"La era de los derechos ha terminado": 11 inversores evalúan el crac de las tecnológicas europeas que provoca despidos y desploma valoraciones

Un trabajador de Gorillas protesta ante la sede de la compañía en octubre de 2021.
Un trabajador de Gorillas protesta ante la sede de la compañía en octubre de 2021.

Monika Skolimowska/picture alliance vía Getty Images

La racha alcista de toda una década, que alcanzó su punto álgido el año pasado con el ecosistema startup europeo levantando hasta 100.000 millones de euros en inversión, ha llegado a su fin de manera abrupta: con despidos y recortes en valoraciones bursátiles.

"La era de los derechos ha terminado", expone Michiel Kotting, socio en Northzone, fondo de inversión en tecnológicas de fase temprana. "Esto se aplica a inversores, empleados y a emprendedores".

Ha terminado una época: la época en la que los inversores de capital riesgo podían confiar en que las compañías de su portfolio pasarían a cotizar en bolsa con facilidad y en la que los emprendedores podían captar inversión con sus alegres diapositivas.

"Los mercados han funcionado bien durante un tiempo y creo que todo el mundo se preguntaba cuándo se produciría una corrección o un frenazo en la tendencia", reconoce Paul Murphy, socio en Lightspeed Venture Partners, un fondo de inversión con sede en Londres.

Aunque los fondos de capital riesgo superaron los 57.700 millones de euros en inversión durante la primera mitad de 2022, según los datos de Dealroom, ya hay síntomas que vaticinan un segundo semestre más débil.

El frenazo ha llegado, y los inversores europeos ahora calculan sus potenciales daños.

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Aunque el Banco Central Europeo haya subido los tipos para hacer frente a la inflación en un contexto de agitación geopolítica, crisis energética y pandemia persistente, los mercados están enseñándoles los dientes a las tecnológicas, y las startups se preparan para recibir un tratamiento similar.

"Hay un montón de empresas que se han financiado gracias al dinero barato y a los bajos tipos de interés", explica Hussein Kanji, socio en Hoxton Ventures, otra firma de inversión londinense.

Esto ha sucedido especialmente durante la pandemia, comparte Barbod Namini, socio en HV Capital. "El COVID-19 nos enseñó lo débiles que eran muchos sectores a nivel de infraestructura", impulsando un excesivo optimismo sobre las compañías cuyo propósito es digitalizar toda la sociedad.

"Se inyectó mucho dinero en el sector tecnológico durante la última década porque era una de las pocas áreas que continuaron creciendo. Ahora todo cambia", enfatiza Alex Ferrara, socio en Bessemer Venture Partners. "El dinero saldrá al mismo ritmo al que entró. O quizás más rápido".

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Consecuencia de ello, muchas startups que en Europa crecieron con valoraciones basadas en múltiplos desorbitados de sus ingresos ahora se enfrentan al enorme desafío de justificar esas cifras en un entorno, además, con los tipos más altos.

Cuando los tipos suben, las startups con pérdidas salen mucho más caras porque el coste de los préstamos aumenta. Una compañía que quema dinero y espera beneficios a una década vista se convierte en una inversión mucho menos atractiva, recuerda Martin Mignot, socio de Index Ventures.

"Por supuesto, los tipos altos tienen un impacto enorme en el sector tecnológico porque muchas firmas basan su valor en un flujo de caja a futuro que todavía no existe hoy", continúa.

Para Manjari Chandran-Ramesh, socio en Amadeus Capital Partners, el ciclo bajista no ha hecho más que empezar.

"Soy pesimista en ese sentido", reconoce la inversora. "Para mí, el hecho de no ver a nadie trabajando en soluciones, ya sea para la crisis energética o la guerra, me hace pensar que no veremos todavía el final a este ciclo en un tiempo".

Los sectores de consumo y en crecimiento europeos son los más vulnerables

Hasta la fecha, las mayores víctimas del fin de esta era del dinero gratis están siendo las startups enfocadas a consumidores y en fase de crecimiento, como es el caso de la startup sueca Klarna, centrada en un modelo de compra ahora, paga más tarde. Llegó a estar valorada en 45.600 millones de euros en junio del año pasado.

Desde entonces, la firma ha experimentado un drástico revés de suerte, anunciando en julio de este año que habían captado cerca de 800 millones de euros en una ronda, desplomándose su valoración bursátil a los apenas 6.600 millones de euros (una caída del 85% interanual).

"En los mercados en general hemos visto caídas en las valoraciones, pero ninguna  tan dramática como las que está experimentando el sector de la tecnología de consumo", expone Anne Glover, CEO y cofundadora de Amadeus Capital Partners.

Por otro lado Hopin, una celebrada startup especializada en reuniones y conferencias virtuales, que llegó a ser reseñada como un ejemplo del éxito pandémico en determinados negocios, fue valorada recientemente en poco más de 7.600 millones de euros y tuvo que despedir al 29% de su personal, ya que el regreso de las reuniones en personas ha reducido su potencial fuente de ingresos.

Varios inversores de capital riesgo ponen de ejemplo al sector de la entrega ultrarrápida de comida como una de las industrias que se ven abocadas a un retroceso, siendo la alemana Gorillas, que nació en mayo de 2020 y consiguió una valoración de cerca de 3.000 millones de euros en dos años, un ejemplo de firma que "está quemando muchísimo dinero".

Business Insider avanzó el mes pasado que Gorillas espera levantar 250 millones de sus actuales inversores con una valoración más baja, y que está explorando potenciales acuerdos de fusión con algunos de sus competidores.

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Un inversor, que prefiere no revelar su nombre para no influir así al resto de sus compañeros, advierte que el sector de las entregas ultrarrápidas va a ser "un puto baño de sangre".

