De la cocaína a las setas 'mágicas': ¿tiene Wall Street un problema con las drogas?

Emmalyse Brownstein,
Bianca Chan,
Hayley Cuccinello,
Kaja Whitehouse,
| Traducido por: 
Drogas ilegales en Wall Street.

Vartika Sharma para Business Insider

  • En El lobo de Wall Street pudimos ver hasta qué punto llegó el consumo de drogas en el mundo de las finanzas. No obstante, Wall Street tiene una imagen mucho más limpia a día de hoy.
  • Business Insider ha entrevistado a varios empleados y exempleados de bancos, fondos de inversión y otras entidades financieras para descubrir más detalles sobre las adicciones en el sector y descifrar qué tipo de drogas son las más consumidas.

En la década de 1980, Rudy Giuliani, el entonces fiscal federal jefe de Manhattan, dirigió una operación encubierta durante tres años, denominada "Operación Closing Bell", contra el tráfico de drogas en Wall Street. Como resultado, detuvieron a más de una docena de empleados de empresas financieras, incluyendo a brókeres y al socio principal de una empresa, acusados de traficar con cocaína, no solo a cambio de dinero sino a veces también de acciones.

Los agentes encubiertos que trabajaron en el caso calcularon que aproximadamente el 90% de las personas que conocieron en Wall Street durante su investigación "consumían o aceptaban" cocaína. "Esperaba que se tratara de gente muy respetable", declaró uno de los agentes a The New York Times tras las detenciones.

Hoy, Wall Street tiene una imagen mucho más limpia. Es más habitual que los líderes de bancos y fondos de inversión pasen la noche trabajando que de fiesta. Pero las sustancias ilícitas, así como otras socialmente aceptadas como el Adderall (un fármaco utilizado para el tratamiento de la hiperactividad con déficit de atención), el alcohol y las bolsitas de nicotina, siguen formando parte de la cultura de Wall Street, según declaraciones recogidas por Business Insider a través de entrevistas con 13 profesionales y exprofesionales del mundo de las finanzas, así como con varios profesionales de la salud. Muchas de estas personas han preferido permanecer en el anonimato a la hora de hablar para proteger sus carreras profesional.

Joe, un banquero de inversión de unos 30 años, afirma que la cocaína sigue siendo popular entre los profesionales bancarios, en su mayoría hombres, que trabajan realizando operaciones en nombre de grandes clientes institucionales. La diferencia es que esta faceta se mantiene oculta, pues ya "no mola ser el tío de la coca". Joe incluso conoce a algunos traders que todavía esnifan cocaína en el trabajo, pero los describe como "los tipos de la vieja escuela de Wall Street", cuyos hábitos se formaron en una época diferente.

"Mis conversaciones sobre cocaína son con amigos del mundo de las finanzas que no tienen nada que ver con mi trabajo o con gente con compañeros a los que estoy muy unido", señala Joe, que utiliza un pseudónimo para proteger su trabajo. La única excepción, dice, es cuando recibe a clientes.

Sí que conozco a un par de tipos en el trabajo que esnifan un poco de coca para despertarse

En un esfuerzo por entender el estado actual de las drogas en Wall Street, y si la actual cultura podría estar empujando a algunos a la adicción, Business Insider ha entrevistado a banqueros, traders y otros ejecutivos de la industria financiera sobre el tema. Algunos explican que no pueden permitirse ir a trabajar con resaca, lo que les lleva a complementar el alcohol con psicodélicos. Además, parece haber una tendencia a consumir sustancias que mejoran el rendimiento, incluyendo bolsas de nicotina como Zyn y Adderall legal, pero altamente adictivas. El aumento del letal fentanilo también está modificando algunos comportamientos.

Anna Lembke, médico y directora de la Clínica de Patología Dual de Medicina de las Adicciones de la Universidad de Stanford, afirma que los estimulantes como la cocaína y el Adderall abundan en el sector financiero porque actúan como "un vehículo para trabajar más, más duro, no dormir, conseguir más comisiones y tener más éxito".

