Los coches eléctricos tienen un sucio secreto, y es uno muy grande

Ian Morse,
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Coches eléctricos

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  • La producción de coches eléctricos supone una mayor actividad minera, lo que aumenta la contaminación.
  • Los coches eléctricos son cruciales para la transición energética, pero se necesitan más cambios. 
Análisis Faldón

La Tierra está en peligro. Naciones Unidas señala en cada nuevo informe que estamos más cerca que antes de la catástrofe global e insiste a los líderes de todos los países que tomen medidas inmediatamente. Pero, incluso si los líderes políticos se pusieran de acuerdo sobre la gravedad del asunto, la decisión sobre cómo abordar la situación se volvería un problema. 

Las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero deben reducirse a la mitad antes de 2030 para evitar que la temperatura aumente más de 1,5 grados antes de 2050. Además, de no corregirse, esto se traduciría en una cascada de fenómenos meteorológicos extremos, aumento del nivel del mar, pérdida de biodiversidad y pérdida de cosechas. 

Para lograrlo, el sector energético debe abandonar los combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón, y sustituirlos por energías renovables, como los paneles solares, las turbinas eólicas y los coches eléctricos.

Sin embargo, para hacer este cambio, se deberán producir las materias primas que se necesitan para estas tecnologías. Materiales como el litio y el grafito desempeñan un papel fundamental en la producción de baterías de iones de litio, que se utilizan en los vehículos eléctricos y en los sistemas de almacenamiento de la energía eólica y solar. 

El Banco Mundial lleva avisando desde el 2017 que el aumento de las temperaturas empujará la demanda de estos minerales muy por encima de sus reservas actuales. Pero aumentar masivamente la producción de estos minerales puede causar más problemas de los que resuelve.

Tradicionalmente, las políticas climáticas han favorecido al impulso de nuevas tecnologías, como son los vehículos eléctricos, para ayudar a sustituir a los combustibles fósiles por energía renovable. Pero, dada la cantidad que se necesita de estos minerales para electrificar los más de 1.000 millones de coches del mundo, hace que sea mucho más beneficioso para el medio ambiente el hecho de consumir menos o de manera diferente que sustituir el consumo por versiones más limpias. 

Para el tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero que provienen de la industria, por ejemplo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático determinó que las medidas más importantes para ayudar al planeta serían reducir la cantidad de material utilizado, producido y desperdiciado.

"Hemos visto estudios que hipotéticamente ven potencial a las reducciones drásticas, hasta el 50%, de la demanda de energía en los próximos 20 o 30 años. Eso es una reducción significativa de materiales", afirma Narasimha Rao, profesor asociado de sistemas energéticos en Yale y autor del capítulo del IPCC que evaluaba las herramientas climáticas del lado de la demanda.

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Además de IPPC, hay otras instituciones que están investigando al respecto. BloombergNEF, un grupo de analistas de la transición energética, explica en un informe de mayo que una "reducción del 10%" en los viajes en coche podría aliviar la presión de las empresas que se esfuerzan por satisfacer la demanda de vehículos eléctricos. 

"Lo que más nos llamó la atención cuando estábamos estudiando la demanda de vehículos eléctricos fue el reto que supondría producir suficientes coches eléctricos para tener una flota con cero emisiones de gases en 2050", destaca Andrew Grant, analista de movilidad inteligente de BloombergNEF.

Sin embargo, uno de los objetivos principales de muchas políticas climáticas no es la reducción, sino el aumento de la demanda de nuevas materias primas. Reducir y modificar el consumo puede reducir de manera rápida y eficiente las emisiones nocivas. Las instituciones financieras, las consultoras y la Agencia Internacional de la Energía (que se creó para apoyar a la industria petrolera) han enmarcado la acción climática como un compromiso entre la extracción de minerales críticos y la reducción de emisiones. Durante este proceso, han dado muy buenas previsiones a las empresas mineras y a los inversores que recorren el mundo en busca de minerales.

"Esto dice que nuestro enfoque de la crisis climática está impulsado por el consumo, lo cual es una mala noticia para el planeta, el clima y muchas comunidades de todo el mundo", explica a Business Insider Javiera Barandiarán, profesora asociada de estudios globales en la Universidad de California, Santa Bárbara. Ella, junto a otros defensores, investigadores y comunidades, se unen para desafiar a la política climática basada en la explotación minera.

Muchas comunidades locales, como esta tribu de nativos americanos en Nevada, están rechazando nuevos proyectos mineros en sus patios traseros.
Muchas comunidades locales, como esta tribu de nativos americanos en Nevada, están rechazando nuevos proyectos mineros en sus patios traseros.

Ty O'Neil/SOPA Images/LightRocket/Getty Images

Parece que la solución más sencilla es incorporar esta nueva tecnología: desarrollar productos como los vehículos eléctricos que faciliten el cambio de energía de los hidrocarburos contaminantes a los electrones limpios. Pero, equilibrar la necesidad de una red de energía limpia y un menor número de coches de combustible fósil con los efectos nocivos de la minería es complicado. Necesitamos más minerales para una transición hacia la energía limpia, pero cuántos, cuáles y cómo los obtenemos son preguntas importantes que hay que responder.

