11 micronaciones absurdas en las que puedes solicitar ciudadanía o incluso tener un título nobiliario

Una imagen de la la serie 'The Simpsons'
Una imagen de la la serie 'The Simpsons'
  • El término micronación designa a una entidad, virtual o física, que se autodesigna estado soberano independiente, pero que no goza del reconocimiento de ningún gobierno u organismo internacionales.
  • Una vez declarados estos países irreales no dudan en crear su propia bandera, himno, monedas y por supuesto su propio sistema de gobierno. Y en la mayoría de ellos es posible solicitar la ciudadanía.
  • Las razones que llevan a crear una micronación son variadas: cuestionar un sistema político o socioeconómico, realizar un experimento cultural o incluso llevar la experiencia de los juegos de rol a un nivel más.
  • Desde territorios perdidos en la Antártida declarados Gran Ducado hasta la habitación de un adolescente en Milwaukee convertida en reino , aquí encontrarás un listado con algunas de las micronaciones más locas en las que puedes nacionalizarte.
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¿Quieres ser presidente, rey o incluso emperador? Pues debes saber que es posible. Cómo, pues nada más fácil que declarando tu propia nación.

Para ello necesitas pensar un nombre, diseñar una bandera, un himno y una moneda oficial. Aunque lo primero es encontrar tierras y pueblo sobre los que gobernar.

En lo relativo al terreno puedes simplemente declarar tu casa estado independiente. No serás el primero ni el segundo en hacerlo.

Para lo segundo lo mejor es empezar (como siempre) por familiares y amigos. Puedes intentar seducirlos otorgándoles títulos nobiliarios. Una vez hecho esto, debes crearte una web o una página de Facebook donde dar a conocer los encantos de tu país para seguir aumentando así tu número de vasallos.

Estos son algunos de los consejos para crear tu propio país que ofrece la web Microfreedon especializada en micronaciones.

No debes confundir este término con el de microestados (como La ciudad del Vaticano o San Marino). Una micronación hace referencia a una entidad, virtual o física, que se autodesigna estado soberano independiente, pero que realmente no lo es. Pues ningún gobierno u organismo internacional lo reconoce.

Aunque sí existe el reconocimiento entre micronaciones. Es más, para fomentar su relaciones en 2015 se creó MicroCon, una convención que cada dos años reúne a los líderes de todos estos peculiares reinos para compartir ideas, aspiraciones o proyectos.

Su existencia no se debe a una reivindicación histórica o cultural. Las razones que motivan su origen van desde lo lúdico a lo político dependiendo del grado de seriedad de la micronación.

El Principado Hutt River, en Australia, surgió en 1969 como protesta ante una ley de cuotas de producción de trigo. La disputa llevó al agricultor Leonard George Casley a declarar la independencia de sus tierras nombrándose a sí mismo príncipe Leonardo I. Precisamente el pasado mes de agosto el líder anunció el fin de su Principado y su reincorporación a Australia. Por supuesto durante todo este tiempo Casley tuvo que seguir pagando los impuestos ya el país nunca reconoció este territorio.

La República de Alcatraz en Italia fue declarada en respuesta al éxito electoral alcanzado por Berlusconi en 2008. Creada por Jacopo Fo, hijo del premio Nobel Dario Fo, esta micronación para libres pensadores reniega de la sociedad italiana y aboga por un estilo de vida sostenible que pone en práctica en los bosques próximos a Perugi donde se extienden sus tierras.

Algunas son por supuesto menos reivindicativas. Sobre todo las nacidas al abrigo de Internet. En estos casos a veces parece más una comunidad en la red o un juego de rol llevado a otro nivel. 

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Dicho esto, si consideras que liderar una nación puede quitarte mucho tiempo, también puedes optar por ser simplemente un ciudadano más.

Desde territorios perdidos en la Antártida declarados Gran Ducado hasta la habitación de un adolescente en Milwaukee convertida en reino, aquí encontrarás un listado con algunas de las micronaciones más extrañas en las que puedes solicitar la ciudadanía o en algunos casos incluso ser parte de la nobleza.

