Consiguen 'revivir' los ojos de donantes de órganos después de la muerte, en un paso adelante hacia la reversión de las causas de la ceguera

Ojo

 Harry Quan/Unsplash

En todo el planeta hay al menos 2.200 millones de personas con deterioro de la visión cercana o distante. En casi la mitad de los casos, este deterioro podría haberse evitado o todavía no se ha aplicado un tratamiento. Las principales causas, según la OMS, son los errores de refracción no corregidos y las cataratas.

Pero además, en todo el mundo más de 250 millones de personas tienen pérdida de visión, mientras que otros 43 millones son ciegas. Según un estudio publicado el año pasado en JAMA Ophthalmology, la cifra no ha parado de aumentar, apuntando hacia la mayor prevalencia de diabetes y el envejecimiento de la población.

Ahora, un grupo de científicos ha descubierto una manera de revivir los ojos de los donantes de órganos después de la muerte, un avance que abre las puertas al progreso contra la degeneración macular relacionada con la edad, el glaucoma y otras causas detrás de la ceguera.

Un reportaje publicado en The New York Times revela los principales hallazgos de este hito científico histórico: en el futuro, permitirá hacer experimentos en retinas humanas en funcionamiento, descifrando los fallos celulares responsables de que se inicie la pérdida de visión, y por ende, propiciando que se investiguen nuevos tratamientos de medicina molecular. 

En un futuro bastante más lejano, la investigación abre la puerta a los primeros pasos hacia los trasplantes de ojos. Hasta el momento se han podido trasplantar córneas, pero el gran reto es que el ojo trasplantado o el tejido de la retina logren comunicarse con el cerebro, enviando las pertinentes señales visuales. 

 

Anne Hanneken, profesora asociada de medicina molecular en el Instituto de Investigación Scripps, es codirectora del esfuerzo para devolver la vida a los ojos de los donantes de órganos.  

En las enfermedades oculares como el glaucoma, la degeneración macular o la retinitis pigmentosa hereditaria, las células de la retina mueren o se dañan. Para que funcionen bien, hace falta una red continua de células con distintos roles. Estas procesan las señales de luz y a través del nervio óptico, las mandan al cerebro, que transforma los datos en imágenes en color nítidas.

Aunque existen medicamentos e inyecciones que detienen el crecimiento de vasos sanguíneos anormales bajo la mácula de la retina en pacientes que tienen degeneración macular húmeda relacionada con la edad, no hay fármacos para la degeneración macular seca relacionada con la edad, que es la etapa más común y temprana.

Tampoco hay tratamientos precisos para las alteraciones genéticas que provocan diferentes variantes de la enfermedad. “Golpeamos todo con el mismo martillo”, explica la oftalmóloga jefa Julia Haller del Wills Eye Hospital, Filadelfia.

Comprender las primeras fases de la enfermedad ocular es clave, y aunque durante años se han hecho estudios con ratones para ahondar en ellas, los ratones no ven en calor, carecen de mácula y no padecen degeneración macular, por lo que es preciso un modelo que imite la enfermedad humana. 

Devolver la vida a los ojos muertes: la muerte de las neuronas ya no es irreversible del todo

Anne Hanneken, profesora asociada de medicina molecular en el Instituto de Investigación Scripps, es codirectora del esfuerzo para devolver la vida a los ojos de los donantes de órganos. Tras analizar ojos obtenidos después de autopsia, la científica comprobó que cierta actividad metabólica persistió al menos brevemente después de la muerte. 

Otros experimentos con ratones y ojos post-mortem humanos mostraron que la pérdida de oxígeno y los cambios en la acidez eran los grandes culpables de la rápida desaparición de las células de la retina.

Para seguir investigando se asoció con el neurocientífico Frans Vinberg de la Universidad de Utah, que ideó un contenedor-congelador similar a los que usan para los trasplantes de órganos, parra proporcionar oxígeno y nutrientes a los ojos de los donantes. El propósito es equilibrar la acidez, despertar de nuevo las células de la retina y restaurar sus principales funciones.

A lo largo de dos años analizaron ojos donados sin demasiado éxito, al margen de una pequeña señal eléctrica puntual. Lo que sucedía es que había transcurrido demasiado tiempo entre la muerte del donante y la extracción de los ojos. Así que decidieron tomar ojos de pacientes en muerte cerebral, pero que tenían soporte vital para garantizar el trasplante de órganos. 

Un paciente de 58 años recupera parcialmente la visión gracias a una combinación de terapia génica y tecnología, mediante gafas de luz estimulantes

Todo cambió y el combo de científicos vieron la luz: en los ojos recuperados entre 30 y 60 minutos después de retirar el soporte vital, se pudieron detectar señales de luz en la región de la mácula de la retina: desde los fotorreceptores que la captan a las neuronas que mandan las señales visuales al cerebro. 

El hallazgo abre la ventana a nuevos experimentos y pruebas de fármacos en ojos de donantes que no se podrían llevar a cabo en personas vivas. Eso sí, hasta la fecha no se pudo probar que realmente estos ojos sean capaces de ver, solamente de responder a la luz. Los científicos han logrado mantenerlos viables por periodos de hasta por 24 horas.

El siguiente paso de este avance será seguir aprendiendo sobre las anomalías moleculares asociadas a las enfermedades de la retina. Se podrán intentar desde nuevos medicamentos a terapia génica, aprobada en 2018. 

El estudio también implica progreso para otros campos: si las neuronas de la retina pueden resucitarse, podría intentarse lo mismo con las células del sistema nervioso central, cuyo deterioro está asociado a enfermedades como el párkinson, el alzhéimer o los accidentes cerebrovasculares. 

Las principales conclusiones del estudio aparecen publicadas en la revista Nature. 

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