Un equipo de científicos de Países Bajos ha encontrado restos de COVID-19 en las aguas residuales de una ciudad neerlandesa desde antes de que se informaran los casos de contagio. Esto quiere decir: pruebas de la infección en las alcantarillas antes de el brote se hubiera confirmado en la superficie, lo que supone un novedoso sistema para alertar de que la enfermedad está presente.
La aparición tiene su lógica. El llamado coronavirus SARS-CoV-2 deja un rastro genético (ARN) durante 20 días en el cuerpo de los infectados, que lo expulsan mediante heces y otros métodos de secreción. Lo más probable es que, antes de que la sociedad entrara en pánico por el brote, algún infectado suelto adujese su malestar a una neumonía y sus restos circulasen por las cloacas neerlandesas.
A pesar de ello, el descubrimiento no es cosa menor, ya que da un par de lecciones sobre cómo prevenir la infección y mejorar su detección. Aunque es poco probable que las aguas residuales se conviertan en una ruta importante de contagio —por lo obvio—, la creciente circulación del patógeno en las comunidades aumentará la cantidad que fluye hacia los sistemas de alcantarillado, aseveró el Instituto de Investigación del Agua KWR en Nieuwegein a Bloomberg.
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Envío GRATISEl material genético del virus se encontró el 5 de marzo en una planta de tratamiento de aguas residuales en Amersfoort, antes de que se informara ningún caso en la ciudad. No tanto así en el país entero, ya que Países Bajos confirmó su primer infectado por COVID-19 el 27 de febrero, pero Amersfoort estaba limpia, o al menos eso pensaban. Cuando todavía se preguntaban qué estaba pasando, los sanitarios empezaron a enfermar también.
"Es importante recopilar información sobre la aparición y el destino de este nuevo virus en las aguas fecales para comprender si hay riesgo para los trabajadores de las plantas de tratamiento, pero también para vigilarlas y evitar la propagación del virus por alcantarillas ", asegura Gertjan Medema, director de microbiología del instituto.
En otras ocasiones, la vigilancia de las aguas residuales ha ayudado a detectar enfermedades como el poliovirus o las bacterias de los antibióticos, pero todavía no se le había encontrado una utilidad para atajar la crisis del coronavirus. Ahora, tras este informe, el tratamiento de estas aguas podría servir como alerta temprana de la aparición y resurgimiento del COVID-19 en las ciudades.