La bola de cristal de Wall Street se ha roto: de la recesión en EEUU a la recuperación de China, las predicciones están muy, muy equivocadas

Las grandes predicciones de Wall Street para 2023 no parecen muy acertadas.
Las grandes predicciones de Wall Street para 2023 no parecen muy acertadas.

Marianne Ayala/Insider

  • El consenso de Wall Street predice una recesión en EEUU a lo largo de 2023, debido a la agresiva subida de tipos de la Fed.
  • Sin embargo, los indicios que se aprecian en la economía parecen señalar que esta es más fuerte de lo que parece, y puede que la inflación se modere sin necesidad de provocar una crisis.

En Wall Street, los trabajadores del sector financiero de todas las categorías vuelven al trabajo después de esquiar, pasear por el Caribe o simplemente visitar a sus madres durante las vacaciones. Pero cuando se instalan en sus escritorios y encienden sus terminales de trading, se encuentran con una brusca bienvenida: el mercado ya se está burlando de sus grandes predicciones para 2023.

En la época en que todo el mundo empieza a escuchar All I Want for Christmas Is You de Mariah Carey, los analistas y economistas del distrito financiero llevan a cabo su propia tradición anual: presentar largos informes repletos de jerga en los que pronostican lo que ocurrirá el año siguiente

Se supone que estas previsiones hacen que todos los implicados (analistas, empresas y clientes) parezcan y se sientan como si tuvieran cierto dominio sobre el futuro. Aportan una visión de estabilidad: "Sigue invirtiendo con nosotros, lo tenemos todo bajo control". Y cuando el mundo es realmente estable, algunas de estas predicciones pueden mantenerse durante un trimestre o más. Algunos analistas pueden incluso acertar una o dos veces. 

Pero 2023, al igual que los últimos años afectados por la pandemia, ya está demostrando no ser un año normal y estable, y algunas de las mayores predicciones financieras se están deteriorando tan rápidamente como un cartón de leche.

Tipos y recesiones

Las predicciones colectivas de Wall Street para la economía estadounidense dibujan un panorama general de sobreactuación y sobrerreacción. La mayoría de los analistas esperan que las decisiones de la Reserva Federal para controlar la inflación mediante la subida de los tipos resulten eficaces, desencadenando una recesión durante el primer semestre del año

Este tropiezo económico, según el consenso, obligará a la Fed a dar marcha atrás drásticamente y bajar tipos en la segunda mitad del año para evitar un colapso económico más grave y una fuerte caída del mercado laboral. Y aunque la primera parte de esa ecuación será negativa para las acciones, el apoyo que la Fed tendrá que inyectar en el sistema ayudará (eventualmente) a que el mercado se asiente mejor hacia finales de 2023.

En resumen: gracias a la torpeza de la Reserva Federal, las cosas irán muy mal para el mercado y la economía durante un tiempo, y luego irán mucho, mucho mejor. O como dicen los expertos de Amundi Asset Management, 2023 será un "año de 2 velocidades". 

El canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

En el Deutsche Bank, hacen una afirmación similar: "La recesión que venimos anticipando desde hace 9 meses se acerca. Nuestra previsión de recesión en EEUU a mediados de 2023 se ha reforzado a raíz de la evolución de la situación desde la primavera pasada." Bank of America es aún más tajante: "De cara a 2023, se mantiene una expectativa: la recesión".

Pero la realidad no parece respaldar estas proclamas. En lugar de fuertes caídas, los datos apuntan a un enfriamiento más suave. Este mes hemos sabido que la economía estadounidense añadió 223.000 puestos de trabajo en diciembre, las ofertas de empleo se mantienen cerca de niveles récord y, a pesar de los titulares del sector tecnológico, los despidos siguen siendo muy bajos, lo que no es precisamente indicativo de recesión. 

Además, el Banco de la Reserva Federal de Atlanta prevé que el PIB del cuarto trimestre podría alcanzar el 4,1%. Este tipo de crecimiento, junto con los bajos precios de la energía y unos datos de inflación más suaves, anticipa buenas noticias y no parece gritar "se avecina una recesión".