Raquel Domínguez, defensora de la política de economía circular de minerales de la organización no gubernamental Earthworks, señaló la siguiente cuestión: "¿Para quién es más fácil? No es más fácil para la gente que vive en primera línea de extracción de los minerales que necesitamos para estos vehículos. Es empujar aún más a las comunidades de primera línea bajo el autobús eléctrico".

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Desde que se descubre una mina hasta que se comienza a explotar puede pasar más de una década. Además, una vez están en funcionamiento, requieren mucho capital, son peligrosas y constituyen una importante fuente de gases de efecto invernadero. El procesamiento de minerales depende principalmente de la quema de combustibles fósiles para dar forma a la roca fundida, y el proceso es difícil de descarbonizar. 

Las emisiones de esta industria ya suponen el 7% de los gases mundiales, pero las emisiones indirectas de las minas crecen a medida que se fabrican más coches, carreteras o se deforestan bosques. 

Por otro lado, las minas pueden causar daños a las comunidades y ecosistemas donde se construyen. Desplazan a las personas y los bosques y las tierras que quedan expuestas pueden contaminar las aguas y provocar dramáticas inundaciones. 

Los metales, como el litio y el níquel, existen en cantidades muy pequeñas y su procesamiento convierte la roca restante en residuos tóxicos que suponen un problema a la hora de deshacerse de ellos. A veces, las empresas los tiran a los cursos de agua o los almacenan detrás de presas poco seguras.

En todo el mundo, las empresas se enfrentan a reacciones negativas por los nuevos proyectos mineros de carácter climático. En Serbia, la multinacional minera Río Tinto anunció el año pasado su próximo gran proyecto de extracción de litio, lo que provocó grandes protestas en el país. Finalmente, el Gobierno suspendió el proyecto. 

A la vez que Tesla empezó a buscar baterías de hierro para sus coches, una empresa minera de hierro en Australia voló parte del patrimonio natural para desarrollar una mina, empujando al país a revisar su legislación minera. Otro ejemplo es la empresa canadiense que está utilizando la crisis climática para justificar la explotación minera en el fondo del Pacífico, a pesar de las advertencias de que esto conllevará un desastre a la biodiversidad y de las consecuencias financieras en los estados insulares del Pacífico.

A principios de este año, en los EEUU, una empresa chilena perdió una oferta para extraer cobre y níquel durante varios años después de que varios grupos ecologistas le ganasen varias demandas. Esta explotación iba a dañar el espacio natural protegido de 1 millón de hectáreas de Boundary Waters, en Minnesota. 

Una presa estalló en un vertedero de desechos mineros en Brasil en 2015, desatando un diluvio de lodo espeso, rojo y tóxico que asfixió a toda una aldea.
Una presa estalló en un vertedero de desechos mineros en Brasil en 2015, desatando un diluvio de lodo espeso, rojo y tóxico que asfixió a toda una aldea.

Christophe Simon/AFP/Getty

A pesar del rechazo local, los políticos de Washington han llevado la explotación minera a la conversación sobre el clima en un acuerdo bipartidista para impulsar la industria. La administración Trump allanó el camino y las empresas mineras podían adquirir permisos para evitar la limpieza de la contaminación de sus minas.

Por su parte, la administración de Biden también ha hecho hincapié en la necesidad de ampliar la explotación minera para hacer frente a sus políticas climáticas. Ambos partidos consideran que las empresas chinas llevan la delantera a las estadounidenses en la industria de materiales para baterías. Es por eso que consideran que EEUU tiene que aumentar su producción.

Pero, estos debates, están dominados en su mayoría por personas que tienen un gran interés en impulsar esta demanda, en lugar de equilibrar la oferta y la demanda. Las empresas de coches eléctricos ocupan un lugar destacado en los estudios científicos y los debates mediáticos sobre el clima, y algunas empresas mineras se han autoproclamado salvadoras del clima, alentadas por instituciones financieras como Morgan Stanley y consultoras como Wood Mackenzie. 

"Estas empresas no actúan por altruismo. Actúan por su propio interés, que son los miles de millones de dólares de beneficios al año", señala Domínguez sobre las empresas mineras. 

¿Qué minerales se necesitan para la acción climática?

Las previsiones sobre la demanda de minerales se basan en una serie de supuestos y en datos siempre cambiantes sobre el uso de los vehículos eléctricos y los precios de las baterías.

"Sabemos que la transición ecológica es más intensiva en términos de minerales", explica Perrine Toledano a Business Insider, que dirige el equipo de minería y energía del Columbia Center on Sustainable Investment. "Pero es muy difícil identificar qué minerales y en qué cantidad. Lo único que se puede hacer es hacer previsiones basadas en las tecnologías actuales, pero hasta dentro de 10 o 15 años no lo sabremos".

