Auge y caída de Holaluz, un aspirante a unicornio que va camino de desangrarse

De izquierda a derecha: Ferran Nogué, Oriol Vila y Carlota Pi, los socios fundadores de Holaluz.
De izquierda a derecha: Ferran Nogué, Oriol Vila y Carlota Pi, los socios fundadores de Holaluz.
  • Holaluz formó parte hace dos años de la aristocracia en el ecosistema español de startups.
  • Hoy, la empresa amenaza con acabar en concurso de acreedores después de multiplicar sus pérdidas en el último ejercicio.

Parece un mundo, pero apenas han pasado algo más de dos años. A finales de 2022, se presentó en sociedad Estech, una plataforma de empresas de alto crecimiento que, amparada por la Asociación Española de Economía Digital (Adigital) y SpainCap, la asociación de entidades de capital riesgo y capital privado (antigua Ascri), representaba a los más fuertes del ecosistema emprendedor.

O, como poco, representaba a la mayoría de ellos. Nada menos que nueve empresas formaban parte del selecto club de Estech, que tenía el objetivo de "visibilizar la contribución a la economía, al medio ambiente y al mercado laboral de las empresas de alto crecimiento (scale ups) en España", como explicaban ellos mismos entonces.

Por orden alfabético, estas eran Cabify, Factorial, Filmin, Glovo, Holaluz, Jobandtalent, Neuroelectrics, RedPoints y Wallbox. De orígenes y sectores muy diversos, todas tenían algo en común: o eran unicornios o estaban en el camino de serlo.

"Hace más de diez años fundamos Holaluz con el objetivo de convertirnos en una herramienta para cambiar el mundo y con el firme propósito de conseguir un planeta 100% verde. Un propósito que activamos conectando a las personas a la energía verde a partir del uso de la tecnología y los datos, la innovación y, sobre todo, las personas", empezaba diciendo entonces Carlota Pi, cofundadora y CEO de Holaluz.

Y seguía: "Hoy en día Holaluz lidera la transición energética en España transformando cada metro cuadrado de tejado en generación distribuida [...]. Formar parte de Estech nos permite dar protagonismo y visibilizar las scale-ups españolas, capaces de traccionar hacia una dirección que nos permita vivir en un mundo mejor".

La semana pasada, la propia Holaluz tenía que salir al paso de graves acusaciones de impago vertidas por Iberdrola. Lo hizo como colofón a una semana más que convulsa en la que la empresa vio interrumpida su cotización en BME Growth después de que dos de sus principales inversores dieran la espalda a sus cuentas anuales.

Finalmente, aunque la empresa se había dado de margen hasta finales de esta misma semana para presentar sus cuentas, estas vieron la luz a finales de la semana pasada para dibujar un futuro lleno de perspectivas inciertas.

Auditada por la consultora Ernst & Young, Holaluz presentó pérdidas de 26,1 millones de euros frente a los poco más de 5 millones que registró en 2022

A ello se añade un fondo de maniobra (capacidad que tiene una empresa para cumplir con sus obligaciones a corto plazo) negativo por un importe de 22,8 millones de euros, a los que además hay que añadir 20 millones de euros adicionales que se encuentran en fase de negociación.

El auditor confirmó la opinión de la empresa, que argumenta que, de no acceder a esta financiación, los administradores de Holaluz podrían presentar preconcurso de acreedores. Llegados a este punto, cabe preguntarse cómo ha pasado Holaluz de ser un aspirante a unicornio a verse cerca de la bancarrota.

De los barrios convertidos en centrales eléctricas al colapso del autoconsumo

A finales de 2022, en conversación con Business Insider España la propia Carlota Pi se mostraba esperanzada de cara al futuro. Tras cerrar ese año con un ebitda positivo normalizado (esta normalización se basaba en una sentencia del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas) de 14,3 millones de euros, el objetivo de la empresa era duplicar sus resultados y alcanzar los 32 millones de euros de ebitda positivo en 2023.

"Ha sido un año espectacular, estoy muy orgullosa de lo que hemos hecho porque en medio de la tormenta perfecta que hay en el mundo de la energía estamos siendo capaces de transformar un sector desde la tecnología y el producto", explicaba entonces a este medio Pi.

La hoja de ruta pasaba por llevar a cabo durante el año siguiente la instalación de 40.000 paneles solares para, tras totalizar 75.000 de estas instalaciones en 2024, irse a finales de año a los 80 millones de euros de ebitda positivo.

Pero, como en el cuento de la lechera, todas estas previsiones se vinieron abajo después de que Holaluz se tropezara con la realidad. Ocurrió, paradójicamente, cuando la situación en el sector de la energía mejoró para los consumidores

La crisis que había desatado los precios de la electricidad en los mercados mayoristas se fue corrigiendo y, como consecuencia, con una inflación disparada y una clientela mucho más pendiente de la cesta de la compra que de la factura de la luz, el mercado de la generación para el autoconsumo se retrajo. 

En concreto, después de que este mercado se duplicara en 2022, en 2023, ya sin subvenciones, este se retrajo más de la mitad en el sector residencial, el de Holaluz, según la Unión Española Fotovoltaica.

El cambio de tendencia pilló a Holaluz a contrapié después de apostar por un ambicioso plan de expansión que los introdujo en el sector de la instalación de placas solares. Tras adquirir tres empresas del sector, a finales del año pasado Holaluz tuvo que despedir casi a un tercio de su plantilla. La mayoría de los despedidos formaban parte de los equipos de instalación de placas.

Hace un par de semanas, saltaron las alarmas: Holaluz buscaba 20 millones de euros de financiación para mejorar su maltrecha liquidez. Faltaban todavía días para que la empresa presentara sus cuentas de 2023, pero ya entonces se empezaba a especular con que la empresa podría estar atravesando dificultades financieras.

Con los números de la empresa en la mano, los analistas Morningstar han calificado la salud financiera de la empresa como "débil", una valoración determinada por un ratio valor de empresa y valor de mercado de 1,82 y por una volatilidad anualizada de más del 75% en los últimos 12 meses.

"La salud financiera cuantitativa pretende reflejar la probabilidad de que una empresa se enfrente a dificultades financieras en un futuro próximo. [...] La calificación se expresa como débil, moderada y fuerte", explican desde Morningstar. 

En este tiempo, las acciones de Holaluz en BME Growth han pasado de valer tres euros a rondar los 2,5, mientras que su valor de capitalización bursátil está en algo más de 56 millones de euros.

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