1. Liberland

Un hombre muestra la bandera de Liberland en la aldea de Backi Monostor, Serbia, el 1 de mayo de 2015.
Un hombre muestra la bandera de Liberland en la aldea de Backi Monostor, Serbia, el 1 de mayo de 2015.

Liberland es un terreno de 7 kilómetros cuadrados ubicado entre Croacia y Serbia en un área conocida como Gornja Sliga en la ribera oeste del Danubio que durante años no fue reclamado por ningún estado. Aunque en realidad lo que sucede es que tras la disolución de Yugoslavia la región cuenta con algunas zonas que aún deben ser oficialmente "repartidas".

A pesar de esto, en abril de 2015  Vit Jedlička y Jana Markovicova proclamaban allí la República Libre de Liberland, que actualmente cuenta con embajada en España. 

El lema de Liberland es "Vivir y dejar vivir", ya que las intenciones de su fundador y líder es crear un estado en el que exista una intervención mínima del gobierno sobre sus ciudadanos. 

La formación de Liberland como estado se basa en el autogobierno de sus ciudadanos. De acuerdo a sus leyes, el Presidente es elegido por el Comité Preparatorio de la República Libre de Liberland con mayoría simple de votos. 

Cuenta con una Constitución y una moneda, la Liberland Merit (una criptomoneda que funcionan de manera similar a otras como Ethereum) y en su web es posible solicitar la residencia y un pasaporte, aunque estos documentos no te permitirán llegar muy lejos dada su escasa validez.

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Aunque eso no ha impedido que el pequeño estado haya despertado un gran interés. Actualmente 600.000 personas están esperando ser reconocidas como ciudadanos de esta micronación, de los cuales 3.000 son españoles.

Si estás pensando en visitar esta micronación debes saber que por el momento nadie vive allí. Es más, intentar ir desde Croacia puede conllevar arresto, al considerarse que se está cruzando ilegalmente la frontera. Solo se puede visitar la zona en barco, por el Danubio, evitando así tocar tierra.

2.  Principado de Sealand

El Principado de Sealand.
El Principado de Sealand.

La historia de esta micronación comenzaba con la Segunda Guerra Mundial, cuando Reino Unido llevaba a cabo la construcción del HM Fort Roughs una especie de isla artificial para defenderse frente a los nazis que ha terminado dando lugar a una historia totalmente rocambolesca.

Abandonado el fuerte tras la guerra, en 1967 un grupo de personas decidió instalarse allí para comenzar a emitir una radio pirata, aprovechando su ubicación en aguas internacionales. Por aquel entonces el antiguo comandante del ejército británico Paddy Roy Bates hacía lo mismo en otro fuerte abandonado, pero con peor suerte. El lugar se encontraba en aguas británicas por lo que fue multado. La solución de Bates para evitar nuevas sanciones fue simple, se plantó en el Fort Roughs y expulsó a sus ocupantes.

Una vez instalado allí decidió llegar mucho más lejos. Declaró la independencia del fuerte creando el Principado de Sealand y nombrándose a sí mismo Príncipe de Sealand. Para ello Bates alegaba la ley “Jus Gentium” (Ley de las Naciones) sobre una parte del globo terráqueo considerado tierra de nadie (“Terra Nulus”).

Desde entonces el país plataforma ha creado una Constitución, una bandera, un himno nacional, sellos, moneda o pasaportes. En su web incluso es posible comprarse un título nobiliario. Por algo más de 600 euros se puede ser nombrado duque o duquesa. 

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Hasta la fecha han emitido unos 500 pasaportes, y cada día reciben en torno a 100 correos electrónicos de todas partes del mundo solicitando la ciudadanía, según explica el propio Príncipe de Sealand en una entrevista reciente con la BBC.

3. Imperio de Austenasia

Wrythe Public Park es un parque en Wrythe, la capital del Imperio de Austenasia, que básicamente se reduce a la vivienda familiar de los fundadores de esta micronación.
Wrythe Public Park es un parque en Wrythe, la capital del Imperio de Austenasia, que básicamente se reduce a la vivienda familiar de los fundadores de esta micronación.