Esto resuelve la mitad de la predicción. Según Wall Street, la Reserva Federal subirá los tipos de interés hasta romper la economía, para verse después obligada a bajarlos. Desde BlackRock, advierten: "Se predice una recesión; los bancos centrales van camino de endurecer en exceso su política para tratar de domar la inflación".

Sin embargo, hay señales claras de que el IPC está aflojando. Según el último informe, los precios bajaron un 0,1% en diciembre con respecto al mes anterior y subieron un 6,5% respecto al año anterior, un nivel alto, pero muy inferior al máximo del 9,1% alcanzado en julio. 

Por su parte, en vez de hacer proclamas acerca de domar la inflación, algunos funcionarios de la Reserva Federal ya estaban suavizando sus posturas tras el informe del IPC, sugiriendo que el banco central podría subir solo un 0,25% en su reunión de finales de enero, y no un 0,50%. Desde luego, esta no es la postura extremista que define Wall Street,

Por supuesto, hay cierta incertidumbre en todo esto, y Wall Street podría no equivocarse. Después de todo, es poco probable que la Reserva Federal declare su "misión cumplida" mientras a inflación no baje hasta el 2%. 

Como señalaba Torsten Slok, economista de Apollo Global Management, en una nota reciente, si el mercado "llega a la conclusión de que 'la inflación está bajando, así que todo va bien'", la Reserva Federal podría tener que subir los tipos de forma más agresiva para asegurarse de que los precios no vuelven a subir. 

 

Raphael Bostic, presidente de la Fed de Atlanta, declaró a la prensa que quiere que el mercado laboral y el crecimiento de los salarios se enfríen un poco más antes de que el Banco Central deje de subir tipos. 

No obstante, para que se cumpla la dramática predicción del distrito financiero, los tipos tendrían que subirlos tanto que algo en la economía se rompiera, forzando un cambio de rumbo inmediato. Esto es posible, pero los datos no señalan esa tensión.

Algunos economistas ya están revisando sus predicciones en vista de la fortaleza de la economía, aunque todavía no se retractan de su postura. 

En Bank of America, revisaron su previsión el martes, escribiendo que su "perspectiva aún incluye una recesión leve, pero ahora esperamos que comience más tarde y llegue con un pico de desempleo más bajo" debido a "la durabilidad del gasto de los consumidores, la fortaleza del mercado laboral, el exceso de ahorro, el descenso de los precios de la energía y unas condiciones financieras más fáciles".

Un mundo extraño

Las rarezas del mundo (pandemias, guerras, bruscas oscilaciones de los precios de las materias primas, escasez de energía...) también han llevado a Wall Street a adoptar una visión muy sombría de las perspectivas económicas para Europa, llegando incluso a pronosticar una profunda recesión. 

Los analistas de Goldman Sachs creen que la resistencia estadounidense contrastará con una recesión de la Unión Europea. Fidelity califica de "casi segura" una recesión en el Reino Unido y Europa.

Es difícil culpar a estos analistas dado el sorprendente cambio que la guerra de Rusia contra Ucrania ha traído al continente, principalmente el repunte de los precios de la energía. Lo que los datos nos están mostrando hasta ahora es que la actividad económica de la eurozona sigue siendo lenta, sí, pero no tanto como temían los expertos. 

A principios de mes, el índice S&P de gestores de compras, que mide la actividad empresarial, se situó en 49,3 puntos, todavía por debajo de 50, que indicaría una contracción, pero por encima del 47,8 de noviembre y del 48,8 previsto por los analistas. 

Es decir, estamos en el bosque, pero este puede no ser tan oscuro y profundo como pensábamos, especialmente si los precios de las materias primas continúan su caída y el tiempo en Europa sigue siendo inusualmente cálido.

