Más de 600 cubos de uranio nazi llegaron a Estados Unidos después de la II Guerra Mundial: estos dos científicos intentan averiguar dónde están ahora

Marianne Guenot
| Traducido por: 
Business Insider España
Los investigadores Miriam Hiebert y Timothy Koeth.
Los investigadores Miriam Hiebert y Timothy Koeth.

John T. Consoli/UMD

  • 14 cubos de uranio son lo que queda del esfuerzo armamentístico nuclear de la Alemania nazi.
  • Los nazis llegaron a tener más de 1.000 de estos contenedores, pero lo que pasó con la mayoría de ellos sigue siendo un misterio.
  • Los investigadores Tim Koeth y Miriam Hiebert han seguido su historia.
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En el escritorio de cualquiera, el pequeño cubo gris no obligaría ni a levantar una ceja. Para el ojo inexperto, parecen pisapapeles.

"La nieta de Marie Curie tiene uno. Lo utiliza como tope de puerta", explica a Business Insider Miriam Hiebert, historiadora y científica de materiales.

Sin embargo, el peso de estos objetos de cinco centímetros puede resultar sorprendente: cada uno pesa unos 2 kilos. Esto se debe a que están hechos del elemento más pesado de la Tierra: el uranio.

Los cubos formaban parte de reactores nucleares experimentales que los nazis diseñaron durante la Segunda Guerra Mundial. Por lo que saben los investigadores, solo quedan 14 cubos en el mundo de los más de 1.000 utilizados en los experimentos de la Alemania nazi con armas nucleares. 

Más de 600 fueron recogidos y llevados a EEUU en los años 40. Pero incluso después de eso, lo que ocurrió con la mayoría de ellos sigue siendo un misterio. Hiebert y Timothy Koeth, profesor de Ciencia e Ingeniería de materiales de la Universidad de Maryland, están escribiendo un libro sobre estos cubos. 

Tras años de investigación, han declarado a Business Insider que creen saber lo que ocurrió.

Cubos de uranio nazi

John T. Consoli/UMD

Pequeños cubos con una larga historia

Koeth describe los cubos como "la única reliquia viva" del esfuerzo nuclear de la Alemania nazi. 

"Son la motivación de todo el proyecto Manhattan", explica. 

Antes de la guerra, Alemania era líder mundial en Física, y la ciencia de la energía nuclear estaba en sus inicios. En 1938, el químico alemán Otto Hahn reveló que había creado la fisión mediante el lanzamiento de neutrones a un núcleo de uranio.

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Los científicos que huían de Europa, como Albert Einstein y Enrico Fermi, alertaron a EEUU de que Alemania podía desarrollar una bomba atómica. La carrera armamentística estaba en marcha.

En su forma natural, el uranio no es muy radiactivo. Así que los cubos no son muy peligrosos. Pero si se le aplica un neutrón al uranio, concretamente al isótopo U-235, se abre "como una piñata", dice Koeth. 

"Si lo rompes con un neutrón, salen nuevos elementos y también más neutrones". 

Para crear una explosión, esto debe ocurrir en una reacción en cadena. El neutrón es capturado por otro átomo de uranio, que se abre, creando más neutrones, y así sucesivamente. Para que esto sea posible, los neutrones deben ser frenados por una sustancia llamada moderador.

EEUU utilizó grafito para ello, y funcionó. Los científicos del Proyecto Manhattan crearon una reacción nuclear en cadena autosostenida en diciembre de 1942. 

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Pero los líderes del programa nuclear de la Alemania nazi, Werner Heisenberg y Kurt Diebner, eligieron como moderador el agua pesada: agua en la que los átomos de hidrógeno son sustituidos por deuterio. En esta agua se sumergirían cubos de uranio.

Los nazis desarrollaron dos prototipos de reactores, el mayor de los cuales tenía 664 cubos de uranio colgados de una placa y suspendidos sobre un pozo de agua pesada. El reactor más pequeño utilizaba unos 400 cubos.

Reconstrucción de un reactor B-VIII en el Atomkeller-Museum de Haigerloch, Alemania.
Reconstrucción de un reactor B-VIII en el Atomkeller-Museum de Haigerloch, Alemania.

Atomkeller-Museum Haigerloch

La misión Alsos

Las fuerzas aliadas no sabían lo avanzado que estaba el programa nuclear nazi. Y estaban nerviosas.

Así que en 1943, los aliados lanzaron una misión secreta (el nombre en clave era Alsos) para averiguarlo. Un equipo de unas 12 personas, entre soldados, científicos e intérpretes, viajó por Italia, Francia y Alemania en busca de rastros de los experimentos nucleares de los nazis.