El 20 de septiembre de 2008 el estudiante británico Jonathan Austen y su padre Terry Austen llevaron el eslogan de Ikea "Bienvenido a la República independiente de tu casa" al siguiente nivel. Ese día enviaron al parlamento una declaración de independencia de su domicilio en Carshalton (Inglaterra), erigiéndose Primer Ministro (Jonathan I) y emperador (Terry I) del Imperio de Asutenasia. 

Desde entonces, la  Estrella Austenasia, la bandera nacional, luce en lo alto de su casa, o lo que es lo mismo su imperio de unos 100 metros cuadrados al que posteriormente se le fueron uniendo territorios, (un jardín en Escocia, una cabaña en Montenegro...) hasta tener presencia hoy en los cinco continentes. 

Llegar hasta aquí no ha sido fácil, pues el imperio no siempre ha vivido épocas de paz. Esta micronación, cuya forma de gobierno se basa en la monarquía parlamentaria, ha tenido que encarar hasta una guerra civil, el mayor evento de su historia (que hasta el momento recoge 9 eras).

Todo empezó cuando en 2010 Terry I anunció que deseaba abdicar y el poder pasó al segundo en la línea de sucesión, el Señor Oscuro Esmond, un viejo amigo de la familia. Esto provocó tensiones con la princesa Caroline, quien consideraba que debería haber sido la segunda en la fila de sucesión. Ella tenía 12 años y el enfado derivó en un conflicto "armado" entre bandos.

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La guerra terminó formalmente el 24 de mayo con la firma del Tratado de Ruskin Road y la victoria de Edmond III. Aunque el poder no le duró mucho, pues en 2013 Jonathan I fue nombrado emperador, cargo que sigue ejerciendo.

Actualmente su población contabiliza 85 ciudadanos y rellenando un formulario es posible convertirse en ciudadano honorífico de su imperio.

4. Gran Ducado de Westarcica

Westarcica

El exmilitar norteamericano Travis McHenry buscaba un lugar donde pudiera estar solo. Y lo encontró en la mismísima Antártida. En concreto en una zona de la Antártida occidental conocida como Tierra Marie Byrd que no parecía pertenecer a país alguno.

Así en 2001 McHenry reclamó su posesión a las Naciones Unidas, creó el Gran Ducado de Westarctica y, por supuesto, se nombró Gran Duque Travis.

La micronación es en su mayoría una extensión de hielo que por el momento su líder gobierna en la distancia, pues el Gran Duque Travis no dispone del dinero suficiente para llegar hasta allí.

"¡A un precio de alrededor de 50.000 dólares por persona, es un viaje muy caro!" reconoció en 2016 a la revista Traveller, afirmando también que su intención no es solo visitar su Gran Ducado, sino financiar allí una estación de investigación.

 En línea con este objetivo años antes, en 2014, Travis registró Westarctica como una organización sin fines de lucro dedicada a proteger la vida de este ecosistema.

Aunque no resida en su micronación, este mandatario tiene mucho que hacer. Como hacía saber a Traveller pasa "entre 10 y 20 horas respondiendo correos electrónicos, escribiendo cartas, enviando títulos de caballería y títulos nobles."

La micronación superaba los 5.000 ciudadanos en en 2018, año en el que, por cierto, se abría la primera embajada oficial de Westarctica en España. Esta se ubica en la casa de Joachim Aldfinger, un alemán afincado en Néjar, y ciudadano del Gran Ducado, como publicaba entonces Diario Sur.

5. República de Molossia

Banco de Molossia

La República de Molossia se asienta sobre la finca que su Presidente Kevin Baugh compró en Reno (Nevada, EEUU) en 1998. Aunque sus orígenes se remontan hasta 1977, cuando se trataba de un territorio nómada conocido como Gran República de Vuldstein.

Allí Baugh ha impuesto una dictadura, pero no hay que alarmarse, es un buen dictador. Como el mismo explicó a CNN, siempre consulta a la primera dama de Molossia (su esposa) y al jefe de policía (su hija de 11 años). Aunque al final, reconoce se hace lo que él dice.

Su flexibilidad a la hora de gobernar no es lo único bueno de este aspirante a estado soberano. Su espíritu se aproxima bastante al de un parque temático. Su oficina de correos está dirigida por un maniquí llamado Fred, hay un ferrocarril de juguete, y una "marina activa" compuesta por los miembros de la familia de Baugh que realizan expediciones en kayak en el lago Tahoe armados con pistolas de agua.

