Me he dado un paseo por parte de la Málaga tecnológica: la llegada de Google al centro de la ciudad es un hito, pero queda trabajo por hacer

Alberto R. Aguiar frente a la puerta del GSEC Málaga, centro de ciberseguridad global de Google.

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  • Aprovechando la inauguración del nuevo centro de ciberseguridad de Google en Málaga, me he dado una vuelta por el centro de la ciudad andaluza.
  • Viví en Málaga hasta 2016. La ciudad cambia, pero sigue adoleciendo de muchos problemas: algunos de ellos se han agravado y son un desafío para su nueva pujanza.
Análisis Faldón

Te propongo un paseo tranquilo por la Málaga tecnológica. Cerca de 10.000 pasos y algo más de 7 kilómetros por el centro de la ciudad para entender cuánto hay de realidad y cuánto hay de mito en la pretendida capital de la innovación española, qué se ha conseguido hasta ahora —que no es ni mucho menos poco— y cuánto queda por hacer.

Los orígenes de la Málaga tecnológica los podemos encontrar a principios de la década de los 90, cuando la Junta de Andalucía construyó el Parque Tecnológico de Andalucía. Hoy, el espacio de Campanillas, un barrio a las afueras del núcleo urbano, sigue alojando a más de 600 empresas. Allí trabajan más de 24.000 personas, según datos de marzo de este año.

Pero la pandemia y los cambios de hábito y trabajo que propició la crisis ha provocado que muchas compañías decidan asentarse algo más cerca del centro de la ciudad. Es el caso de Google, que adquirió en 2012 VirusTotal. Con la compra, el gigante del buscador fichó a su personal, entre ellos el fundador Bernardo Quintero, quien convenció a la estadounidense de quedarse en Málaga.

El resto de la historia ya es conocida. Hace unos días Google inauguró su nuevo centro de excelencia en ciberseguridad a cuatro pasos del Muelle Uno, una zona comercial y de restauración en suelo portuario que se abrió al público hace 12 años, fruto de los esfuerzos por integrar el recinto marítimo con el centro de la ciudad.

Hoy VirusTotal es la mayor plataforma para comprobar y analizar malware de toda la red. Pero también es un faro bajo el que se teje desde hace lustros un ecosistema de innovación. Un ecosistema que recibió otro impulso a mediados de la primera década de los 2000 con la propuesta de convertir a la ciudad en una capital tecnológica.

Aquella propuesta nació de la dirección de más de 50 empresas de telecomunicaciones y tecnología que fundaron el Club Málaga Valley. La ciudad se extiende desde los montes de Málaga al valle del Guadalhorce, sí, pero evidentemente el nombre que se eligió pensaba más bien en otro valle. En uno que se encuentra al otro lado del Atlántico, en el estado de California.

Los anhelos por ser la Silicon Valley europea se prodigan por todo el Viejo Continente. Pero en Málaga, gracias a la presión de colectivos sociales y expertos, de la mano de las empresas emergentes que nacieron allí y empiezan a triunfar en todo el mundo, el tono empieza a cambiar. Se empieza a comprender que no se tiene por qué ser un Silicon Valley. Que se puede ser otra cosa.

Freepik abrió este verano oficinas en EEUU, el fundador de BeSoccer insistía hace un año que no tiene precio de venta pero solo estaría dispuesto a negociar con Amazon por encima de los 100 millones, las nuevas regulaciones tecnológicas europeas abren pista a Uptodown para intentar competir de tú a tú con Google y Apple en el mercado de la venta y oferta de apps...

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Y la comunidad sigue tejiendo sus lazos, con la celebración incluso de eventos deportivos como los Málaga Tech Games que enfrentan a los empleados de todas las firmas más destacadas de la industria local. Una idea que nació como broma y que ha acabado ayudando a cohesionar la marca de la Málaga tecnológica. Sin los controvertidos valley por detrás.

Pero mientras los datos avalan la pujanza del nuevo tejido productivo de la ciudad —que sigue dependiendo mucho de la hostelería y el turismo—, cada vez más vecinos lo viven con escepticismo. Hace apenas unos días un ranking de Forbes situó a Málaga como la mejor ciudad para vivir y trabajar… y eso no hizo mucha gracia.

El riesgo de que el Parque Tecnológico de Andalucía —ahora conocido como Málaga TechPark— no logre atraer a muchas de las gigantes que han izado velas estos años frente a la bahía —como es el caso de Vodafone, que mantendrá sus operaciones allí a pesar de la venta de la filial española a Zegona— puede intensificar sus problemas de suelo.

Los precios de los alquileres están por las nubes —algo que se puede atribuir de hecho al boom turístico que la ciudad experimentó en la década pasada y a la proliferación de apartamentos turísticos y airbnbs— y las empresas no encuentran muchas oficinas atractivas. Múltiples informes destacan que en la ciudad faltan metros cuadrados de oficinas.