Luego, cuando la guerra se acercaba a su fin, el objetivo de la misión cambió para asegurarse de que el material nuclear (o los científicos) no llegaran a manos de los soviéticos.

En abril de 1945, las fuerzas aliadas encontraron y capturaron unas 1,6 toneladas de cubos de uranio en el sur de Alemania. Heisenberg, su equipo y el mayor de los dos reactores alemanes (ninguno de los cuales llegó a funcionar) se habían escondido allí. Casi todos los cubos fueron enviados a los EEUU. La misión Alsos nunca encontró el reactor más pequeño. 

Oficiales de inteligencia de Alsos tras localizar los cubos de uranio alemanes en Haigerloch, Alemania.
Oficiales de inteligencia de Alsos tras localizar los cubos de uranio alemanes en Haigerloch, Alemania.

Fotografía de Samuel Goudsmit, cortesía del Archivo Visual AIP Emilio Segrè, Colección Goudsmit.

Cubos de uranio como regalo

Después de que los cubos llegaran a EEUU, cuenta Hiebert, su rastro se perdió. El país guardaba en secreto su propio programa nuclear, por lo que no hay muchos registros públicos sobre el uranio nazi.

"Actualmente conocemos 14 de los casi 1.000 que existieron en total", dice, "por lo que la mayoría de ellos siguen en paradero desconocido".

Pero esos 14 ofrecen pistas sobre lo que puede haber ocurrido con el resto.

Koeth, que ha sido un ávido coleccionista de objetos nucleares desde su adolescencia, tiene 2 de los 14. Ambos le fueron regalados por colegas. El primero fue un regalo de cumpleaños hace una década, pero el que lo regaló pidió permanecer en el anonimato y Koeth no quiere revelar cómo consiguió el cubo.

Venía con una nota manuscrita que decía: "Tomado de Alemania, del reactor nuclear que Hitler intentó construir. Regalo de Ninninger".

La nota que acompañaba al cubo de Koeth.
La nota que acompañaba al cubo de Koeth.

Timothy Koeth

Resulta que Robert D. Nininger (su nombre sólo tiene una n) era un geólogo de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos en los años 50. Koeth y Hiebert encontraron documentos que muestran que trabajó con el Proyecto Manhattan. Los geólogos del proyecto tenían la difícil tarea de conseguir uranio. 

"El simple hecho de averiguar de dónde obtenerlo era una tarea ingente", explica Hiebert.

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El otro cubo de Koeth procedía de un antiguo miembro de la facultad de la Universidad de Maryland, que a su vez lo había obtenido de otro miembro de la facultad, Dick Duffey. 

Durante la guerra, Duffey, ingeniero químico, había trabajado en una planta de Beverly (Massachusetts) que procesaba chatarra de uranio, detalla Koeth.

Basándose en estos y otros hallazgos, Hiebert y Koeth creen que la mayoría de los cubos nazis que llegaron a Estados Unidos fueron reutilizados y empleados en el propio programa nuclear estadounidense. 

Pero algunos, creen, fueron guardados como recuerdos.

En cuanto a los 400 cubos del segundo reactor, Hiebert y Koeth encontraron algunos documentos que sugieren que se vendieron en el mercado negro.

El cubo Nininger de Koeth.
El cubo Nininger de Koeth.

 John T. Consoli/UMD

De un reactor nuclear a la lucha contra la proliferación

El Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico posee otro de los cubos nazis, pero no tiene registros que documenten su historia.

Por ello, dos científicos del centro, Jon Schwantes y Brittany Robertson, han descubierto recientemente una nueva forma de datar el cubo (y otros productos de uranio) con más precisión de la que era posible hasta ahora. 

Para ello, midieron los niveles de dos átomos, el protactinio y el torio, que se acumulan con el tiempo a medida que el uranio se descompone.

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En una presentación realizada el mes pasado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Química, Schwantes y Robertson revelaron que aplicaron el método al cubo de su laboratorio.

Los resultados lo situaron directamente en el rango de edad esperado: se remonta a los años en que la Alemania nazi estaba desarrollando armas nucleares.

Sin embargo, hoy en día el cubo tiene una función diferente: "El propósito principal para el que se utiliza es la formación", explica Schwantes a Business Insider.

El laboratorio nacional enseña al personal de seguridad a reconocer el material nuclear y radiactivo a la vista. Así que el cubo ofrece un buen ejemplo de formación.

"Me parece una historia muy interesante la de este cubo: primero se fabricó para el programa nuclear de alguien y ahora se utiliza para la no proliferación nuclear", concluye Schwantes.

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