Los vuelos espaciales de larga duración provocan cambios en el cerebro, según un estudio realizado a 12 astronautas de la Estación Espacial Internacional

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Reuters

Los astronautas se enfrentan a diferentes enemigos en el espacio. Uno de ellos, probablemente el más peligroso, es el paso del tiempo. Las expediciones que duran meses pueden ser especialmente perjudiciales para la salud.

Un estudio internacional publicado en Frontiers in Neural Circuits ha investigado los cambios fisiológicos a nivel cerebral que sufren los astronautas asociados a los vuelos espaciales de larga duración.

Para ello, han contado con 12 astronautas que pasaron 6 meses a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI) como sujetos protagonistas del estudio. En este sentido, se realizó un escáner de resonancia magnética antes del vuelo, 10 días después y seguimiento posterior de 7 meses.

Según el equipo, diferentes partes del cerebro sufren cambios en dichas etapas, confirmando los que se dan dentro de los tractos sensoriomotores, además del cuerpo callo, el fascículo occipital fronto interior y el fascículo arqueado.

"Varios de estos tractos exhiben cambios microestructurales opuestos durante el período de siete meses después de la misión espacial, incluidos los tractos del cuerpo calloso y corticostriatal, lo que sugiere una normalización a los niveles previos al vuelo", explican.

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Aunque parece ser que algunos cambios acontecidos vuelven a los valores normales tras los vuelos espaciales de larga duración, algunos efectos de dichos viajes en el cerebro siguen presentes.

"En comparación con antes del vuelo, la medición de seguimiento de siete meses revela que muchos cambios microestructurales asociados con los vuelos espaciales de larga duración siguen presentes", concretan.

El futuro de las misiones espaciales

Las misiones a Marte que ya están en marcha podrían durar hasta 9 meses, con lo cual este estudio se quedaría corto y los investigadores advierten de que serían necesarias simulaciones en la Tierra.

Los cambios, además, no solo ocurren a nivel cerebral, sino que también tienen lugar sobre su anatomía.

"Encontramos cambios estructurales después del vuelo espacial en comparación con antes en tramos que, desde una perspectiva funcional, tienen funciones en la función sensoriomotora, del lenguaje y visual", detallan. 

"Y desde una perspectiva anatómica pueden ser susceptibles a cambios morfológicos debido a cambios en el cerebro y el líquido intracraneal", agregan.

En este sentido, el ser humano ha de hacer frente a diferentes peligros o riesgos que implica viajar o vivir en el espacio durante períodos muy prolongados de tiempo.

Entre estos, la adaptación a entornos de microgravedad, la descalcificación ósea –que podría provocar roturas de cadera–, la radiación cósmica, problemas de salud mental o infecciones de hongos y otros microorganismos espaciales.

En definitiva, aunque el espacio exterior puede ofrecer muchas respuestas a la humanidad, también es el hogar de algunos peligros que pueden poner seriamente la salud de los astronautas. Por ello, las investigaciones venideras serán especialmente relevantes.

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