Trabajo en un club de lujo en Ibiza: voy a los sitios de moda y me pagan 500 euros por guardar una tumbona al lado de la piscina

Mark Ellwood
| Traducido por: 
Alexia Parmigiani trabaja para un club en Ibiza reservando tumbonas en la playa.

Vaal Morosova

  • Alexia Parmigiani trabaja en Queen of Clubs, una empresa de servicios de lujo en Ibiza: entre sus tareas como empleada está la de reservar tumbonas por 500 euros más el alquiler de la hamaca.
  • Su empresa también ofrece un servicio por 1.500 euros en el que un "fijador" acompaña a los clientes de fiesta.

Alexia Parmigiani, de 46 años, viajó por primera vez a Ibiza cuando tenía 20 años. 

La isla empezó a perfilarse como un paraíso de la fiesta a finales de los 90, y ella volvía una y otra vez, siempre con la idea rondándole la cabeza de vivir allí. Pero dar el paso suponía dejar su carrera profesional en Londres, donde dirigía su propio negocio como diseñadora de moda.

En 2020, por fin decidió dejar atrás la moda, cerró su negocio y se trasladó a Ibiza con su marido y su hija de 10 años.

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Parmigiani trabaja ahora para la empresa de servicios de lujo Queen of Clubs, un empleo que describió como asistente personal de turistas. "No se trata de agobiar al cliente con preguntas cada minuto, sino de anticiparse a su estilo de vida y ofrecerle lo que quiere", explica a Business Insider.

Su trabajo consiste en ocuparse de los visitantes durante la temporada alta, que suele ir de finales de mayo a finales de septiembre. "Agosto es el mes que más trabajo hay, porque todo el mundo llega a esta pequeña isla al mismo tiempo", comenta.

La labor que desempeña en el club caracteriza muy bien lo que es la esencia del destino. "Ibiza es una isla de ritmo rápido; nadie quiere irse a dormir", excepto si es para tumbarte en una tumbona junto a la piscina, afirma. 

Para que sus clientes más adinerados no se queden sin una en la isla más fiestera de Europa, uno de sus trabajos consiste en guardarlas hasta que ellos vengan.

Ibiza, España.
Ibiza, España.

NeonJellyfish/Getty Images

Una de sus principales tareas es guardar una tumbona para los clientes que salen de fiesta

A los propietarios del Queen of Clubs se les ocurrió la idea de crear el servicio "Hold my sunbed" para adaptarse al estilo de vida nocturno de la isla, explica Parmigiani. 

"Aquí todo empieza más tarde: la comida es a las 3 de la tarde, la cena puede ser a medianoche, y luego te vas de fiesta y puedes acabar a las 7 de la mañana o quién sabe cuándo. Así que, ¿cómo es posible estar en una tumbona a las 11 de la mañana? Es una isla de 24 horas".

Los mejores clubes de playa no ofrecen tumbonas por orden de llegada, sino que han empezado a vender reservas por adelantado, lo que refleja el cambio de clientela a lo largo de los años. Por supuesto, no son baratas: una tumbona puede costar hasta 500 euros. La más cara es la cama redonda para cuatro personas que se puede usar todo el día, o 150 euros por una tumbona individual bien situada.

Cuando se reserva una tumbona directamente a través del club, los usuarios deben llegar a tiempo –con 20 minutos de cortesía– o si no, la hamaca se revenderá y no se reembolsará el dinero. Ahí es donde el servicio "Hold my sunbed" entra en juego.

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Además de pagar por la tumbona, que Parmigiani vaya a guardar una es un servicio que cuesta 500 euros extra al día, ya sea para una pareja o un grupo de amigos, aunque Queen of Clubs se lleva una comisión.

Una vez que los clientes la contratan, Parmigiani llega sobre las 10 de la mañana y negocia con el gerente del club el mejor sitio, que casi siempre es en primera fila junto a la piscina. Nunca se sienta en las tumbonas mientras espera para no arrugar la ropa de cama. Además, suele llevarse un ventilador de mano para soportar mejor el calor y no sudar. 

Los turistas adinerados y dormilones pueden ser imprevisibles. Recuerda a un grupo de estadounidenses que siempre llegaban al menos 3 horas tarde a todas las reservas, incluidas sus tumbonas, lo que le obligaba a coordinar todo el día sin saber nada de ellos. "No se daban cuenta del caos que generaban y de que todo el mundo estaba estresado por su culpa mientras ellos se lo pasaban en grande", señala.

En la mayoría de los beach clubs de Ibiza, los clientes no pueden reservar a la vez una tumbona y una mesa para comer, ya que los locales se esfuerzan por mantener todas las plazas ocupadas en todo momento. 

Esto significa que Parmigiani a menudo tiene que hacer malabarismos para reservar una comida en otro sitio mientras ella está al sol cuidando de una tumbona. "Tuvimos un cliente que se fue del club de playa sin pagar y le dije: 'No te preocupes, estabais tan bien atendidos que os habéis olvidado de pagar la cuenta'".

Parmigiani cuenta con un equipo de 6 personas que pueden cubrir los principales clubes de playa cada mañana. "Lo máximo que he retenido en un mismo sitio a la vez han sido 10", asegura. 

Por la noche, la empresa de Parmigiani ofrece una opción similar para ir de discotecas

La noche en Ibiza.
La noche en Ibiza.

REUTERS/Enrique Calvo

Una vez que Parmigiani deja las tumbonas a sus clientes, sigue con otras tareas, como el check-in en las villas o con la coordinación de un coche para ir al aeropuerto privado local. Sin embargo, este tipo de servicios continúa por la noche: por 1.500 euros, se puede contratar a un "fijador" como asistente fuera del horario laboral.

Los fijadores suelen acompañar a los clientes en 4 salidas nocturnas. El trabajo consiste en ir al restaurante para reunirse con el grupo después de haber comprobado que todo está bien en la mesa VIP donde hayan reservado para más tarde. 

Luego acompaña a los clientes a las discotecas y se queda con ellos toda la noche. El fijador o "fixer" siempre hace una foto de la cuenta. "A los clientes les gusta ver lo que se han gastado", asegura Parmigiani, sobre todo si no se acuerdan bien.

Los fixers se conocen a todo el mundo, por eso pueden garantizar una entrada rápida y discreta a cualquier local y conseguir reservas de última hora, incluso en temporada alta, cuando los clubes están a tope. Aunque están trabajando, los fixers pretenden ser una compañía agradable. "Al final de la noche, los clientes siempre les invitan a tomar un chupito", explica.

Una vez, una familia que contrató los servicios de Queen of Clubs insistió en reservar mesa en una discoteca donde la edad mínima para entrar era 18 años, pero uno de sus hijos era menor de edad. "Intentaron entrar con un carnet ilegal, pero los clubes de Ibiza se conocen todos los trucos para falsificar un carnet, así que lo rechazaron y la familia perdió una mesa de 6.000 euros", cuenta. 

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"Lo más probable es que el club revendiese la mesa, así que probablemente esa noche ganaron 12.000 euros más. Pero el arreglador les llevó luego al Blue Marlin, donde el menor de edad pudo entrar un rato".

Parmigiani suele levantarse a las 7 de la mañana, comprueba sus mensajes para ver el itinerario de ese día y las reservas de tumbonas. "Tengo que asegurarme de que tengo el 100% de batería en el móvil, y de que yo misma estoy completamente cargada", afirma.

Su trabajo en nombre de los clientes es sencillo. "Nadie quiere estar pendiente del tiempo ni preocuparse por llegar tarde. Quieren que esté allí cuando ellos vean que es el momento de ir". 

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