Quizás donde Wall Street es demasiado optimista es en la economía china. Vuelve a predecir una vuelta a la normalidad para Pekín, una canción que llevamos años escuchando. En esta ocasión, los argumentos alcistas se basan en la idea de que el fin de la política de cero COVID de Pekín implica que la economía se recuperará totalmente y que la inversión en el país se reactivará.

La previsión de Bank of America sostenía que, mientras el resto del mundo se enfrentaría a una recesión, el rebote de China sería una "notable excepción", y su reapertura "respiro". Pictet Asset Management aboga también por un "rebote de China". Principal Asset Management se aventuró a decir que el rebote sería "fuerte". Schroders recomendó comprar acciones chinas y de Hong Kong.

Pero hay un par de problemas con esta idea. En primer lugar, sin "COVID cero", en China sigue quedando el COVID. La pandemia sigue suprimiendo el crecimiento. Las autoridades afirman que los casos han tocado techo en las grandes ciudades, pero es imposible saberlo con certeza porque no publican las cifras de casos. 

Las pruebas que tenemos de los estragos de la pandemia son anecdóticas: imágenes por satélite que muestran multitudes formándose ante crematorios concurridos y médicos rurales que afirman que nunca habían visto tantos enfermos.

Lo que está claro es que el gobierno parece desesperado en lo que respecta a la economía. En una nota reciente, el Libro Beige de China señalaba que los problemas económicos más preocupantes a largo plazo persisten. Su mayor motor de crecimiento y clase de activos, la propiedad, sigue cayendo. 

Eso tiene todo tipo de efectos dominó en toda la economía, como la hambruna de los gobiernos locales (que venden terrenos a los promotores inmobiliarios) y la depresión de los precios de las materias primas para la construcción. 

Así que, en respuesta a la pandemia, Pekín ha suavizado las restricciones que había impuesto al sector inmobiliario para evitar que se recaliente y se lleve por delante partes del sistema financiero del país. Es una medida arriesgada.

Tiempos económicos desesperados exigen medidas económicas desesperadas. Puede llevar años conseguir que el consumidor chino, en el que Wall Street ha depositado tantas esperanzas, recupere la fortaleza de antaño. 

Como escribieron los analistas del Libro Beige de China, "la aceleración económica no es inminente y, cuando comience en el segundo trimestre, partirá de una base baja para los estándares de los últimos 40 años".

 

No vendas la piel del oso antes de cazarlo

Para ser justos, no todos los analistas de Wall Street tienen que retractarse de sus previsiones. Mientras que el consenso de hace apenas un mes parece obsoleto con cada nuevo dato, la gente de UBS Asset Management probablemente se sienta orgullosa de su visión.

"Aunque una recesión es una posibilidad muy real, los inversores pueden verse sorprendidos por la resistencia de la economía mundial, incluso con un endurecimiento tan acusado de las condiciones financieras", escriben en su informe. 

"El mercado laboral se enfriará, pero los balances saneados de los hogares deberían seguir apoyando el gasto en servicios. Además, algunos de los principales lastres de la economía mundial procedentes de Europa y China están a punto de mejorar, no de empeorar, de aquí a finales del primer trimestre de 2023", sostienen.

Hace casi una década, cuando empecé a escribir sobre economía, un legendario gestor de hedge funds me sorprendió en televisión haciendo una gran predicción sobre el año que se avecinaba. Inmediatamente me amonestaron. La diferencia entre el análisis y la predicción, dijeron, es la diferencia entre lo que puedes saber y lo que no puedes saber. 

Hay demasiadas variables independientes en juego para predecir lo que ocurrirá en el mundo y en el mercado a lo largo de todo un año. Nuestras diminutas mentes humanas solo pueden analizarlo, no adivinarlo.

Las condiciones económicas eran más sencillas y estables en 2014, pero dominar ese análisis seguía siendo una exageración de la imaginación de Wall Street. En el panorama más complicado de 2023, cualquiera que sea sorprendido prediciendo algo (incluida yo) debería estar preparado para el momento en que el mercado le dé un bofetón.

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