesia dejando sin palabras a su rival. 

¿La solución? Tuve que echar atrás en el tiempo con la televisión y ponerme la ceremonia por La 2 cuando llegué a casa por la noche

El Jueves Santo es una de las fechas clave de la Semana Santa pues es el momento en el que se da la Última Cena de Jesús con sus discípulos y tiene lugar el lavatorio de pies. Durante esta última cena, Jesús lava los pies a sus discípulos en un acto de humildad y se trata de una ceremonia que se replica hoy en día. 

Actualmente, un sacerdote o figura religiosa lava los pies de 12 personas simbolizando a los 12 apóstoles, tal y como hizo Jesús. 

Como supondrás, no acabé muy contento con la experiencia ya que no pude vivirlo de la manera adecuada y me sorprendió encontrarme con tantas barreras

Viendo justo el documental del Papa donde hablaba sobre que las puertas de la Iglesia siempre están abiertas a todo el mundo, me pareció francamente extraño encontrarme con una situación así. De todas formas, traté de dejar de lado la molestia y terminé la jornada con una homilía de esta lista de Spotify con los rezos diarios que me proponía Hallow.

No voy a negar que tras el periodo de reflexión y oración me tranquilicé y logré ver la situación con otros ojos, pero terminé el día con una sensación algo agridulce. 

El viernes tocaba ayuno, una de las cosas que más sufrimiento me iban a provocar porque no puedo evitar comer entre horas y me iba a dejar sin mi clásica pizza semanal.

Tenía claro que era el día que más me iba a costar simplemente porque no puedo evitar tener algo siempre conmigo para echarme a la boca. 

El ayuno se tiene que mantener todo el día y se rompe si se come algo entre comida y cena o algún líquido considerado comida, como un batido. Lo más llamativo es que puedes beber cerveza o una copa, pero como supondrás es contrario al espíritu de hacer penitencia. 

A medio día aproveché para ir a la Iglesia a rezar el Rosario en una Iglesia algo vacía y llena de gente mayor

Viví el Via Crucis por televisión y lo acompañé con algunas oraciones que me marcaba ‘Hallow’. La gran penitencia fue sufrir los gritos de mis hijos porque se aburrían y no entendían qué estaban viendo. 

Este día es francamente importante porque se celebra la Pasión y muerte de Jesucristo.

El Vía Crucis representa un camino de oración en donde se medita sobre el recorrido de Jesús hasta el Calvario y haces el camino de la Cruz. 

Logré salir vivo de la penitencia y lo único que comí en todo el día fue una trucha con espárragos de cenar

No voy a negar que me costó bastante, simplemente por el hecho de que solo me pude tomar el café por la mañana para despejarme y no pude volver a tocar mi enorme y preciada cafetera todo el día.

Pasé bastante hambre, pero logré recomponerme algo de la jornada con un rico pescado que me hice a la plancha en torno a las 19 de la tarde, cuando ya no podía más. 

Este día fue el que acabé más satisfecho de toda la Semana Santa porque cumplí el sacrificio impuesto

No voy a echarme flores. Al final solo fue resistir la tentación y evitar la llamada de mi estómago, pero me sentí muy contento y entero.

No sé si ese sentimiento era coherente con la situación, puesto que Cristo ya había muerto y es momento de luto, pero no pude evitar sentir cierto sentimiento de satisfación. 

El sábado fue un día tranquilo hasta la noche, momento en el que seguí la Vigilia Pascual por la televisión. Era muy tarde y no podía llevar a mis hijos pequeños a la celebración

Se trata de una de las conmemoraciones litúrgicas más especiales e importantes de toda la Semana Santa, puesto que se celebra la resurrección de Jesús y Marca el final de lo que se conoce como Triduo Pascual, constituido por Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo. 

Lo más llamativo es que, durante todo el sábado, es el único día de todo el año en donde no se realizan eucaristías, no se tocan las campanas y el Sagrario se deja abierto y vacío hasta la celebración de la misa de las 23. 

Y por fin llegó el domingo de Resurrección. Al despertar opté por seguir al ceremonia por televisión para ver la misa oficiada por el Papa Francisco desde el Vaticano. 

Su función es igual que la de la Vigilia Pascual. Cierra el final de la festividad al cerrar el Triduo Pascual.

Constituye la fiesta central de la religión cristiana y puesto que es el momento en el que resucita Jesucristo.

Para celebrarlo, no pude evitar hacer unas torrijas para seguir una tradición más laica, que disfruté como nunca. 

Es curioso que se tomen torrijas en estos tiempos, ya que no tiene ninguna asociación con nada católico, sino que era una receta para aliviar a las parturientas de dar a luz.

Eso sí, algunos expertos piensan que se debe a la necesidad de aprovechar el pan en los momentos en que no se podía tomar carne y así llenar el estómago sin ofender a las creencias. 

Por la tarde acudí a la misa de Resurrección y aproveché para hacer una visita al confesionario

Puede sonar algo poco coherente, ya que al fin y al cabo estaba analizando la Semana Santa desde un punto del vista más clínico, pero no quería dejar pasar la oportunidad.

No voy a negar que me sentí algo más tranquilo tras revelar mis pecados, pero no sentí nada realmente especial que me hiciese replantearme mi actual modo de vida.