Si quieres triunfar debes enfrentarte al "dolor y el sufrimiento", según el CEO de Nvidia, valorada en 80.000 millones de dólares

El jefe de Nvidia, Jensen Huang, ha compartido unos sabios consejos con los estudiantes de su alma mater, Stanford, y les ha dicho que si quieren tener éxito, tendrán que sufrir. 

Huang, cofundador y consejero delegado de Nvidia, empresa fabricante de chips valorada en 2,2 billones de dólares, ha hablado recientemente en el Instituto de Investigación de Política Económica de Stanford y le han preguntado cómo pueden mejorar sus posibilidades de éxito los jóvenes ambiciosos graduados en esta universidad. 

"Creo que una de mis grandes ventajas es que tengo expectativas muy bajas", ha respondido Huang, que se graduó con un máster en Stanford en 1992 y ahora tiene un valor de unos 80.000 millones de dólares.

"La mayoría de los graduados de Stanford tienen expectativas muy altas". 

Explica que "graduarse en una de las mejores instituciones del planeta" elevaría naturalmente sus expectativas de futuro, pero que podría obstaculizar su éxito. 

"La gente con expectativas muy altas tiene muy poca resiliencia y, por desgracia, la resiliencia importa en el éxito", afirma Huang. "No sé cómo enseñároslo, salvo que espero que os toque sufrir. 

"Hasta el día de hoy empleo la frase 'dolor y sufrimiento' dentro de nuestra empresa con gran regocijo. Lo decía en un sentido positivo porque quieres refinar el carácter de tu empresa. Quieres sacar grandeza de ella, y la grandeza no es inteligencia; la grandeza viene del carácter, y el carácter no se forma con gente inteligente. Se forma con gente que ha sufrido". 

Huang luego bromea: "A todos vosotros, estudiantes de Stanford, os deseo amplias dosis de dolor y sufrimiento". 

No cabe duda de que Huang tuvo que enfrentarse a muchos retos cuando era joven. Nació en Taiwán en 1963 y más tarde asistió a un internado en Kentucky, donde sufrió un acoso implacable, según cuenta a The New Yorker, que incluyó insultos antiasiáticos por parte de otros estudiantes.

"Por aquel entonces, no había un consejero con el que hablar", explica a The New Yorker. "En aquel entonces, solo tenías que endurecerte y seguir adelante". 

El multimillonario también ha contado a la Escuela de Negocios de Stanford que trabajó en muchos empleos con el salario mínimo, como friegaplatos en Denny's e incluso limpiando retretes.