Xiaomi se encuentra en un punto clave para seducir a los inversores: cambiar de estrategia o crecer

David Ortiz
| Traducido por: 
Iván Cernadas
Una tienda de Xiaomi, o Mi Store, en México.
Una tienda de Xiaomi, o Mi Store, en México.
  • Xiaomi se encuentra en una encrucijada: vende lo mismo e ingresa más, pero traiciona su estrategia original.
  • Mientras tanto, mantienen que son una "empresa de Internet" y no de hardware, aunque en sus beneficios pesen las ventas de smartphones de forma clara.
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Xiaomi ha presentado esta semana sus resultados financieros correspondientes al segundo trimestre de 2019. Si bien la inmensa mayoría de cifras son positivas y muy relevantes, sus acciones se desplomaron de nuevo al hacerse estas públicas.

La razón: los analistas no están satisfechos con las perspectivas de esta empresa recientemente cotizada, a pesar de las varias tendencias al alza que cuidadosamente selecciona.

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Y es que donde en 2018 Xiaomi vendía 32,0 millones de smartphones, ahora coloca 32,1 millones. O visto de otra forma: los mismos. Sus acciones se han reducido a prácticamente la mitad desde que la oferta pública de venta le llevara a la cotización en la bolsa de Hong Kong en julio del pasado año.

Ahora, se acentúa esta tendencia cuando pierde, a manos de Huawei y según datos de IDC, buena parte del pastel en su China natal, donde además se encoge el negocio.

Esto ocurre a pesar de los esfuerzos de Xiaomi por ahondar trincheras en su propio mercado, con la fuerte inversión en más tiendas físicas. Huawei se está adaptando de una forma mucho más agresiva a su drama particular, el atasco en la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Nada que ver, sin embargo, con la estampa que reproduce en occidente, donde son los fabricantes más tradicionales como Sony o LG los que afrontan la desaparición.

Huawei crece en casa, a costa de todos

Venta de smartphones en China en el segundo trimestre, en millones de unidades, frente a su volumen en el mismo periodo de 2018.
Venta de smartphones en China en el segundo trimestre, en millones de unidades, frente a su volumen en el mismo periodo de 2018.

Y es que si atendemos a las cifras y a pesar de los esfuerzos de Trump, Huawei continúa imparable y coloca en casa un terminal más por cada tres que colocaba en el mismo periodo de 2018. Y eso es a costa de la cuota de todos.

No se acaba ahí, sino que el gigante de las telecomunicaciones ha expresado su intención de amasar hasta la mitad del mercado local que resulta ser, además, el mayor del mundo.

O suben las ventas, o lo hacen los precios

Jóvenes con teléfonos móviles

No obstante, Xiaomi ingresó en el segundo trimestre hasta un 15% más que en 2018. Esto se debe en parte a que los smartphones que distribuye ahora cuestan más que los de hace un año.

Y no es exclusivamente porque los móviles que vende sean mejores, sino porque Xiaomi gana algo más de dinero por cada uno que vende.

Dos de cada tres euros que ingresa Xiaomi son aspirados por su división de smartphones. Esto hace que un relativamente pequeño incremento en los márgenes sobre este área repercutan de una forma tan importante sobre el total de sus cuentas, incluso cuando el fabricante –o "empresa de internet", como se hacen llamar ellos– afirma que no son una división de la que extraer beneficios.

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Un margen del 8,1% sobre el hardware puede no parecer demasiado, pero está un 60% por encima de su compromiso. Y es que en su salida a bolsa el fabricante sacaba pecho de una estrategia por la que no obtendría más de un 5% de margen de la venta de sus teléfonos móviles.

Y aunque en este último ejercicio suba hasta un histórico 8,1%, contradiciendo y alejándose de su propia directiva, como referencia en el otro extremo se sitúa Apple vendiendo hardware con un holgado 38%.

¿Qué sentido tiene esta estrategia? Bien, el de amplificar su alcance y expandir su experiencia propia a una mayor base de usuarios y dispositivos compatibles sobre la que colocar otros servicios y, sí, publicidad.

Si ganan poco con cada uno de ellos, significa que la cuerda se mantiene tensa con la competencia y sus dispositivos son competitivos y muy atractivos. En occidente, desde luego, lo son. Al menos en el mercado libre.

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Este movimiento encaja perfectamente con el lanzamiento del reciente Mi A3, que sabía a poco para los usuarios de la única línea con Android One.

Esto era intencional: una suerte de invitación firmada para que los usuarios que ya hayan probado las bondades de la marca se pasen a otros dispositivos que te adentren en la experiencia, en MIUI, su publicidad potencial y su multitud de aplicaciones propias.

Unos negocios que son sin lugar a dudas –que pregunten por Facebook o Google–, mucho más rentables y provechosos si echan a rodar a lo grande.

Los smartphones engordan en la báscula Xiaomi

Ingresos por división de Xiaomi, en millones de RMB.
Ingresos por división de Xiaomi, en millones de RMB.

El problema de este enfoque es que, si no consigue expandir su base de usuarios bajo MIUI –que sí aumentan todavía por simple acumulación, ya en los 279 millones mensuales, pero podría dejar de hacerlo si no avanza en distribución– y aumentar la facturación de sus servicios satélite –publicidad, aplicaciones, juegos o música– de una forma sostenida, las fuentes de ingresos se agotan.

Aunque no parece que la publicidad esté despuntando, supone una porción muy relevante y Xiaomi apunta a debilidades en el mercado chino.

La alternativa rápida puede gustar a sus inversores, pero seguro que no tanto a sus usuarios más entusiastas y fans. Pasa por aumentar los márgenes de sus móviles, y los beneficios que obtiene con ellos. O lo que es lo mismo: subir sus precios.

 Este artículo ha sido publicado originalmente en Hipertextual.

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