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También hay un banco, donde se almacenan los Valora, su moneda creada por fichas de póquer y cuyo valor relativo se vincula a la masa de galletas Pillsbury. Por cierto la masa de galletas es también su comida nacional.

Desgraciadamente no podrás ser ciudadano. No se permiten nuevos residentes, pero sí visitantes. Y no te cobrarán ningún impuesto relativo a inmigración ni es necesario contar con visado alguno. Eso sí, deberás avisarles con días de antelación para gestionar la visita.

6. Reino de Ruritania

Bandera del reino de Ruritania

Ruritania es una micronación que toma como base el país ficticio del mismo nombre que aparece en la novela El prisionero de Zenda.

Aunque se basa en una ubicación irreal, su territorio principal se encuentra en Georgia, Estados Unidos, en concreto en la finca donde reside su monarca, la reina Anastasia, esposa del difunto rey Wilhelm-Rudolf. A su vez el reino cuenta con consulados y embajadas en distintos países extranjeros.

Esta monarquía absoluta basada en el derecho divino, tiene su origen en 1960. Su idioma oficial es el inglés, y su moneda es el Kronen  que equivale a 1 dólar estadounidense.

Ruritania reconoce la doble ciudadanía y no discrimina por motivos de religión, raza, color, origen nacional, tamaño, género, edad u orientación sexual. Asimismo el país no tolera ni da refugio a criminales de ninguna nación o micronación.

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En cuanto a sus relaciones internacionales, si bien están abiertos a ellas, según remarcan desde el ministerio de Exteriores, no todo es válido.

Por ello, "Ruritania no formará alianzas ni tratará con ninguna micronación que reclame territorio en la Antártida, en el fondo del mar o fuera del planeta Tierra" advierten.

Actualmente su población supera los 300 ciudadanos.

7. Ladonia

Ladonia

La historia de Ladonia se remonta a 1980. Por aquel entonces el artista Lars Vilks construyó una escultura llamada Nimis en la zona protegía de Kullaberg, en Suecia. A pesar de ser denunciado por las autoridades, Vils construyó otra obra en 1991, lo que desencadenó una serie de enfrentamientos con las autoridades. Fruto de esto, en junio de 1996 el artista proclamó en el territorio la nación independiente de Ladonia.

La cosa no quedó en una broma. Declarada la nación, hacían falta ciudadanos y sobre todo gobernantes. Así que al año siguiente se llevó a cabo una votación por la cual los seguidores de esta micronación decidieron que Ladonia sería una monarquía republicana.

Ywonne I Jarl fue su primera reina y Fernando Rodrigues su primer presidente. Desde 2011, el trono lo ocupa la reina Carolyn I, y se han nombrado 1.095 nobles y 125 ministros. Entre los ministerios hay algunos tan disparatados como el del Silencio, el de Desescolarización, el de Viajes Imposibles o el Del lado oscuro, gestionado desde España.

Por supuesto, también cuentan con moneda propia, el Örtug, (cuyo valor es equivalente al del euro) e idioma propio. Por cierto, aprender el ladoniano puede que no te resulten demasiado complejo, al menos en lo que refiere a memorizar vocabulario pues solo consta de dos palabras: "waaaall" y "ÿp". El país también acepta como idiomas inglés, sueco, noruego, danés, finlandés, alemán y francés.

La población actual se coloca en los 22.858 ciudadanos y es posible solicitar la ciudadanía sin coste alguno.

8. Reino de Enclava

bandera del reino de Enclava

En la frontera entre Eslovenia y Croacia, próximo a Liberland, se erige el Reino de Enclava, un terreno de unos 100 metros cuadrados declarados micronación en 2015 por un grupo de turistas polacos durante un viaje a Eslovenia. 

La intención de sus fundadores es crear allí "un lugar donde todos, independientemente del color de piel, religión o nacionalidad, puedan expresar sus opiniones, estudiar gratis y ganar dinero sin preocuparse por los impuestos."

Aunque más bien esto se lleva acabo desde el plano virtual, ya que nadie por el momento ocupa ese espacio físico. Es más, la propia Eslovenia asegura que es parte de su territorio.

