La mayoría de la población cree que la inteligencia artificial creará más desigualdad social y eso puede frenar el desarrollo de esta tecnología

Alberto Iglesias Fraga
Yo, robot (película)
  • Un estudio global revela que el 54 % del público general y el 43 % de los líderes tecnológicos piensan que la inteligencia artificial perjudicará a los más desfavorecidos, mientras que el 67 % y el 75 % respectivamente creen que beneficiará a los más poderosos.
  • Según este mismo informe, tanto la mayoría de los ciudadanos corrientes como los líderes de la industria coinciden que la regulación de la inteligencia artificial es fundamental para su desarrollo en condiciones seguras.

Existen muchos temores en torno a las consecuencias que la inteligencia artificial traerá a nuestro mundo: su impacto sobre el empleo, la responsabilidad ética en su toma de decisiones, la posibilidad de que perpetúe los sesgos raciales o de género... Pero hay otro factor igualmente importante y sobre el que no se está haciendo demasiado hincapié: la capacidad de esta tecnología para reducir o aumentar la desigualdad social.

Los que creen positivo el rol de la inteligencia artificial en estas lides apelan a las herramientas de analítica inteligente para detectar problemas sociales antaño imposibles de identificar y poder tomar medidas correctivas. Los que defienden lo contrario, apelan a que las grandes multinacionales y gobiernos controlarán la IA con el fin de ganar más dinero a base de más información de las personas o vigilar a la población de manera masiva.

Aunque esta preocupación no haya salido con frecuencia en los medios de comunicación, no resulta ajena en el imaginario colectivo de los ciudadanos. Así lo revela una encuesta a escala global realizada por Edelman y el Foro Económico Mundial, según la cual el 54 % del público general y el 43 % de los líderes tecnológicos piensan que la inteligencia artificial perjudicará a los más desfavorecidos, mientras que el 67 % y el 75 % respectivamente creen que beneficiará a los más poderosos.

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Ante este preocupante diagnóstico, tanto la mayoría de los ciudadanos corrientes (60%) como los líderes de la industria (54%) coinciden que la regulación de la inteligencia artificial es fundamental para su desarrollo en condiciones seguras. Máxime si tenemos en cuenta que un abrumador 91 % de los líderes tecnológicos y el 84 % del público general piensan que la IA constituye la próxima revolución tecnológica.

Pero hay más efectos negativos que nosotros, como ciudadanos de a pie, tememos de la llegada de la inteligencia artificial. Siempre de acuerdo a este informe, el 71 % del público general y el 65 % de los líderes tecnológicos temen que la IA conlleve una pérdida de las capacidades intelectuales de los seres humanos. Además, otro 74 % del público general y el 72 % de los líderes tecnológicos estiman que los dispositivos con IA reducirán la necesidad de las personas de interactuar, llevando a un aislamiento de los individuos.

Asimismo, el 81 % del público general y el 77 % de los líderes tecnológicos creen que los avances en IA provocarán reacciones conservadoras por una parte de la sociedad que se sienta amenazada. A ello debemos unir que el 51 % del público general y el 45 % de los líderes tecnológicos coinciden en que los vídeos “deepfake”, producidos con IA, erosionarían de manera importante la confianza de la audiencia al creer que ninguna información es verídica.

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