Las proyecciones del Banco Mundial para 2020 siguen citándose hoy en día. Si la economía mundial quiere reducir sus emisiones para que las temperaturas no aumenten 2 grados centígrados en 2100, la demanda de litio y grafito en tecnologías climáticas como las baterías tendrá que aumentar cinco veces la producción total con respecto a 2018.

Pero esas proyecciones siguen cambiando, a veces reduciéndose. En 2017, el Banco Mundial predijo que la necesidad de litio sería de al menos 10 millones de toneladas. Pero, en su informe más reciente, predijo que la necesidad sería de menos de 5 millones de toneladas. Su previsión de 2017 sobre la demanda de cobalto también era varias veces superior a sus predicciones actuales. 

En 2021, la Agencia Internacional de la Energía llegó a la conclusión de que la acción climática exigía que la producción de litio se multiplicara por 42 en 2040, y que el crecimiento del grafito, el cobalto y el níquel fuera aproximadamente la mitad. Muchos materiales quedan fuera de estas proyecciones, como el acero, que puede suponer hasta el 10% de las emisiones mundiales y se utiliza en los paquetes de baterías, los bastidores de los coches, la construcción de carreteras y la infraestructura de carga.

Estas predicciones están marcando la pauta para que los líderes mundiales aumenten la capacidad minera, pero Toledano aconsejó cautela ante las proyecciones del Banco Mundial. Los precios de las materias primas podrían subir o las empresas pueden tomar más consciencia sobre los materiales que utilizan de lugares políticamente inestables o de países donde los consumidores se preocupan por los derechos humanos.

También puede pasar que las baterías lleguen a ser más eficientes. Si los puertos de carga se vuelven omnipresentes, habría menos razones para diseñar una batería que duren casi 500 kilómetros. Un pequeño cambio en la química de las baterías, implantado a gran escala, podría suponer la apertura o el cierre de decenas de minas. Además, constantemente surgen nuevas innovaciones que podrían requerir menos o diferentes minerales.

"Las composiciones minerales de las tecnologías están cambiando, han cambiado y volverán a cambiar", afirma Toledano, que trabaja con instituciones públicas y privadas para elaborar políticas de extracción sostenible. 

Los minerales serán necesarios para todo tipo de tecnologías climáticas, pero la planificación de las economías en torno a unas determinadas puede dejar a industrias enteras a la deriva. Esta incertidumbre debería plantear dudas sobre un plan climático centrado exclusivamente en la extracción. 

Un enfoque mejor

Los vehículos eléctricos son cruciales para la transición energética y mucho mejores que los coches de combustión. Sin embargo, son solo una pieza de un rompecabezas climático mucho más amplio. El hecho de que los vehículos eléctricos y la minería dejen de ser el centro de atención no significa que falten medidas. 

Los sistemas de vehículos compartidos, las dietas basadas en plantas y los impuestos a los coches grandes no solo reducen rápidamente las emisiones, sino que también pueden conducir a una menor demanda de materias primas. Un elevado impuesto sobre el carbono podría empujar a las empresas a reducir las cadenas de suministro basadas en los combustibles fósiles y reforzar el transporte local que contamina menos. 

Una de las principales razones por las que las proyecciones del Banco Mundial se redujeron en 2020 fue la inclusión de la reutilización y el reciclaje de materiales. Aun así, las proyecciones mantienen un "planteamiento fijo sobre el reciclaje que se mantiene en los niveles actuales", señala Toledano.

No todo el mundo está de acuerdo en que el reciclaje pueda desempeñar un papel en la política climática. Parte de la industria, sobre todo los vinculados a los fabricantes de coches, están empezando a construir fábricas que recuperarían piezas de baterías de iones de litio. Estas plantas se enfrentan a grandes obstáculos, y algunos actores de la industria predicen que los minerales reciclados pueden hacer mella en la necesidad de nuevos minerales extraídos en una década.

Domínguez, de Earthworks, explica que el cambio a los materiales reciclados podría ser aún más significativo si se inicia rápidamente. Según un informe del año pasado, la puesta en marcha de programas de reciclaje podría compensar la mitad de la demanda de cobre y al menos una cuarta parte de la de litio, cobalto y níquel. La Comisión Europea, que está reescribiendo su normativa sobre baterías, probablemente aplicará el requisito de que los fabricantes reutilicen o reciclen sus propios productos. 

Este tipo de políticas, junto con un enfoque específico de la transición hacia las energías limpias, podrían salvar a los seres humanos del devastador calentamiento con mayor rapidez que si se dependiera exclusivamente de la producción de minerales. 

"Tenemos que abordar el cambio climático con urgencia", afirma Barandiarán, "pero con un enfoque centrado en el ser humano y el planeta que apueste por soluciones reales, no por falsas soluciones como el coche eléctrico individual".

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