Kanji, de Hoxton, identifica una tendencia en el ecosistema startup europeo. Todas buscan levantar "rondas internas". Estas rondas sirven para apuntalar el efectivo de sus actuales inversores, y son una alternativa o bien ante la falta de nuevos inversores o bien para evitar que esos nuevos inversores acaben reduciendo la valoración de la compañía.

"Todas las empresas están intentando conseguir dos o tres años de margen", apunta Mignot, de Index.

Los inversores también advierten de que muchas startups europeas en crecimiento se pueden ver avocadas a aceptar acuerdos inusuales.

Generalmente, un acuerdo de inversión puede contemplar cláusulas como una liquidación preferente de 1x, lo que implica que los inversores recuperen su inversión inicial en caso de que la startup colapse o se venda.

Pero Business Insider ya conoce al menos dos casos en los que startups quemando dinero y en una fase avanzada han aceptado términos más estrictos para ellas al captar nuevos inversores en rondas, solo con tal de conseguir levantarla para poder mejorar su valoración. 

En ambos casos aceptaron preferencias de liquidación más altas para determinados inversores, en lo que hasta ahora se había considerado un mercado "de emprendedores".

Muchas startups también están captando bonos convertibles, una forma de deuda, para evitar de esta manera tener que publicitar rondas en las que su valoración baja. "Hay un montón de términos y acuerdos que se podrían añadir a lo que ya se percibe como un sistema de valoración más volátil", responde Namini.

La culpa es de los turistas

Para algunos inversores, el retroceso en algunas startups europeas en fase de crecimiento tiene otros responsables: los inversores turistas.

En el último año, tanto fondos soberanos como fondos de cobertura han inundado el mercado tradicionalmente copado por inversores de capital riesgo.

Fondos como Coatue o Tiger Global han incrementado su actividad en Europa durante los últimos meses. Business Insider calcula que el año pasado Tiger participó en una décima parte de todas las inversiones que se produjeron en Europa, en términos de valor, invirtiendo a un ritmo que sorprendió a los fondos de capital riesgo de la región.

Un inversor europeo describe estas prácticas en las que startups levantan todo el dinero posible de "turistas" como "una versión de la blitzkrieg" (guerra relámpago) con el objetivo de "asustar a la competencia".

Para Stephen Nundy, socio en la firma de capital riesgo Lakestar, hacía tiempo que tanto emprendedores como inversores europeos querían que llegase el capital de crecimiento al continente, pero no con valoraciones insostenibles.

"En la fase de crecimiento, ¿se sentarán estos inversores en los consejos de administración, mantendrán llamadas semanales o bisemanales con los fundadores, o simplemente han puesto en práctica su habitual jugada de apostar lo suficiente en los suficientes sectores?", se pregunta Nundy. Tiger Global no suele sentarse en los consejos de administración de las startups en las que invierten.

Max Bautin, cofundador y socio gerente de IQ Capital, también expone cómo el desembarco de "todo tipo de combinaciones de inversores" en el ecosistema europeo ha ido inyectando frenesí en las operaciones vinculadas a las startups más grandes.

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"El concepto de fases tardías se ha empequeñecido", lamenta. "La gente que se centraba en fases tardías como especialistas se han visto desplazados, y las actuales dinámicas, en las que las operaciones se cierran en dos o tres semanas, jamás se había visto aquí".

Para las sociedades de capital riesgo convencionales, las startups que cogieron el dinero de esos inversores de bolsillo profundo en esas rondas frenéticas ahora viven una situaci´no precaria. Alastair Mitchell, socio en EQT Ventures, define la situación de esas startups como "una doble resaca".

"Han obtenido una valoración inflada que les ha obligado a sobreponerse y probablemente realizar gastos sin control, y al mismo tiempo no tienen el tipo de inversor que se solía sentar con ellos para ver cómo iba evolucionando su negocio", incide.

Otros creen que es demasiado fácil culpar de la situación del capital riesgo europeo a los grandes fondos estadounidenses. Esos grandes fondos están cimentados con estructuras de riesgo diferentes y han ofrecido a menudo el capital de crecimiento que Europa nunca ha tenido.

Para Glover, la fundadora de Amadeus, este es un problema que se ha visto incrementado por la ausencia de gestores de fondos de crecimiento a nivel local.

Los gestores de fondos extranjeros se suelen volver menos activos en el extranjero durante una recesión, explica, lo que provoca que muchas empresas que en circunstancias normales no tendrían tantos problemas para levantar inversión ahora aborden una situación muy complicada.

"Pone de manifiesto que no tenemos los suficientes fondos de crecimiento en Europa", lamenta Glover. "Lo que importa es que el gestor tenga sede en Europa y, por lo tanto, esté comprometido con lo que suceded en el ámbito europeo".

Todavía no se ha tocado fondo

Los "ridículos máximos" que se alcanzaron en 2020 y 2021 no eran sostenibles, zanja ahora Bautin, quien advierte que muchas valoraciones podrían llegar a valores que no se veían desde 2015.

Varios inversores consideran que la fase de crecimiento es la más vulnerable, ya que muchas startups de rondas avanzadas competirán con mayor tenacidad para poder levantar inversiones en comparación con empresas de fase temprana, que se han demostrado mas resistentes a las fluctuaciones económicas.

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Los inversores de capital riesgo son, por lo general, un colectivo bastante optimista. Los que operan en Europa confiesan que se verá más 'dolor' a corto plazo, pero el objetivo de crear "compañías masivas y que definan nuevas industrias" se mantiene.

"No hay razones para suavizar la situación", concede Mignot. "Pero tampoco tiene sentido ser tan pesimistas".

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