Por supuesto, algunos profesionales de Wall Street confiesan que nunca han consumido nada más fuerte que el café y que en algunos rincones del sector, como el de los hedge funds, se practica el biohacking para alcanzar el máximo rendimiento. Y, por supuesto, las finanzas no son la única línea de trabajo con profesionales que luchan contra el consumo de drogas y las sobredosis: es un problema nacional que provoca más de 100.000 muertes por sobredosis al año en Estados Unidos, un 50% más desde 2015. 

Pero el consumo de drogas, incluida la cocaína, es generalmente más alto en Nueva York (la capital financiera del mundo) que en el resto del país, según la última encuesta realizada por la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental de Estados Unidos. Incluso los gestores de carteras más disciplinados y rectos consumen drogas psicodélicas, según afirman varias personas del sector a Business Insider.

Mientras tanto, los que no toman estimulantes o pastillas para sobrellevar el estrés del trabajo pueden preguntarse si están tomando la decisión correcta, lo que suscita dudas sobre la respuesta de Wall Street a la adicción, a pesar de que se suele expulsar a quien se pilla consumiendo. Una banquera junior que ha dejado recientemente su trabajo, ha contado a Business Insider que sus compañeros recurren a las drogas para "desestresarse y concentrarse".

"No puedo decir que todo el mundo en la oficina lo haga, pero conocí a un par de tipos en el trabajo que esnifaban un poco de coca para despertarse", comenta. Algunos de sus antiguos compañeros no entendían su negativa a consumirlas, alegando que ellos las necesitan para sobrellevar el trabajo.

"Una vez estaba despotricando contra uno de mis compañeros y él estaba colocado", cuenta la banquera, que dejó el trabajo el verano pasado. "Me dijo: 'Deberías fumar. Siempre estás estresada y deprimida. No sé cómo sobrevives en este trabajo sin hacer nada'", relata la joven.

Ensayos de fármacos psicodélicos.
Rudolph Giuliani cuando era fiscal de EEUU en Manhattan en la década de 1980.
Rudolph Giuliani cuando era fiscal de EEUU en Manhattan en la década de 1980.

Bettmann/Getty

John Battaglia, antiguo agente de ventas de Spear, Leeds & Kellogg y Goldman Sachs, cuenta anécdotas sorprendentes de fiestas de los años 80 en las que se consumían drogas, desde compañeros que esnifaban cocaína en el baño hasta otros que se emborrachaban en el mismo parqué. Hoy en día, dice, se pasan diferentes drogas por los parqués y oficinas de Wall Street, incluyendo el Adderall, al que se refiere como la "cocaína con receta".

"El Adderall está de moda ahora. Les encanta por dos razones: la más específica es que les mantiene despiertos y concentrados. La otra es que supuestamente te hace sentir como la cocaína. Sin duda, la gente se ha vuelto adicta al Adderall", afirma Battaglia, que dejó Goldman en 2004, pero sigue en contacto con el sector financiero.

Joe, que tiene unos 30 años, dice que en su oficina se pasaban Adderall como caramelos. "Conozco a cinco o seis personas en mi planta que tienen recetas y se las dan a la gente que las quiere", señala.

Otro banquero afirma que el Adderall es ahora más accesible que nunca en su lugar de trabajo. "Nadie tiene reparos en ofrecerlo o hablar de él", afirma esta persona.

Jaime Blaustein, un banquero de inversiones reconvertido en profesional de la salud mental, ha visto el lado negativo del Adderall de primera mano.

"Si aumentas las dosis de Adderall, tu pensamiento se vuelve un poco loco y delirante. Empiezas a perder el contacto con la realidad. Yo experimenté esto antes de estar sobrio y luego vi cómo les ocurría a otros. Con una dosis suficientemente alta durante un largo periodo de tiempo, empiezas a mostrar algunos síntomas de psicosis muy parecidos a los de la esquizofrenia", dice Blaustein.

Blaustein recuerda un empleo en Wall Street, trabajando para un gestor de activos, en el que el consumo de Adderall estaba tan fuera de control que pidió a la dirección que interviniera.

"De hecho, señalé el problema de que el Adderall se utilizaba como si fuera agua. No pretendía ser un 'chivato', sino que me preocupaba más el bienestar de quienes veía caer en un estado mental irreconocible", explica Blaustein, que dejó Wall Street en 2021 para fundar el Sylvia Brafman Mental Health Center, un centro de tratamiento de salud mental y abuso de sustancias.

