Así es el trabajo de una agricultora de Almería: el amor por el campo no es suficiente

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Paqui Ruiz agricultora

Business Insider

  • Paqui Ruiz, agricultora almeriense, trabaja un invernadero de 9.000 metros donde ha cultivado pimiento, calabacín, melón y sandía.
  • Explica cómo es trabajar de sol a sol y ahora, con una enfermedad, duda de si podrá mantener este oficio hasta la jubilación.

Del campo a la mesa. Así está acostumbrada a comer Paqui Ruiz Requena. Por eso cuando va a los supermercados lo que ve —y a veces come— no coincide con lo que cultiva en su invernadero de 9.000 metros cuadrados de El Ejido, Almería. Ni por sabor ni por precio.

Se muestra algo dubitativa en si su trabajo actual representa a los agricultores, porque ha pasado de trabajar 12 o 14 horas al día cultivando dos plantaciones al año, a hacerlo ocho horas con una plantación debido a una enfermedad. Pero sigue sin haber fines de semana, ni festivos.

¿Cómo es una jornada? "Según la época del año, madrugas más o menos", explica, porque el sol, y el calor, es un factor clave para el invernadero. En invierno comienza sobre las ocho de la mañana, después de llevar a su hijo a la escuela infantil para acabar algo antes de las cuatro, eso sí, si no hay que volver por la tarde (porque siempre hay trabajo por hacer). Aunque si tiene que coger pimientos o cargar el camión, el día empieza antes de llevar a su hijo.

En verano toca empezar cuando aún es de noche. A eso de las seis de la mañana enciende los focos para comenzar la jornada que en torno a las 12.00 se vuelve ya insoportable por las temperaturas. Ahí, no queda otra que acabar para volver al anochecer a revisar todo y comprobar si hace falta un poco de riego para "refrescar" a las plantas.

El trabajo es amplío y va evolucionando con la cosecha: preparar cajas, coger pimientos, revisar las matas, dar el riego, quitar hierbas, blanquear, poner y quitar plásticos, poner guitas, tubos, triturar plantas cuando se recoge todo o gestionar la lucha integrada. 

Esto último es un sistema de control de plagas mediante el uso de depredadores naturales de las plagas que afectan a la plantación y hay que controlar que tengan las condiciones adecuadas. Al igual que vigilar los vientos y abrir y cerrar el invernadero respecto a ello. "Hay que estar muy muy pendiente", hace hincapié.

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"Antes era un torbellino"

Ruíz es autónoma desde 2004, ahora se centra en el cultivo del pimiento, pero ha trabajado también el calabacín, el melón amarillo o la sandía. "Antes sí que trabajaba más intensivo, porque era de sol a sol, no tenía carga familiar ni enfermedad y todo el trabajo que podía adelantar lo hacía", explica, "antes era un torbellino. No paraba".

Habla con el conocimiento de quien se ha criado en el campo: sus abuelos eran agricultores, su madre y también su pareja. Ha mamado ese amor por la tierra desde pequeña y se le nota al hablar. Se interesó por el oficio desde joven y empezó a trabajar con su madre. Luego alquiló su primera parcela, de 6.000 metros, lo que combinaba con el trabajo en un almacén por las tardes. 

"Me venían años buenos, años fatales… —recuerda— Antes plantaba calabacín y melón y a veces era preferible dejar de cosechar la primavera del calabacín porque no salían las cuentas. Eran muchas horas de trabajo, te pagaban poco y no cubría los gastos de producción".

Pero hasta ahora nunca se ha rendido. "Lo bueno que tiene un invernadero es que nunca te va a faltar comida en casa. Que parece a lo mejor que es una tontería, pero siempre tienes qué comer", cuenta. Otro motivo es su amor por la tierra que se nota a cada palabra. "Me gusta sembrar en primavera porque es muy bonico ver como trabajan las abejas. Me encanta ver como cada día va creciendo todo y piensas esto lo estoy cultivando yo… Es que me encanta".

Prohibido enfermarse

Hace tres años que Ruiz se quedó embarazada, fue un embarazo de riesgo en el que, además, sufrió una necrosis retiniana aguda que le ha supuesto hasta cinco operaciones a lo largo de este tiempo. Ser autónoma y agricultora no es tarea fácil.

Tuvo que contratar a una persona y darse de baja sin ayuda porque explica que le decían que no le correspondía. Ello sumado a la maternidad. "La verdad que cuando lo de ser madre me lo he pensado mucho, porque se te quitan las ganas", apuntilla.

Ahora tiene 41 años y confiesa que no sabe cuánto tiempo aguantará en este trabajo al que ha dedicado toda su vida. "Veo otros horizontes para mi vejez pensando que va a llegar el día en que no pueda mantenerme en la agricultura", confiesa con pena.

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