Todo eso lo he visto en mi paseo, que te voy a intentar mostrar en unas pocas fotos. Queda claro que, como el propio Quintero advertía hace unos días, el boom tecnológico no vale "si crea desigualdad y falta de vivienda".

Las instituciones deberán velar porque el crecimiento de esta Málaga tecnológica sea sostenible y no deje a nadie atrás. Se requiere de un meticuloso ejercicio de política para evitar que Málaga acabe muriendo de éxito.

Echamos a andar.

Nuestro paseo empieza aquí. Nos bajamos del tren y, como siempre que vengo por aquí, lo primero que noto es la humedad y, muy puntualmente, un poco de aroma a salitre. Ese que luego se echa tanto de menos. Estamos en la estación María Zambrano. 

Alberto R. Aguiar en la estación de Málaga.

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Y el primer ejemplo de que Málaga ahora atrae a las tecnológicas se puede ver nada más salir de la estación, aunque pase desapercibido. Uno de los pabellones de la antigua estación es hoy un coworking en el que Vodafone asentó sus primeras oficinas en enero de 2022.

Impact Hub y Espacio Vodafone en Málaga.

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Ahora Vodafone también tiene otro espacio en unas instalaciones de la Universidad de Málaga en Martiricos, río Guadalmedina arriba.

Si no te acercas, ni te enteras.

Espacio Vodafone en el entorno del Vialia María Zambrano de Málaga.

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Antes de darnos un paseo por el centro, vamos a coger el metro. Lo bueno de Málaga es que es una ciudad acogedora y las distancias son asequibles a pie, pero no vamos a bajar todavía a la Almendra Histórica: primero vamos a coger la línea 2 para conocer una Málaga más auténtica, que va más allá de su escaparate.

Estación del Metro de Málaga.

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Nos apeamos en la parada de El Torcal, en la populosa Avenida de Velázquez. Estamos en el distrito Carretera de Cádiz, con una densidad de población de unas 20.000 personas por kilómetro. Es uno de los distritos más densamente poblados de Europa.

Avenida Velázquez, Málaga.

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Cerca de aquí, en las antiguas instalaciones de una fábrica tabacalera, se levantan varias dependencias municipales. También el Polo de Contenidos Digitales que el Ayuntamiento de Málaga puso en marcha oficialmente hace unos años, y en el que se impulsan startups tecnológicas. El año pasado, Málaga recibió dos millones de euros para incubar startups relacionadas con el metaverso.

Polo de Contenidos Digitales de Málaga.

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Comenzó en 2017 pero en la ciudad ya se han compartido otras experiencias de impulso institucional al tejido tecnológico.

Si caminaras por este distrito hacia el oeste te toparías con la autovía y también con la sede que BeSoccer inauguró hace dos años: un espacio de 4.000 metros cuadrados de oficinas desde donde opera la popular app de resultados de fútbol, hoy socio tecnológico de clubes de élite.

Pero volviendo a la estación de trenes, empieza nuestro recorrido hacia el centro de Málaga. A pocos metros está un edificio de oficinas donde Freepik, el gigante malagueño de vectores y recursos para diseñadores, amplió sus oficinas en 2019 con 2.000 metros cuadrados.

Imagen de la oficina de Freepik, previa a la pandemia.
Imagen de la oficina de Freepik, previa a la pandemia.

Freepik

Estamos ya en otro barrio histórico de la ciudad, El Perchel. Y me encuentro la primera en la frente. Hace meses una promotora compró varios bloques de la zona para proyectar un conjunto residencial, obligando a muchos vecinos a marcharse. El conflicto inmobiliario llegó a tal punto que incluso el Ayuntamiento intervino, pidiendo a la promotora que retirara varias denuncias de desahucio.

El Perchel, Málaga, protestas.

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El Consistorio, gobernado por el PP, ha tenido que intervenir de lleno en esta controversia. El conflicto inmobiliario está a punto de resolverse después de que las negociaciones entre promotora y los vecinos de la zona hayan progresado.

Nos asomamos desde El Perchel, donde todavía se ven varias pancartas de protesta, al río Guadalmedina. Junto al Puente de Tetuán se levanta imponente el abandonado y antiguo edificio de Correos. Para él, algunos vecinos pidieron equipamientos culturales. Desde el puente se ven las fachadas intervenidas por artistas urbanos como D*Face y Obey.

Río Guadalmedina, Málaga.

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Las intervenciones artísticas fueron producto de un controvertido festival de arte urbano que celebró Málaga hace una década, cuando convirtió uno de los barrios del centro en un Soho. Fue cuando en Málaga se empezó a escuchar el término gentrificación. El Premio Nacional de Artes Plásticas de 2022, Rogelio López Cuenca, analizó y criticó el fenómeno en su día.

Enfilamos el puente, superando una cicatriz urbana como es el Guadalmedina, y nos adentramos en la Alameda Principal, la principal arteria de la ciudad. El trasiego de coches y peatones es constante.

Alameda de Málaga.

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A la Alameda al fin llega el metro de Málaga, tras casi una década de obras con las que también se ejecutaron un remodelado integral del entorno.