Además del Adderall, algunos traders consumen obsesivamente bolsitas de Zyn, una marca de una versión moderna de nicotina sin humo, en forma de pequeñas bolsas, para mantener altos sus niveles de energía en el trabajo.

Se habla constantemente de quién tiene Zyn en sus cajones y quién va a recibir el próximo pedido

Una periodista del sector del transporte de mercancías de la revista FreightWaves (que antes trabajaba en BI) describe así su primera experiencia con Zyn: "Fue como beberse tres bebidas energéticas Monster y subirse inmediatamente a una montaña rusa en medio de un concierto de Skrillex. A los 30 segundos, sentía un hormigueo en las encías y la saliva me sabía a ácido. Al cabo de unos minutos, sentí que los ácidos del estómago me subían por la tráquea y que el corazón me latía con fuerza".

El Zyn es tan popular en la empresa de Joe que muchos lo encargan al por mayor, designando a una persona por mesa para que consiga suficiente para todo el grupo. "El cartero viene directamente a mi mesa y me deja un paquete de 50 latas", explica. La idea le vino de la mesa de operaciones de otro banco de inversión, que hace pedidos de Zyn de forma similar cada semana.

"Consigues nicotina sin necesidad de alejarte del trabajo, pero mantienes el aspecto comunitario. En lugar de salir a fumar un cigarro y charlar, hay una conversación constante sobre quién tiene Zyn en sus cajones y quién va a recibir el próximo pedido. Hay una verdadera comunidad en torno a los vicios", explica el banquero.

Para algunos empleados de Wall Street, estimulantes como Zyn y Adderall son necesarios para seguir el ritmo del trabajo.

Un trabajador que ha estado en varios bancos recuerda la primera vez que se dio cuenta de que no era más lento o más tonto que los demás, sino que simplemente no tomaba Adderall. "Un día, alguien se inclinó hacia mí y me dijo algo así como: 'Se me ha olvidado el Adderall', y yo pensé: 'Dios mío, ¿es así como todo el mundo sigue este ritmo?".

El trading, indica la persona, es un trabajo que requiere niveles intensos de concentración y pensamiento rápido. Hay que estar muy concentrado y a menudo se dispone de segundos para tomar decisiones. Los que van demasiado despacio salen perdiendo, y la competencia puede ser intensa. 

"Estaba agotado", añade.

Los banqueros junior de Wall Street están experimentando una crisis de soledad.
Bolsitas de nicotina a la venta en una tienda de periódicos de Bruselas.
Bolsitas de nicotina a la venta en una tienda de periódicos de Bruselas.

JAMES ARTHUR GEKIERE

Denise Shull lleva 20 años entrenando a traders de hedge funds, pero no ha visto muchos indicios de que Wall Street sea un lugar de juerga. Sus clientes, gestores de carteras de los principales fondos de alto riesgo, suelen llevar una vida muy ordenada, dedicada al trabajo, la familia y el ejercicio. No les queda más remedio, según Shull, que se considera una asesora en psicología del riesgo o en toma de decisiones. Su trabajo a la hora de elegir inversiones y gestionar sus carteras es extremadamente exigente, y salir de fiesta no hace más que frenarles.

"Solían salir con los clientes y asistir a conferencias y tomar martinis y botellas de vino caras, y ya no pueden hacerlo. El trabajo de ser gestor en cualquier parte, no solo en las grandes firmas, es muy abrumador", explica.

Últimamente, sin embargo, cada vez más clientes de Shull siguen el ejemplo de los empresarios de Silicon Valley y recurren a las setas y otras drogas psicodélicas. Y al igual que el mundo de la tecnología, que ha recurrido a estas drogas para mejorar el rendimiento y la creatividad, las utilizan para mejorar su trading

"A lo largo de los años he oído hablar del consumo de psicodélicos como un camino hacia una mayor autocomprensión: '¿Por qué solo puedo ganar tanto dinero? ¿Por qué me entra el pánico cuando algo me juega a la contra?".

Algunos profesionales de las finanzas también recurren a las setas 'mágicas' para frenar el consumo de alcohol, porque les preocupa que demasiada bebida les ralentice el trabajo al día siguiente. 

