El complejo rompecabezas que esconde la salida a bolsa de Puig

Ilustración bolsa

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  • Puig, el gigante catalán de la belleza, saldrá a bolsa el 3 de mayo con una valoración que podría alcanzar los 14.000 millones de euros. 
  • El movimiento obliga a ver más allá y preguntarse cómo hará la multinacional para mantener el equilibrio entre blindar su rol familiar y su atractivo bursátil.

La cuenta atrás ha comenzado. Puig, la multinacional de perfumes, moda y cosmética catalana, protagonizará el próximo 3 de mayo la mayor salida a bolsa en España de la última década —con muchas probabilidades de posicionarse en el ránking de las mayores capitalizadas del Ibex 35 antes de que acabe el año—.

Con sede en Barcelona y fundada en 1914 por Antonio Puig Castelló, la compañía sacará a bolsa acciones de clase B en una operación que combinará una oferta pública de venta (OPV) con una oferta pública de suscripción (OPS).

El tamaño de la operación de venta y suscripción se estima en casi 3.000 millones de euros. La valoración de los títulos se situará entre los 22 euros y los 24,5 euros, aunque habrá que esperar al 30 de abril para conocer el precio final. 

El movimiento bursátil, que podría llevar a la empresa a alcanzar una valoración de casi 14.000 millones de euros, llega acompañado de la publicación del folleto aprobado por la CNMV. Más de 400 hojas en las que la empresa catalana desgrana, entre otros puntos, su imagen financiera completa. También, aunque de forma velada, lo que todo el mundo ansía saber: ¿por qué sale Puig a bolsa?

Los 3 años que cambiaron todo dentro de Puig, el gigante español de la cosmética que va a salir a bolsa

La pista que desliza Puig sobre su salida a bolsa

La compañía, con unas ventas netas de 4.300 millones de euros, señala que tiene la intención de utilizar los ingresos generados de estas acciones para fines corporativos generales. Entre ellos, aparece el refinanciar los importes del dividendo o reducir parte de su deuda no corriente, que, a 31 de enero, ascendía a 279 millones de euros. 

Sobre el punto más crucial, es decir, una ambiciosa hoja de ruta vinculada a su salida a bolsa, Puig revela pocas pistas, aunque desliza la más clave: blindar un futuro robusto.

El folleto reseña así que el aterrizaje bursátil es la oportunidad para "competir mejor en el mercado internacional de la belleza durante su próxima fase de desarrollo" pero también para "alinear sus estructuras corporativas y de capital con las mejores compañías familiares en el sector".

Pero el movimiento de Puig, el más trascendental en sus más de 100 años de historia, obliga a ir más allá. "Salir pa na es tontería", plantea con retranca una fuente cercana al sector, pero hacerlo obliga a la multinacional a idear un plan que blinde su rol familiar sin dejar de escuchar al mercado.

Objetivo: blindar el futuro de la empresa

 Antonio Puig fundó Puig en 1914
Antonio Puig fundó Puig en 1914

Puig

"Hay pocos motivos por los que una empresa decida salir a cotizar", sostiene Maria Mina, analista de Estrategias de Inversión. La experta apunta a dos razones que, a su vez, no pueden entenderse por separado: "Ejecutar un plan de crecimiento ambicioso y facilitar la transmisión de las participaciones entre los miembros de la familia".

El ejercicio no es menor en el seno de Puig: la centenaria empresa está en manos de la tercera generación del fundador, Antonio Puig Castelló. "14 primos y solo unos pocos en la gestión y primera línea decisoria, es un lío seguro", sostiene Mira. La cuarta generación, mantiene la experta, suele ser la de los problemas tanto en la gestión como en la toma de decisiones. 