Alameda Principal, Málaga.

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Si caminamos atentos por la Alameda y enfilamos la calle Puerta del Mar a la izquierda, nos encontraremos unos apartamentos turísticos. Uno de tantos en el centro de la ciudad, pensarás...

Apartamento turístico en Málaga.

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... Pero claro, aquí está la chicha. Las oficinas de Uptodown están en este mismo portal, lo que me pareció un estupendo ejemplo de la dicotomía en la que vive la capital de la Costa del Sol: la necesidad de conjugar adecuadamente dos tejidos productivos —el turístico y el tecnológico— con el suficiente equilibrio y mesura para no seguir expulsando residentes.

Uptodown en Málaga.

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Volviendo a la Alameda, agotamos su recorrido cuando ya vemos la estatua del Marqués de Larios, el empresario y promotor que remodeló buena parte del centro en el siglo XIX e inauguró la calle Larios, abriendo la almendra histórica de la ciudad al puerto.

Alameda Principal con calle Larios.

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Antes de girar la esquina, no puedo evitar fijarme en algo que hacía tiempo que no veía. Un cartel de alquiler colgado de un balcón. En tiempos de Idealista, esto no me lo esperaba. Y curiosamente, se trata de una oficina de 90 metros cuadrados por la que se piden unos 1.300 euros mensuales. Parece que, a pesar de la falta de espacios, está costando darle salida a este inmueble. 

Cartel de se alquila en Málaga.

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Nos adentramos en la calle Larios, posiblemente la vía más fotografiada de la ciudad, antes de enfilar otra de sus bocacalles, la calle Bolsa.

Calle Larios, en Málaga.

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Porque en tan solo dos minutos...

Calle Bolsa en Málaga.

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... Llegamos a este portal en la calle Molina Lario, que posiblemente no te dirá nada, pero aquí tiene también parte de sus oficinas Freepik. En concreto, su sede corporativa, con algo más de 1.600 metros cuadrados, que hace años que se les quedó pequeña.

Freepik en Málaga.

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Pero que tiene unas envidiables vistas a la Catedral de Málaga.

Vistas de Freepik.

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Salimos por Molina Lario y cruzamos la Plaza de la Marina hasta llegar al Palmeral de las Sorpresas, ya en suelo portuario. Es lo que administrativamente se conoce como el muelle dos.

Palmeral de las Sorpresas, Málaga.

Getty Images/iStock

Entre puestos de artesanía, me sorprendí al encontrarme con este edificio.

Centro de Ciberseguridad de Andalucía.

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Que no es otra cosa que la nueva sede del Centro de Ciberseguridad de Andalucía, inaugurado hace unos meses. Que la ubicación sea esta, por supuesto, no es casualidad.

Centro de Ciberseguridad de Andalucía.

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Porque a otros dos minutos a pie ya nos adentramos en el Muelle Uno, también bajo la servidumbre de la Autoridad Portuaria pero reconvertido hace una década en una zona comercial y de restauración. Los malagueños dan sus paseos aquí disfrutando de las vistas junto al puerto deportivo.

Muelle Uno, en Málaga.

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Y me encontré un Muelle Uno repleto de guiños a la inauguración del nuevo centro de ciberseguridad de Google. La gente de marketing de la compañía ha hecho una apuesta por lo local. Qué mejor que una barca de espetos para hablar del phishing.

Stands de Google en el Muelle Uno.

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Confieso que fui reticente: hay una línea muy fina entre el homenaje a lo local y la frivolidad. Pero había un puesto de Google en el que servían cafés por ser expertos en la nube, y eso me conquistó. Si no lo pillas, es porque en Málaga hay una forma muy singular de pedir el café.

En esa misma esquina está lo que quizá sea hoy uno de los símbolos más reconocibles de la nueva Málaga, el cubo del Muelle Uno. Aunque lo parezca, no, esos colores no son por Google... bajo ese cubo está la sede del Museo Pompidou de Málaga.

Alberto R. Aguiar frente al cubo del Museo Pompidou de Málaga, en el Muelle Uno.

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Y termino este tour a las puertas del nuevo centro de ciberseguridad de Google, que tiene unas envidiables vistas al skyline malagueño. Se ubica en un antiguo edificio que perteneció al Gobierno Militar de la ciudad. Dentro se conservan algunos guiños: hay unas letras con las siglas GM —Gobierno Militar— en la cantina del centro... aunque ahora bien pudieran responder al acrónimo de Google Málaga.

Alberto R. Aguiar frente a la puerta del GSEC Málaga, centro de ciberseguridad global de Google.

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En definitiva, Málaga tiene todavía que demostrar saber conjugar ese crecimiento económico con la sostenibilidad en su prosperidad. Hacen falta oficinas, hace falta planificación, hace falta crecer sin expulsar a nadie. Aunque como alguien que se fue de Málaga a Madrid, puedo entender perfectamente que tanta gente quiera marcharse allí.

Playa de la Misericordia, en Málaga.

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