Joe recuerda que llevaba dos copas de vodka en una noche reciente cuando miró el reloj para comprobar cuánto dormiría esa noche. Estaba con sus colegas, participando en el ritual de Wall Street de hacer pasar un buen rato a los clientes a deshora para asegurarse sus negocios, dice.

Así que se metió la mano en el bolsillo, sacó un paquetito de chocolate con setas envuelto en papel de aluminio y partió un trozo para él y para su compañero, que sabía que también estaría estresado por la posibilidad de tener una enorme resaca al día siguiente.

"Estás tomando microdosis, no para tropezar, sino para relajarte sin perder la lucidez. No quieres que te den una paliza delante de tus clientes, sino sentir que te sales de la norma y actúas con soltura", comenta Joe.

Jóvenes prometedores de Wall Street.

Para muchos, los alucinógenos se consideran drogas "seguras", sobre todo si se comparan con el alcohol. Lembke, directora de la clínica de Stanford, afirma que no se ha investigado lo suficiente sobre los alucinógenos como la psilocibina, el principio activo de las setas alucinógenas que puede provocar psicosis, violencia, alucinaciones persistentes y otros problemas.

De hecho, según ella, cada vez hay más pruebas de los graves efectos nocivos de estas drogas a medida que aumenta su consumo. Su centro descubrió recientemente que las visitas a urgencias y las hospitalizaciones relacionadas con la psilocibina y otros alucinógenos aumentaron un 50% en California entre 2016 y 2022. El aumento está correlacionado con el aumento del uso y la creciente promoción de estas moléculas como seguras y eficaces, según Lembke.

Pintura que representa a una mujer fumando setas alucinógenas.
Pintura que representa a una mujer fumando setas alucinógenas.

Artur Widak/NurPhoto via Getty Images

Algo que ha cambiado desde los años 80 es el aumento del fentanilo, que está elevando las muertes por sobredosis a nuevas cotas. Las muertes por sobredosis en Estados Unidos aumentaron a 106.000 en 2021, más del doble que en 2015, y la gran mayoría de ellas (70.601) se debieron principalmente al fentanilo, según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EEUU.

Los narcotraficantes han estado mezclando cada vez más este opioide sintético, desarrollado para tratar el dolor, con otras drogas, desde cocaína hasta analgésicos como la oxicodona y ansiolíticos como el Xanax. La gran potencia del fentanilo (entre 50 y 100 veces superior a la de la morfina) permite a los traficantes vender drogas de forma más barata mientras mantienen enganchados a sus clientes.

En 2020, un ejecutivo de 40 años de Credit Suisse murió tras consumir cocaína contaminada con fentanilo. La idea de que una droga tan potente y mortal (una dosis menor que la cabeza de una cerilla puede ser mortal) pudiera estar oculta en algo tan común en los círculos de Wall Street fue una llamada de atención para algunos. "Asusta. Mucha gente que conozco ha dejado la cocaína por drogas entre comillas más seguras", señala un ejecutivo de un banco.

"Ahora todo el mundo tiene miedo de meterse coca. La preocupación ha echado para atrás a algunas personas", añade un recaudador de fondos. 

"Al principio, la gente era bastante indiferente, hasta que te das cuenta de que te puede pasar a ti. Cuando ves la noticia de que un empleado de Wall Street o cualquier profesional muy bien pagado muere de esta manera, obviamente te pone alerta", afirma Joe.

Por supuesto, si en algo son buenos los banqueros y los traders es en evaluar riesgos. Y para algunos en Wall Street, el fentanilo no es más que una amenaza que hay que gestionar

Según Joe, la crisis del fentanilo ha permitido que más profesionales de las finanzas adopten medidas de protección contra las drogas, como las tiras de análisis de fentanilo, que pueden utilizarse de forma muy parecida a la prueba COVID-19 para detectar rastros de fentanilo en las drogas callejeras.

"Cuando pregunto a la gente si se ha hecho la prueba, nadie me dice: 'Uf, estás siendo un crío'. Ya no se percibe como algo blando el hecho de someterse a un análisis de drogas", explica Joe.

Pero algunos empleados del sector financiero siguen negándose a reconocer el peligro.

