¿El Polo Norte y Sur tienen dueño o son territorios abiertos?

Tanto el Polo Norte, que se encuentra en el Ártico, como el Sur, en la Antártida, seguro que te sugieren muchas cosas, pero ¿te has preguntado si son territorios de algún país, son libres de soberanías o compartidas, como el resto de la región? 

Como primer dato, decir que aunque ambas son zonas de condiciones extremas, sus estatus legales y las aproximaciones a su gestión no podrían ser más diferentes. Lo cierto es que es una intrincada tela de acuerdos internacionales, reclamaciones territoriales y compromisos de conservación que definen quién, si es que alguien, "posee" los polos de nuestro planeta

El Ártico, un mosaico de reclamaciones

El Ártico es un mar de hielo rodeado por territorios de países soberanos que se encuentra en una situación única en cuanto a la soberanía. La Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar de 1982 es crucial aquí, estableciendo un marco para que los países costeros (Canadá, Dinamarca por Groenlandia, Noruega, Rusia y Estados Unidos por Alaska) ejerzan derechos sobre los recursos hasta 200 millas náuticas de su costa. 

Esto ha llevado a un reparto de zonas económicas exclusivas (ZEE), pero deja el Polo Norte geográfico en una especie de limbo compartido, regulado por acuerdos internacionales como la Declaración de Ilulissat de 2008.

Cooperación y competencia en el Ártico

A pesar de las claras ZEE, la región ártica ha visto un aumento en el interés global debido a sus ricos recursos naturales y las nuevas rutas de navegación que el derretimiento del hielo podría abrir. 

Esto ha llevado a una situación delicada donde la cooperación, principalmente a través del Consejo Ártico, se equilibra con la competencia por extender las reclamaciones territoriales. Noruega ha sido hasta ahora el único país en lograr una expansión significativa de su jurisdicción en el Ártico.

La situación diferente de la Antártida, un continente para la ciencia

La situación en la Antártida es radicalmente diferente, con un compromiso único entre los países del planeta. El Tratado Antártico de 1961, un logro diplomático sin precedentes, estableció el continente como una reserva dedicada a la paz y la ciencia. 

Aunque varios países tenían reclamaciones territoriales previas, el tratado las "congeló", nunca mejor dicho, prohibiendo nuevas reclamaciones y la actividad militar, mientras que promovía la cooperación científica internacional.

Los desafíos futuros en la Antártida

A pesar del éxito del Tratado Antártico en mantener la Antártida libre de conflictos y explotación a gran escala, el creciente interés en sus recursos naturales subraya la importancia de vigilancia continua. La revisión del Sistema del Tratado Antártico en 2048 podría abrir debates sobre su futuro, especialmente en lo que respecta a la explotación de recursos. 

La gestión de los extremos del mundo

Tanto en el Ártico como en la Antártida, la conservación y el uso sostenible son de suma importancia. La creciente atención hacia estos territorios no solo se debe a sus recursos, sino también a su papel en el sistema climático global. La colaboración internacional, tanto en la investigación científica como en la gestión de recursos, es vital para asegurar que estos espacios únicos permanezcan protegidos para las generaciones futuras.

Sin embargo, los desafíos a los que se enfrentan el Polo Norte y el Polo Sur, y por ende el Ártico y la Antártida, son un microcosmos de las tensiones globales entre la soberanía nacional, la gestión de recursos y la conservación ambiental. A medida que el mundo se enfrenta al cambio climático y a la escasez de recursos, será una prueba de fuego definitiva y un testamento de nuestra capacidad para los objetivos comunes.