La banca vigila la evolución de la inflación y la morosidad para anticipar cómo será la salida de la crisis del COVID-19

Un cajero de supermercado vende productos en la pandemia del COVID.

Reuters

  • La inflación ha vuelto con fuerza. La duda es si se quedará o es algo pasajero.
  • Los bancos monitorizan la evolución de la economía y el potencial impacto en su negocio: son relativamente optimistas respecto a la evolución de la morosidad.   
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Tras años sin preocuparnos por la subida de precios, la inflación ha vuelto con fuerza. 

Ahora, la duda es si se quedará o es algo pasajero. Los directivos de los grandes bancos españoles admiten que ya están vigilando cómo evoluciona este indicador, que será decisivo a la hora de marcar el ritmo de la salida de la crisis provocada por la pandemia. 

Otra variables que se tiene muy en cuenta para analizar el futuro del negocio es la morosidad. En este punto, se muestran relativamente optimistas, pese a que actualmente todavía están en vigor las moratorias de los créditos avalados por el Instituto de Crédito Oficial (ICO). Los ejecutivos del sector creen que un cambio en este escenario les afectará, pero de forma moderada. 

El Consejo de Ministros aprobó el 30 de noviembre la modificación del Código de Buenas Prácticas para que se extienda hasta el 1 de junio de 2022 el plazo para que autónomos y empresas soliciten la ampliación del periodo de amortización o la conversión del préstamo en uno participativo y, hasta el 1 de junio de 2023, la solicitud de transferencias directas para la reducción del principal.

"Evidentemente con la variante ómicron, junto con la subida de contagios en Europa, tiene peor aspecto la temporada navideña, el sufrimiento dura un poco más. Soy optimista entre la vacuna y la medicina, espero que el impacto en la economía, más allá de las malas noticias inmediatas, sea más suave. Me preocupan más la inflación y el entorno de tipos de interés. Aunque no tenemos la bola de cristal y vigilamos a derecha y a izquierda", dijo Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, en el IV Foro de Banca organizado recientemente por El Economista

Por su parte, en el mismo encuentro, el consejero delegado de Banco Santander, José Antonio Álvarez, apuntó que, aunque al principio se habló de que la inflación iba a ser transitoria, se ha mantenido. Así, la inflación comenzó siendo de productos y ahora es de servicios, señaló el directivo, que apuntó que este componente es más "complicado" porque permanece en el tiempo. 

No obstante, cree que los mercados confían en los bancos centrales para controlar la inflación porque es algo que han hecho durante las últimas décadas. 

La inflación ha alcanzado niveles récord en la zona de euro al situarse el Índice de Precios al Consumo (IPC) en el 4,9%. La fuerte subida de los precios de la energía ha tirado de este indicador. Excluyendo ese factor, el alza habría sido del 2,5% en noviembre. 

El encarecimiento en los precios impacta en el desempeño económico y ya hay algunos organismos que han alertado de que puede afectar al crecimiento económico. Todo en plena revisión a la baja de las previsiones económicas.El último organismo en ajustarlas ha sido la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que hace unos días redujo la previsión de España del 6,8% al 4,5% para este ejercicio y del 6,6% al 5,5% para 2022. 

Este gráfico muestra por qué los problemas de la banca van más allá del COVID-19

"En el año y medio que llevo en Sabadell, las previsiones no han hecho más que cambiar. Primero esperábamos una morosidad altísima que al final no se ha producido. Esperábamos un decremento de la economía prolongado a lo largo del tiempo, luego nos llenamos de optimismo que ahora hemos moderado, pero estamos más optimistas que en enero o febrero. Lo que ha pasado con la nueva variante nos lleva a épocas de volatilidad", explicó César González-Bueno, consejero delegado de Banco Sabadell. 

"Pero, en conjunto, estamos en fase de crecimiento, en fase de incremento moderado a medio plazo de la inflación y, al final del túnel, vemos una subida de tipos a niveles razonables. Todos hemos hecho las reducciones de estructura —si comparamos con el pico de 2008, un 30% menos de personas y un 50% menos de oficinas—. Estamos finalmente saliendo de la tormenta perfecta. Se ha producido una pequeña reducción de las perspectivas económicas, aunque mantenemos un optimismo prudencial", aseguró el directivo antes de la reducción de previsiones de la OCDE. 

El organismo que recoge al club de los países ricos pone el foco en los riesgos de la economía que pueden afectar a España como son los posibles cuellos de botella por la crisis de suministros global o la presión de la inflación derivada de los precios de la energía y el transporte. 

Este aumento de la inflación, además de afectar al crecimiento del PIB, podría tener un efecto en la política monetaria de los bancos centrales. El BCE mantiene los tipos negativos desde hace años, algo que afecta al negocio tradicional de los bancos de tomar dinero prestado y prestarlo más caro. 

Una subida de tipos de interés ayudaría al negocio bancario. Aunque, por el momento, el regulador europeo mantiene su política de estímulos y de mantener los tipos de interés en negativo. 

Las moratorias y el posible aumento de la morosidad

El otro puntal que puede marcar el devenir del negocio bancario español será el de la morosidad, cuando acaben las moratorias de los créditos avalados por el Instituto de Crédito Oficial (ICO). 

La consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa, se mostró "relativamente optimista" ante la evolución de la economía y las incertidumbres derivadas de la aparición de las nuevas variantes del coronavirus, abogando por una liberar de forma prudente las provisiones que han realizado las entidades en los últimos años. 

"La evolución de la mora está siendo muy positiva; está claro que las moratorias han cumplido con su función, pero hay que ver qué ocurre cuando expiren las carencias de los créditos ICO", señaló Dancausa. 

"Todos tenemos la expectativa de que eso se va a producir, pero creemos y el tiempo lo dirá que será un impacto moderado", señaló César González-Bueno, CEO de Sabadell. 

Y destacó que, de los préstamos concedidos con aval por Sabadell (alrededor del 10% de los avales, en línea con la cuota de mercado de la entidad), el 40% no se ha acogido a las prórrogas porque estaban en condiciones "cómodas" y que el 60% que ha acudido a la moratoria no necesariamente está en una situación "débil", sino que es una decisión "razonable" postergar el pago. 

"Una vez que empiecen a pagarse el principal y los intereses en primavera, el plazo es muy largo; son 10 años y eso da una enorme posibilidad de recuperación a las empresas, que es para lo que estaban diseñados", añadió. 

En un escenario marcado por la incertidumbre, habrá que esperar a que avancen 2022 para ver cómo se materializan las previsiones económicas casi 2 años después de que empezara la pandemia. Será el momento de confirmar si la inflación persiste y, según cómo evolucione la economía, si las empresas pueden devolver sus préstamos

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