"Conozco a muy, muy poca gente que se someta a análisis de drogas. Todos se fían de alguien que, a su vez, se fía de otra persona. Ahí está el peligro", afirma otro profesional. 

Joe se muestra de acuerdo, afirmando que algunos de sus compañeros de Wall Street pensaban que las muertes por sobredosis eran algo propio de gente con menos recursos. Estas personas creen que su chico de la coca solo trata con gente de alto nivel, según Joe. 

"Piensan que los problemas son de la gente que consigue la droga en callejones oscuros, mientras que ellos la consiguen de un tipo en un bonito coche negro", afirma Joe.

Ray Donovan, jefe de operaciones de la DEA, delante de la exposición 'Las caras del fentanilo' en Arlington, Virginia.
Ray Donovan, jefe de operaciones de la DEA, delante de la exposición 'Las caras del fentanilo' en Arlington, Virginia.

AGNES BUN

Los expertos en adicciones afirman que el abuso de drogas es el resultado de muchos factores, como la genética, la salud mental y el entorno. Los trabajos en Wall Street suelen ser muy intensos. Los traders a veces deben tomar decisiones que pueden hacer o deshacer su carrera en segundos, mientras que los banqueros pueden verse obligados a realizar operaciones que pueden suponer miles de millones en comisiones para sus bancos.

Luego está el entretenimiento. En Wall Street todo gira en torno a las relaciones, lo que implica gastar mucho dinero para que la gente se divierta.

La droga más mortal en Wall Street es probablemente el alcohol

"El entretenimiento era la forma de hacer negocios siempre", señala Battaglia, cuyo historial quedó manchado en 2008 tras declararse culpable de amenazar a alguien por una deuda. "Lo que te distinguía de todos los demás era la satisfacción de tu cliente", añade, ya fuera llevándole a clubes exclusivos, con mujeres y drogas, o corriendo al otro lado de la calle hasta una tienda durante una cena de negocios para comprarle a un cliente su botella favorita para hacer un cóctel.

"Te recompensan con negocios", dice de los clientes institucionales.

La cultura de la fiesta no se limita al parqué, según Ross Peet, que dedicó los últimos nueve años de su carrera a la gestión de patrimonio privado, lo que habitualmente requiere invitar a cenar a los clientes. En Bank of America, que abandonó en noviembre, conocía a cinco compañeros de Nueva York que se estaban recuperando del alcoholismo.

"Sin duda, hay aspectos del trading que quizá aceleran un poco las cosas en determinadas circunstancias, pero sinceramente, está en todas partes. La adicción no discrimina", opina.

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Eliana Leve, directora de los servicios neoyorquinos de la Fundación Hazelden Betty Ford, dice que el centro de tratamiento de adicciones y salud mental de su organización, en el centro de Manhattan, recibía unos 40 ingresos al mes para su programa ambulatorio intensivo (la oferta más común entre los profesionales que siguen trabajando), de los cuales alrededor del 20% son personas del sector financiero, según estimaciones del personal. Estos pacientes suelen ser adictos a estimulantes como la cocaína y el Adderall, así como al alcohol, según explica Leve. En general, el número de pacientes que citan los estimulantes como su "droga principal", incluyendo pero no limitado a los profesionales de las finanzas, ha aumentado en 7 puntos porcentuales al 19,1% de 2020 a 2023, según los datos de diagnóstico. Los casos de adicción al alcohol han disminuido en 3 puntos porcentuales, hasta el 64%, señala.

En cierto modo, las cifras ofrecen esperanza: aunque ningún consumo de drogas es bueno, el alcohol es estadísticamente el más destructivo. A diferencia del fentanilo, no mata a la gente rápidamente y arruina vidas, dando lugar a comportamientos de riesgo y a una mayor probabilidad de violencia y problemas de salud.

"La droga más mortífera de Wall Street es probablemente el alcohol. Y está profundamente arraigada en la cultura de los negocios y las finanzas. Forma parte de cómo se hacen los negocios", afirma Lembke.

Leonardo DiCaprio en una escena de fiesta de la película 'El lobo de Wall Street'.
Leonardo DiCaprio en una escena de fiesta de la película 'El lobo de Wall Street'.

