El COVID persistente es menos común en niños y adolescentes de lo que se pensaba: los síntomas no suelen superar las 12 semanas

niños covid-19

A diferencia de lo que sucede con los adultos, los síntomas vinculados con el COVID persistente rara vez se prolongan más de 12 semanas en niños y adolescentes, según una reciente revisión de estudios científicos.

Aunque no existe una definición clínica, el COVID prolongado o persistente incluye más de 49 síntomas persistentes que pueden aparecer en cualquier persona contagiada del virus con independencia del sexo o la edad.

La investigación, elaborada por Instituto de Investigación Infantil Murdoch (MCRI) de Australia sugiere que, a diferencia de los que se estimaba con anterioridad, en menores la aparición de estos síntomas duraderos no suele ser común.

Publicada en la revista Pediatric Infectious Disease Journal, la revisión ha analizado 14 estudios internacionales que en conjunto tomaron datos de 19.426 niños y adolescentes, que informaron de los síntomas persistentes que experimentaron tras haber sufrido COVID-19. 

Los síntomas más comunes mostrados entre las 4 y 12 semanas posteriores al contagio fueron el dolor de cabeza, la fatiga, los trastornos del sueño, dificultades para la concentración y dolor abdominal.

Los autores, eso sí, subrayan que los estudios existentes sobre el COVID prolongado en niños y adolescentes tienen limitaciones importantes y algunos no muestran una diferencia en los síntomas entre los infectados por el SARS-CoV-2 y los que no lo habían estado.

"Los estudios actuales carecen de una definición de caso clara y datos relacionados con la edad, tienen tiempos de seguimiento variables y se basan en síntomas informados por los padres o los propios pacientes sin confirmación médica”, afirma Nigel Curtis, coautor de la investigación y especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Instituto de Investigación Infantil de Murdoch.

"Otro problema importante es que muchos estudios tienen tasas de respuesta bajas, lo que significa que podrían sobrestimar el riesgo de un COVID prolongado", añade en nota de prensa.

Curtis afirma que resulta tranquilizador la poca evidencia existente que refleje que los síntomas puedan persistir más de 12 semanas en los menores, pero que se necesita "con urgencia" más investigación al respecto para orientar la toma de decisiones sobre las vacunas COVID en niños.

“El bajo riesgo que representa la enfermedad aguda significa que uno de los beneficios clave de la vacunación contra el COVID en niños y adolescentes podría ser protegerlos del COVID prolongado”, subraya. "Por lo tanto, una determinación precisa del riesgo de COVID prolongado en este grupo de edad es crucial en el debate sobre los riesgos y beneficios de la vacunación".

La revisión también ha confirmado la existencia de lagunas en la investigación sobre el papel de la variante delta en este rango de edad. Las conclusiones apuntan a que después de 10 meses en circulación, la variante delta no ha causado una enfermedad más grave en los menores que otras variantes anteriores, siendo la mayoría de los casos asintomáticos o leves.

Sin embargo, la investigación también subraya que aquellos los niños y adolescentes con problemas de salud preexistentes, como obesidad, enfermedad renal crónica y trastornos inmunológicos, tienen hasta 25 veces más probabilidades de experimentar un cuadro grave de la enfermedad.

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