Puede que estés pagando un dineral por algo que no lo vale: los productos con mayor riesgo de fraude alimentario

mujer comprando pescado
  • Los fraudes alimentarios son acciones que implican vender un alimento por lo que no es, normalmente algo de menor calidad.
  • Entre los alimentos con mayor riesgo de prácticas fraudulentas, los pescados y mariscos, productos que disparan su precio en navidades. Por lo que podrías estar pagando un dineral por algo que realmente no lo vale.
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Ocurre durante todo el año, pero puede ser más frecuente en periodos en los que los precios de ciertos productos se disparan, como las navidades. Se trata del fraude alimentario, un proceso por el que actores malintencionados intentan vender un alimento por lo que no es.

Adulteración, sustitución, manipulación, simulación, falsificación son algunas de las formas de llevarlo a cabo como explican desde la Comisión Europea.

Los motivos, como no es de extrañar, son de índole económica. Es decir, hacer pasar por un alimento de cierto coste algo que en realidad tiene menor valor. Por lo que mayor será el margen de ganancias.

Ejemplo de esto, en 2017, la Unión Europea alertaba a España contra un fraude alimentario sobre lomos de atún descongelados que se vendían como fresco y no habían sido conservados siguiendo lo marcado por ley. Para favorecer que pareciera más rojo y fresco se le había inyectado extractos de remolacha u otros vegetales. 

El engaño alimentario habría afectado a unas 25.000 toneladas de atún al año y supondría unas ganancias de 200 millones de euros.  

Desde la UE se estima que la adulteración de alimentos por motivos económicos genera daños anuales de entre 8.000 y 12.000 millones de euros. La cifra se dispara los 30.000 o 40.000 millones de euros a nivel global, como recoge un artículo al respecto publicado recientemente en The Conversation.

Anchoas que en realidad son atunes juveniles pescados ilegalmente, caviar sustituido por huevas de peces sin valor comercial u orégano triturado con hojas de olivo insípidas, son alguno de los ejemplos de fraude alimentario citados en la pieza.

Alimentos y bebidas más adulteradas por el fraude

Los datos apuntan a que aproximadamente el 10% de los productos alimentarios y de las bebidas producidas comercialmente se ven afectados por el fraude

Recientemente un estudio dirigido también por Comisión Europea advertía sobre las hierbas y especias más adulteradas en los países miembros.

Hasta un 17% de las 1.885 muestras analizadas (323 del total) fueron etiquetadas como fraudulentas. En casi la mitad de los casos (48%) estaban modificadas con material vegetal, la mayor parte de ellas con hojas de olivo. No obstante, en el 2% de especias analizadas se detectaron colorantes no autorizados y una de las muestra contenía un alto nivel de cromato de plomo.

No solo se da en las especias. Como advierte la agencia reguladora europea, las fuentes más comunes de fraude alimentario incluyen: aceite de oliva, leche, miel, azafrán, zumo de naranja, de manzana, vino de uva, extracto de vainilla y pescado. 

A este respecto, este mismo año investigadores de la Universidad de Oviedo que analizaron el ADN de 401 muestras de atún, merluza, anchoa y bacaladilla congelados detectaron que en un 1,9 % de los casos no se indicaba el pescado correcto en la etiqueta.

El problema no es únicamente que las especies sustitutas eran más baratas; algunas además se encuentran en peligro de extinción y no están reguladas en el mercado, lo que implica una pesca ilegal, según el estudio.

Conclusiones similares se recogen en los informes realizados por la organización Oceana. De acuerdo a estos, el pargo, el atún, el bacalao o la merluza son algunas de las especies que sufren un mayor número de casos de etiquetado fraudulento.

En Europa, desde 2013, la EU Food Fraud Network vela por la seguridad alimentaria y combate el fraude en el sector alimentario. De acuerdo a su informe relativo a 2020, durante ese año se tramitaron 349 peticiones de cooperación entre países por sospechas de supuestas prácticas fraudulentas. Un aumento del 20% respecto al año 2019.

Entre los productos que más solicitudes por posibles fraudes acapararon el grupo de "Grasas y aceites",  con la mayoría de casos haciendo mención al aceite de oliva. 

Le sigue la categoría de "Pescados y sus derivados" con la mayoría de alertas vinculadas al atún congelado destinado a conservas y su tratamiento con nitratos y nitritos. Asimismo, la adición de agentes de retención de agua en filetes de pescado congelado con el objetivo de aumentar el peso es otra de las prácticas que ha recabado mayor número de incumplimientos legales.

Más allá de lo económico: estas prácticas pueden comprometer la salud

Como enfatiza el artículo en The Conversation, si bien el fraude alimentario es llevado a cabo con finalidad lucrativa, "puede representar una amenaza para la salud pública".

Entre los ejemplos citados, la partida de chile en polvo adulterada con colorante Sudán I, procedente de la India y comercializado en la Unión Europea en 2003. El Sudán I es un tinte usado para colorear textiles, clasificado como carcinógeno de categoría 3, por lo que no es permitido en uso alimentario.

Más reciente, en 2017 varios países europeos se vieron afectados por un fraude alimentario al descubrirse que se estaban comercializando huevos contaminados con fipronil. Un pesticida utilizado para combatir plagas de pulgas y piojos, pero que está prohibido de usar en animales que forman parte de la cadena alimentaria.

El causante del escándalo alimentario de los huevos contaminados eran la empresa holandesa Chick Friends y la belga Poultry Vision, que habrían utilizado fipronil de manera ilegal en varias granjas.

¿Cómo se puede combatir y detectar alimentos fraudulentos para no caer en ellos estas Navidades? Si bien lograr identificar estas adulteraciones puede resultar compleja desde el lado del usuario, algunas acciones pueden ayudar.

Una de ellas intentar comprar en tiendas y mercados de confianza, donde por ejemplo puedan asegurarnos el origen y calidad de los productos.

Desde el artículo de The Conversation además animan a consultar las guías elaboradas por organismos públicos destinadas a ilustrar cómo identificar y diferenciar los productos más caros y demandados de la Navidad como son el pescado, los moluscos y los crustáceos. "Así evitaremos que esta Navidad nos den gato por liebre".

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