Así afecta a tu cuerpo un vuelo de larga distancia

En el avión Airbus A300-200 puedes pedir comidas y bebidas del bar directamente de las pantallas.

Miriam Pérez

  • Los vuelos de larga duración pueden tener un impacto en tu cuerpo, lo que puede llegar a ser un problema si no tienes cuidado.
  • Mantenerse hidratado y moverse por los pasillos son clave para, entre otros problemas, evitar el desarrollo de coágulos sanguíneos.

Los vuelos de larga distancia pueden tener un impacto considerable en tu organismo. Es común pensar en el jet lag como protagonista del desequilibrio que atraviesa nuestro cuerpo a la hora de viajar. Sin embargo, existen otros factores como la cantidad de agua que tu cuerpo pierde durante un vuelo que pueden llegar a afectarte. 

Lo cierto es que pasar un largo periodo de tiempo encerrado en un ambiente de oxígeno reducido y con baja humedad tiene un impacto que puede llegar a ser un problema.

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Pero si la duración del trayecto es excesivamente larga –como anuncian varias aerolíneas que buscan surcar los cielos de punta a punta en vuelos de hasta más de 20 horas seguidas–, habrá que ver si pueden afectarte más si cabe.

Estas son 4 maneras en las que tu cuerpo puede verse afectado en un vuelo de larga duración.

1. Deshidratación

Debes tener en cuenta que, cuando viajas en avión, pasas muchas horas en un ambiente controlado por el clima donde la humedad relativa –debido a que gran parte del aire que circula por la cabina procede del exterior, y no hay mucha humedad en el aire a grandes altitudes– puede ser del 20%, según ASMA (Asociación Médica Aeroespacial, en español).

Esto se traduce, en ocasiones, en 3 veces más seca que el desierto del Sahara. Incluso, hay estudios que señalan que puede llegar a ser del 10%.

Esta misma organización advierte que, para paliar la situación, lo mejor es mantenerse hidratado. De hecho, aconsejan beber un cuarto de litro de agua cada hora.

También corres el riesgo de deshidratarte si bebes demasiado alcohol (el alcohol es un diurético que aumenta la pérdida de líquidos).

Además, ten en cuenta que los efectos secundarios del alcohol suelen notarse más rápidamente en los aviones debido a esa baja humedad y a que la baja presión de la cabina puede reducir los niveles de oxígeno en sangre.

2. Dolores de oídos y cabeza, además de sueño.

El especialista en medicina aeroespacial y piloto comercial Tony Schiemer, explica en Science Alert que al cambiar la presión de la cabina, el gas de nuestro cuerpo reacciona en consecuencia, expandiéndose cuando el avión asciende y la presión disminuye –ocurre lo contrario cuando descendemos–. Este efecto es propio de cualquier vuelo, no solo de los de larga distancia.

Estos cambios, explica Schiemer, pueden provocar problemas como los habituales dolores de oído (cuando la presión del aire a ambos lados del tímpano es diferente, ejerciendo presión sobre el tímpano), dolores de cabeza (por la expansión del aire atrapado en los senos paranasales) y problemas intestinales.

Por otro lado, como el cuerpo no puede absorber tanto oxígeno del aire de la cabina en altitud como lo haría en tierra provoca una somnolencia superior a la habitual.

3. Coágulos de sangre

Como indica el doctor, la inmovilidad durante largos periodos puede provocar el desarrollo de coágulos de sangre en las piernas (trombosis venosa profunda) o incluso en los pulmones  (embolia pulmonar). 

De ahí la importancia de moverse por los pasillos del avión en vuelos de largo radio, en especial si el pasajero es una persona de edad avanzada, está embarazada, tiene obesidad, ha tenido alguna cirugía reciente, padece algún tipo de trastorno de la coagulación o incluso toma la píldora anticonceptiva.

Según un reciente estudio que cita Science Alert, cuanto más tiempo se viaja, mayor es el riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos. Concretamente, el riesgo aumento un 26% cada 2 horas volando a partir de las 4 horas de viaje. 

Por ello es tan recomentable el movimiento e incluso el uso de medias de comprensión para la prevención.

Es clave estar atento a los síntomas de desarrollo de un coágulo (hinchazón en una pierna, dolor en el pecho o disficultad para respirar) después de un vuelo, ya que estos tardan en formarse y desplazarse.

4. El –casi inevitable– jet lag y la radiación

El jet lag es el gran enemigo de los vuelos internacionales y uno de los efectos de viajar con los que más familiarizados los pasajeros.

Esta desconexión entre la hora que tu cuerpo cree que es y la hora que marca el reloj por el cambio de husos horarios afecta más a tu organismo cuantas más zonas cruces –como es lógico–, aunque hay maneras de evitarlo o reducir su impacto.

 

El especialista también incluye en su lista de efectos perjudiciales para el organismo la exposición a la radiación cósmica, una radiación procedente del espacio que puede aumentar el riesgo de cáncer y problemas reproductivos.

La buena noticia es que es muy poco probable que te suponga un problema si no vuelas con mucha frecuencia –como aclaran en Muy Interesante, esta radiación expone al cuerpo a la radiación de manera similar a como lo hace una radiografía médica–, aunque nunca es un error consultar a tu médico antes de viajar si es algo que te preocupa. 

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