Había que hilar, por tanto, un plan familiar apelando a la expansión y el crecimiento económico, lo que requiere una suma notable de capital. Algo que le brinda la salida a bolsa que, además, incluye la entrada en el consejo de nuevos asesores independientes como María Dolores Dancausa, ex-CEO de Bankinter, y el presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu

De esta manera, ganan sentido las ideas plasmadas en el folleto: "Convertirse en una empresa cotizada implica un mayor nivel de escrutinio (...), al tiempo que asegura que las próximas generaciones de la familia cumplan con los más altos estándares posibles mientras dirigen la compañía en el futuro".

La fórmula bursátil de Amancio Ortega 

"Puig quiere pasar al siguiente nivel, hacerse rico", resume Rafael Ojeda, analista en Fortage Funds. Matiza, eso sí, que pretende hacerlo con la mesura propia de quien tiene todo por hacer y un notable peso familiar a la espalda. 

Esto, sobre el papel, implica que la empresa busca con su salida a bolsa aumentar su valoración al vincularla a una proyección económica a corto o medio plazo y su venta parcial ya parte de un precio mayor, el fijado bajo este futurible. La fórmula no es compleja: "Te desprendes de una parte de la empresa por un precio mayor al actual, al tiempo que sigues teniendo el control de la misma", explica el analista.

Nada diferente al plan acometido por Amancio Ortega con la salida a bolsa de Inditex, en mayo de 2001. El fundador del gigante textil se quedó con el 60% de las acciones y colocó algo menos del 40% en el mercado.

Aunque Inditex en su salida ya era más grande que Puig, el punto de partida era el mismo: "Lo que tenía Amancio Ortega, hasta entonces, eran muchas acciones pero de una empresa que nada tiene que ver con su magnitud presente. Su crecimiento fue un hecho". La capitalización bursátil de Inditex se mueve ya por encima de los 136.000 millones, la mayor del Ibex 35.

El equilibrio entre la familia y el mercado

En imagen, Antonio, Mariano, José María y Enrique Puig Planas, la segunda generación familiar de Puig.
En imagen, Antonio, Mariano, José María y Enrique Puig Planas, la segunda generación familiar de Puig.

Puig 

No obstante, existen claros matices entre ambas empresas: "Puig es una empresa más pequeña, tienen miedo, y con razón, a perder el control político de la sociedad y que la empresa deje de estar en sus manos y le lancen una opa", apunta Ojeda. 

Sergio Ávila, de IG, opina que la cotización en bolsa mejorará todos los puntos de Puig —crecimiento, visibilidad y liquidez—, pero no obvia que la verdadera misión es "seguir tomando decisiones estratégicas a largo plazo bajo el control de sus fundadores, sin ceder a presiones externas".

Todo lo anterior se refuerza con el hecho de que Puig solo coloca en el mercado acciones de clase B frente a las de clase A, que permanecerán en poder de la familia fundadora y nunca cotizarán. Esto, en pocas palabras, significa que en caso de que algún accionista de clase A —la familia— quiera vender, tendrá que ofrecer primero los títulos al resto de familiares.

"Se ha buscado proteger el carácter familiar de Puig de cara al largo plazo", sostiene la analista. Una fórmula que no es nueva en empresas con las mismas coordenadas que Puig, como los gigantes de la belleza Estée Lauder o L'Oréal. 

Esa medida, sin embargo, puede chocar con los otros grandes protagonistas. Estar en el mercado te obliga a ser atractivo en él, y para el analista de Fortage Funds, el plan de Puig no lo es: "No me parece interesante la operación porque sale al mercado con sus acciones malas".

El experto insiste así en que los títulos que va a colocar no tienen derechos políticos, no conllevan ninguna relevancia institucional y no permite pedir explicaciones a la gestión de la familia Puig. "No puedes estar en Ibex 35, ser una empresa en el foco de los grandes fondos de inversión del mundo, cuando no les ofreces absolutamente nada", sentencia. 

Con todo, el compromiso de Puig pasa por no renunciar a nada: familia y mercado. La cuestión ahora reside en si puede cumplir con las expectativas que hay puestas con su balanza actual. 

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