5 red flags para identificar a personas con poca inteligencia emocional

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  • Estas señales te ayudarán a reconocer quienes tienen una mala gestión de las emociones y carecen de determinadas habilidades.
  • Un estudio indica que apenas el 36% de la gente sabe identificar sus emociones de forma adecuada y en el momento preciso.

Aunque tradicionalmente se ha educado en el concepto de una inteligencia matemática o espacial, existen muchos tipos de inteligencia. Uno de ellos es la inteligencia emocional, que se entiende como la capacidad de identificar y gestionar las emociones propias y las del resto. Esto conlleva una serie de habilidades que son muy útiles para el día a día y las relaciones humanas, pero también para el trabajo.

Por ejemplo, las personas con una alta inteligencia emocional suelen saber autorregularse y no perder las formas a la primera de cambio. En el lado contrario, carecer de estas habilidades te pone en desventaja para gestionar ciertas situaciones.

Quienes tienen una baja inteligencia emocional no siempre son conscientes de ello, puesto que además es un concepto relativamente nuevo. ¿Cómo identificar a alguien así? Estos son algunos de los comportamientos más llamativos.

1. Culpar al resto

Cuando todo va bien, no habrá problemas, pero en las dificultades, las personas con poca inteligencia emocional no asumen los errores, sino que tienden a señalar los fallos del resto porque no se sienten responsables de la situación.

Si se trata de un problema de equipo o de pareja, tienden a pensar que toda la culpa es del otro y nunca compartida y más allá de buscar soluciones se enfocan en la culpabilidad.

2. Estresarse fácilmente

No atender las emociones propias crea en el cuerpo y en la mente una gran carga, cuando esto se suma a una situación de estrés es muy fácil desbordarse ante cualquier pico. 

El estrés es una respuesta natural del cuerpo frente a situaciones que se entienden como amenazantes o desafiantes. No comprender o atender las emociones propias puede llevar a dar respuestas desproporcionadas al estrés, ya que pueden no comprender completamente por qué se sienten así. La falta de adaptabilidad también es otro rasgo que reluce en estas situaciones.

3. Creer que el resto son demasiado sensibles

Las personas con una baja inteligencia emocional no gestionan bien sus estados de ánimo e incluso tienden a ocultar los sentimientos. Por ello, a veces creen exageradas las reacciones o comportamientos de otras personas, pensando que son demasiado sensibles si se ofenden, muestran tristeza o se ven vulnerables.

En ocasiones, lo que ocurre es que no son capaces de empatizar y leer las emociones del otro, por lo que no la validan y las consideran desproporcionadas.

4. ¿Cuántas emociones sueles nombrar?

Alegría, amor, sorpresa, ira, miedo o tristeza son emociones que la mayoría de la gente suele usar, más o menos a menudo. ¿Pero y desprecio, decepción, melancolía, furia, admiración, serenidad, asco o apatía? Según un estudio de TalentSmart, solo el 36% de las personas puede identificar sus emociones de forma adecuada y en el momento preciso

Estas últimas son también emociones, que expresan otros estados de humos y sentimientos que no son primarios y, por tanto, no se identifican tan fácilmente. Si una persona solo sabe decir si está bien o mal, sin profundizar en ninguna emoción específica, probablemente tenga poca inteligencia emocional.

5. No oír otras opiniones

Estas personas tienden a tener prejuicios, así como un sistema de creencias que van validando en base a su experiencia o las del entorno, y es difícil que estén abiertos a prestar atención a otros puntos de vista.

Asimismo, la exposición a opiniones contrarias puede llegar a percibirse como una amenaza para su autoconcepto o seguridad emocional. Otro punto a tener en cuenta es la falta de empatía, que hace que tengan más dificultas para entender los otros puntos de vista.

Según autores como Daniel Goleman, "la inteligencia emocional representa el 80 por ciento del éxito en la vida", pero esta también se puede trabajar y mejorar, eso sí, requiere de un esfuerzo. Una vez recorrido ese camino, tanto el desarrollo profesional como personal será mucho más sencillo.

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