Tener estrés antes de contagiarse de COVID-19 aumenta las posibilidades de padecer los síntomas del virus durante más tiempo

Mujer con asfixia por covid-19, mascarilla

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Millones de personas padecen actualmente COVID persistente, que se caracteriza por la prolongación de un complejo sintomático multiorgánico que puede extenderse desde 4 semanas hasta meses, de la enfermedad que el virus provoca, según la definición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). 

Los síntomas más comunes, según los hallazgos de un estudio de la SEMG y representantes del colectivo de pacientes Long Covid ACTS, son la falta de energía, el dolor de cabeza, el estado de ánimo bajo, el dolor muscular, dificultad para respirar, diarrea o palpitaciones.

Ahora, una investigación liderada por Siwen Wang, científico de Hardvard, ha relacionado el COVID persistente con la salud mental, encontrando factores de riesgo como el estrés antes de contagiarse, como una posible causa a padecer esta enfermedad en el tiempo.

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Los factores de estrés incluyen la depresión, la ansiedad y tipos de angustia que normalmente se pasan por alto, como la soledad, el estrés percibido y la propia preocupación específica por el COVID, señalan los investigadores.

Estos factores de estrés fueron un indicador más fuerte de COVID prolongado que las comorbilidades físicas, incluyendo un historial de hipertensión, diabetes, colesterol alto, asma o cáncer.

El equipo del doctor Siwen Wang han basado su análisis en 54.960 participantes de grandes estudios de salud sobre enfermeras en curso. De ellos, los investigadores recogieron datos de 3.193 enfermeras que acabaron padeciendo COVID. Las voluntarias rellenaron cuestionarios de referencia y luego de seguimiento durante 19 meses a partir de abril de 2020.

Los investigadores arrojan la siguiente conclusión: el COVID prolongado era entre un 30 y un 50 por ciento más probable para quienes tenían síntomas de cualquiera de los factores de estrés considerados.

"Hay un largo historial de personas que no se toman estas condiciones [de salud mental] tan en serio como podrían tomarse las condiciones de salud física que podrían ser más fáciles de medir o más fáciles de ver", ha asegurado al medio especializado en salud StatNews la neuroepidemióloga de la Universidad de Harvard, Andrea Roberts, una de las autoras del estudio.

"Para el COVID prolongado, obviamente, entonces, se vuelve muy importante observar la salud psicológica, y plantea más ampliamente la cuestión de la importancia de identificar y tratar los problemas de salud mental", ha añadido.

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"Los participantes que experimentaron altos niveles de 2 o más tipos de angustia [tenían] casi un 50 por ciento más de riesgo de padecer afecciones posteriores a la COVID-19 que los que no experimentaron un alto nivel de angustia", señala el estudio.

"Nos sorprendió lo mucho que el malestar psicológico previo a la infección por COVID-19 se asociaba a un mayor riesgo de COVID prolongado", ha asegurado por su parte Wang.

"La angustia estaba más fuertemente asociada con el desarrollo de COVID persistente que los factores de riesgo de salud física como la obesidad, el asma y la hipertensión".

Todavía queda mucho camino por recorrer y se necesita más trabajo para comprender el cuadro completo. Esta investigación podría ayudar a determinar qué ocurre exactamente con esta enfermedad crónica que padecen cada día más y más personas.

"Estos resultados también refuerzan la necesidad de aumentar la concienciación pública sobre la importancia de la salud mental y de conseguir que las personas que lo necesiten reciban atención de salud mental, lo que incluye aumentar la oferta de médicos de salud mental y mejorar el acceso a la atención", ha concluido Roberts.

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