The Wolf of Wall Street/Paramount Pictures

Trey Laird recuerda el día en que finalmente marcó el número de su jefe y le dijo que necesitaba ayuda. Por aquel entonces, Laird era un operador de ventas de acciones para un banco de inversión boutique que recurría con frecuencia al alcohol para entretener a sus clientes y que más tarde se hizo adicto a la cocaína y, tras una intervención quirúrgica, al OxyContin.

"Cuando necesité ayuda, llamé a mi jefe y le dije que iba a buscarla, y me dijo: 'Trey, gracias a Dios. Tómate todo el tiempo que necesites. Te quiero aquí los próximos 10 años, así que haz lo que tengas que hacer'", recuerda Laird que le dijo su jefe en aquel momento.

Pero a nivel general, algunos exempleados de Wall Street con problemas de adicción y profesionales de la salud mental se preguntan si el sector en su conjunto está haciendo lo suficiente, sobre todo teniendo en cuenta que algunas de las cosas que mueven Wall Street (la presión de la competencia, el dinero y las relaciones sociales) pueden llevar a la gente a consumir drogas.

A Laird, por ejemplo, le "animaban" a socializar en su trabajo persuadiendo a los traders del lado comprador para que enviaran sus órdenes a su empresa. "Sabían que cuanto más me relacionara con mis clientes, más negocio conseguiría. Ese ha sido el manual de Wall Street durante muchos, muchos años, y no creo que haya cambiado", opina Laird.

Peet, exgestor de patrimonio de Wall Street, trabajaba en mercados de capitales en Needham & Co. cuando se rehabilitó en 2000, a los 27 años. En las cenas de negocios, se tomaba un club soda.

"Cuando empecé a estar sobrio, fue muy duro. Sin duda, había una expectativa de entretenimiento, y los clientes querían entretenerse saliendo mucho, así que fue un reto", cuenta Peet, que dejó Wall Street en noviembre después de 27 años para trabajar en Caron Treatment Centers, una empresa de tratamiento de adicciones.

Muchos bancos tienen una serie de servicios de bienestar a los que los empleados pueden acceder, como una línea telefónica de asesoramiento 24/7, incluido el antiguo empleador de Peet, Bank of America. Pero todos los que han hablado con Business Insider coinciden en que existen pocos recursos dirigidos específicamente a los profesionales de las finanzas que luchan contra la adicción. Peet asiste a reuniones de Alcohólicos Anónimos en Nueva York. Mientras tanto, al otro lado de la calle de Bank of America está Salesforce, que tiene un grupo de recursos dirigido por empleados llamado Soberforce con más de 500 miembros.

Otros sectores muy estresantes han desarrollado programas para tratar la adicción. Laird, que dejó Wall Street en 2016 y abrió The Lighthouse, un centro de recuperación y abuso de sustancias de New Canaan (Connecticut) dirigido a ejecutivos financieros, destaca un programa de tratamiento para pilotos que los deja en tierra seis meses para recibir tratamiento y luego los somete a pruebas aleatorias de drogas y alcohol durante al menos cinco años. El programa, conocido como HIM, tiene una tasa de éxito del 85%.

Según un estudio, los médicos tienen un programa de tratamiento igualmente intensivo con un índice de éxito del 78%.

En la otra cara de la moneda está Wall Street, donde un historial de consumo de drogas puede perseguir a los profesionales durante años. Un bróker escribió en su página de la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera que en 2002 le pillaron cultivando marihuana en el sótano de su casa. "Cometí un error estúpido. Desde entonces no he tenido ni una multa por exceso de velocidad", escribió. Normalmente habría sido un delito menor, pero fue acusado de un delito grave, ya que vivía a menos de 300 metros de un colegio. Los cargos por delito grave fueron retirados, y los cargos por delito menor fueron desestimados tras su libertad condicional, pero los antecedentes penales siguen estando a disposición del público.

Laird cree que las empresas de Wall Street podrían aprender un par de cosas de otros sectores en lo que respecta a su respuesta a la adicción.

"Si Wall Street se tomara esto realmente en serio, si pensara que es un problema real, podría poner en marcha un programa de seguimiento", indica Laird sobre el programa HIM.

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