Esto no ha impedido que esta micronación siga adelante. Declarada monarquía metaconstitucional, cuenta con su propia bandera, moneda (la corona de Enclava) y tres idiomas oficiales: polaco, chino e inglés. Actualmente más de 1.000 personas han solicitado la ciudadanía.

9. Reino de Sudán del Norte

En 2014 el agricultor estadounidense Jeremiah Heaton viajó hasta África para declarar como propio un territorio ubicado entre Egipto y Sudán, no reclamado por nación alguna. ¿El motivo para querer ser líder de un terreno árido y seco de algo más de 2.000 kilómetros cuadrados? Dar un reino a su hija para hacer realidad su sueño de convertirse en princesa.

Cuando tiempo atrás la pequeña Emily de seis años le preguntó a su padre si algún día podría serlo, este hizo lo que haría la mayoría, responder que su pequeña podría convertirse en lo que quisiera. Pero este progenitor fue más allá y decidió encontrar un reino en el que su hija pudiera reinar.

Este espacio lo encontró en la región de Bir Tawil, la única tierra no reclamada del planeta fuera de la Antártida. Heaton no lo dudó y viajó hasta allí con una bandera que previamente había diseñado.

Así el 16 de junio de 2014, en el séptimo cumpleaños de su hija, Jeremiah Heaton reclamó oficialmente el territorio, clavó su bandera y dio origen alReino de Sudán del Norteerigiéndose jefe de gobierno de la recién creada nación.

Aunque cabe reconocer que el impulso, algo excéntrico, ha desembocado en un proyecto más ambicioso y "noble" centrado en dar solución a los problemas que el cambio climático está generando en la producción de alimentos. 

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De esta forma, Heaton quiere convertir su reino (repleto de tierras áridas en las que no crece nada) en un centro de investigación enfocado en descubrir nuevas formas de cultivar alimentos con menos agua. Para ello aspira a contratar a los mejores científicos del mundo que financiará a través de lo recaudado en la página de crowfunding de Indiegogo.

Y el precio no está nada mal, por solo 25 dólares (algo más de 20 euros) puedes hacerte con un título que te acredita como miembro honorario de la familia real.

10. El Imperio de Angyalistan

bandera imperio Angyalistan

El Imperio de Angyalistan declaró su soberanía el 7 de octubre de 2000 designándose como monarquía poética cuántica.

Su territorio se extiende a lo largo de la línea del horizonte siendo infinito, aunque desde 2013 este peculiar país también reclama como tierra física los vórtices de los desechos plásticos del mar. Dado que el Imperio está decidido a acabar con esta basura marina, se trata por tanto del único "estado" que desea la desaparición de su propio territorio.

El imperio es administrado desde su embajada permanente, ubicada cerca de París y admite la petición de ciudadanía.

Como curiosidad, en 2018 un decreto imperial concedía la ciudadanía honoraria a los homínidos en peligro de extinción con el objetivo de potenciar su protección en sus estados de origen.

11. Reino de Talossa

Bandera de Talossa

El 26 de diciembre de 1979 el estudiante de 14 años Robert Ben Madison hizo realidad el sueño de todo adolescente: declaró que su dormitorio era un estado soberano independiente, el Reino de Talossa, y  él el rey que lo gobernaba.

En sus inicios el territorio de este feudo se reducía a su habitación en Milwaukee (EEUU) y su población a unos cuantos familiares y amigos del rey. De manera real celebraban el día de la independencia, el 26  de diciembre, y festivales de verano en el parque. También trabajaron en la creación de partidos y llevaron a cabo elecciones con cierta regularidad.

Pero en 1996 el monarca decidió crear una página web del reino de Talossa permitiendo la ciudadanía a súbditos de todo el mundo. Si bien esto contribuyó a aumentar masivamente su población, también trajo los conflictos a la nación. Hasta tal punto que durante un tiempo existió la República de Talossa creada a partir de sus disidentes, como explica un reportaje en VICE.

A día de hoy la micronación sigue activa en la red y es posible pedir la ciudadanía, completando un formulario que debes remitir al ministro de Interior.

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