Las ciudades se replantean la forma en la que atraen y acogen a los turistas después de la tregua dada por la pandemia

Turistas en Barcelona

Reuters

  • La pandemia ha hecho que muchas ciudades europeas se replanteen la forma en la que atraen y acogen a millones de turistas a lo largo del año. 
  • Barcelona, por ejemplo, ha diseñado una red de autobuses que distribuye a los turistas de forma uniforme por la ciudad y, al mismo tiempo, han congelado las licencias de alquiler a corto plazo. 
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La pandemia ha hecho que muchas capitales europeas dependientes de los turistas rehagan el tipo y la forma en la que reciben millones de visitantes a lo largo de todo el año, apostando por fórmulas más culturales y alejadas del turismo de borrachera. 

Ciudades como Amsterdam llevaban años luchando por frenar el comercio turístico, a través de multas por beber en público, restricciones a los alquileres o la prohibición de ciertos tipos de tiendas, hasta que llegó la pandemia. 

La región pasó de tener 9 millones de visitantes en 2019, es decir, 10 por residente, según Bloomberg, a no recibir a ninguno debido al cierre de las fronteras. 

Más tarde, cuando comenzaron a reactivarse los movimientos, solo se hizo en forma de goteo. El mismo medio explica que los establecimientos comerciales de la ciudad han visto un 25% menos de turistas desde que comenzó la crisis sanitaria. 

Esta situación ha generado que los lugareños tengan la oportunidad de pasear por sus calles sin tener que cruzarse con juerguistas borrachos. Así, aunque los dirigentes de la ciudad son conscientes de que necesitan el turismo para sobrevivir, han comenzado a replantearse la forma en la que la ciudad lo acepta. Una mentalidad que se ha ido replicando en el resto de Europa. 

Las localidades quieren rehacer la forma en la que reciben turistas, siendo menos molesta para los residentes y más lucrativa para los negocios. Según Bloomberg, se trata de sustituir la borrachera y la fiesta por los asistentes a un museo. 

La concejala de turismo de Praga, Hana Třeštíková, explica que, antes de la pandemia, el turismo se había vuelto insoportable, por lo que el COVID supuso una pausa necesaria para hacer cambios en cómo se representan las ciudades, cómo se promocionan y cómo enfocarse en la calidad y no en la cantidad. 

Así fue mi primer viaje fuera de Europa desde que comenzó la crisis: controles en los aeropuertos, lugares muy turísticos sin apenas gente… y la sensación de no estar en pandemia

No obstante, la crisis sanitaria también mostró la dependencia económica que muchas regiones tienen de este sector. Por ejemplo, casi el 13% de la economía de Barcelona y el 11% de los empleos en Amsterdam dependen o están vinculados de los visitantes. 

La ciudad española es una de las zonas más visitadas dentro de la región y, aunque los efectos negativos del turismo en ella son menos extremos que la capital de los Países Bajos, también se enfrenta a una reformulación del sector. 

Xavier Marcé, concejal de Turismo e Industrias Creativas, explica a Bloomberg, que su intención es atraer a visitantes que no se enfoquen solo en la ubicación junto al mar, sino que también se sientan atraídos por la cultura o la ciencia. 

Para ello, han diseñado una red de autobuses que distribuye a los turistas de forma uniforme y, al mismo tiempo, han congelado las licencias de alquiler a corto plazo, cuya proliferación ha sido una de las causas del exceso sufrido por la ciudad condal. 

Por otro lado, hay ciudades como Venecia que se muestran contrarias a distribuir el turismo por la ciudad, ya que prefieren que los visitantes se queden en una serie de puntos y los residentes puedan tener el resto para ellos. 

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