Hay 2 tipos de préstamos que puedes pedir y la diferencia entre ellos está en cuánto riesgo estás dispuesto a asumir

Sofía Sánchez
Turistas haciendo rafting en el río Nilo.
  • En el mercado hay 2 tipos de préstamos personales que puedes pedir y la diferencia clave entre ellos está en cuánto riesgo estás dispuesto a asumir y cuánto dinero necesitas.
  • Así, existen préstamos con garantía, que requieren que avales la cantidad recibida con tus propios bienes, o sin garantía, en los que no se necesita aval, pero cuentan con tipos de interés más altos.
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Si te ha surgido algún gasto imprevisto o necesitas más fondos para tu presupuesto para estas vacaciones, puede que te estés planteando recurrir a un préstamo o un crédito. En España, hay un amplio abanico de posibilidades cuando un consumidor necesita pedir dinero prestado, pero todas ellas se engloban en dos categorías básicas: préstamos con y sin garantía.

En principio, ambas opciones pueden ayudarte a recibir el dinero que necesitas, pero la clave no está en cómo conseguir ese dinero, sino en qué riesgos tendrás que asumir para devolverlo y qué interés se te reclamará, un concepto que se define a través de la Tasa Anual Equivalente (TAE).

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Cada una de las 2 opciones de préstamo encajan con un perfil concreto de consumidor y un apetito para el riesgo determinado y, por ello, es necesario conocer sus características antes de pedirlo, siempre que un préstamo sea la opción que mejor se ajusta a tu bolsillo.

Qué es un préstamo con garantía y qué implica

Para entender en qué consiste el concepto de garantía, basta con nombrar el ejemplo más conocido de préstamo que se concede a través de ella: el préstamo hipotecario. A la hora de suscribirlo, es necesario implicar en la operación parte de los bienes de quien pide el préstamo o de alguno de sus allegados, lo que se conoce como aval.

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Ese aval es la contrapartida para la entidad que concede el préstamo, que se garantiza de esa manera que, de una manera u otra, recuperará el dinero que invierte en esta operación. Esto es importante especialmente en los préstamos de mayor cuantía, como los hipotecarios o los que se conceden para la compra de un coche.

Mientras, quien solicita un préstamo con garantía lo tiene más fácil para que se le conceda y, además, disfruta de intereses más bajos de los que se le ofrecerían si no hubiese comprometido un aval, que en algunos casos incluso se podrá desgravar, como en el caso de que sea un crédito para la compra de su vivienda habitual.

Sin embargo, esos menores intereses van acompañados del riesgo de perder el bien que se usa como aval en caso de que no se consiga devolver el préstamo. Además, es posible que la concesión de ese préstamo garantizado se vincule a la suscripción de un seguro o al pago de tarifas de servicio.

Qué es un préstamo sin garantía y qué riesgos supone

En caso de que tengas un buen historial de crédito o vayas a solicitar un préstamo para una meta menos comprometedora que hacerte con una casa o un coche, podrías aspirar a un préstamo sin garantía. Los ejemplos más conocidos de esta categoría son los préstamos personales, los que se conceden a estudiantes o la deuda de las tarjetas de crédito.

La principal ventaja de este tipo de préstamo es evidente: no es necesario poseer ningún bien ni pedirle a algún allegado que nos avale para que nos lo concedan. Este detalle es de gran importancia si necesitas obtener el dinero con urgencia, pero acarrea una serie de compromisos con los que tienes que contar.

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El primero de esos compromisos es que asumirás unos tipos de interés mucho más altos cuando devuelvas el préstamo, dado que la entidad que te lo concede asume un mayor riesgo de impago que compensa a través de ese sobreprecio. Así, la agilidad a la hora de conseguirlo no significa que sea igual de fácil, o barato, devolverlo.

El segundo compromiso es una devolución más rápida que el de un préstamo garantizado, dado que está diseñado para necesidades concretas, por lo que tiene una cuantía menor. De hecho, te conviene devolverlo cuanto antes para evitar mayores intereses, siempre que sea posible la cancelación anticipada.

Además, hay que tener en cuenta que estos préstamos sin garantías es que su cuantía suele estar predefinida por la entidad, al igual que el número y el valor de los plazos en el que lo devolverás. En este punto, se asemejan a los préstamos preconcedidos con los que nuestro banco puede sorprendernos, a pesar de que no lo hayamos pedido.

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