Así convertí mi obsesión por las zapatillas en un negocio de reventa que ingresa 35.000 euros al mes

Matthew Kish
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Chad Jones es el cofundador de la plataforma de zapatillas Another Lane.
Chad Jones es el cofundador de la plataforma de zapatillas Another Lane.

Another Lane

  • Chad Jones, un amante de las zapatillas, ya ganaba 6 cifras trabajando en servicios informáticos.
  • El año pasado, él y su mujer, Adena Jones, fundaron la plataforma online de deportivas Another Lane.
  • Jones quiere usar la compañía para devolver la autenticidad y la comunidad a la cultura de las zapatillas.
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Este artículo se basa en una conversación con Chad Jones, de 43 años, cofundador y director de Operaciones de la plataforma de zapatillas Another Lane. Ha sido editada para una mejor extensión y claridad.

Mi madre ha sido la razón de mi amor por las zapatillas. Era diseñadora de moda y textil. Mi padre era artista comercial y escultor.

Yo estaba tan apegado a mi madre y mi padre que la única manera de que me dejaran en la guardería era que un profesor hablase de mis Stan Smith.

Me examiné y entré en el programa de niños superdotados, gané el concurso de deletreo y gané la feria de ciencias.

Iba y venía entre Brooklyn y Queen, en Nueva York, y después nos mudamos a Long Island.

Ese fue un auténtico shock cultural: hasta el momento había estado en un colegio que era predominantemente negro, y después yo era uno de los apenas 7 niños negros en toda la escuela. Tuve que lidiar con el racismo.

Yo era antisocial. No sabía cómo conectar con los niños. La manera más fácil eran las zapatillas y los deportes. Eso es lo que me hizo tan buen jugador de baloncesto; no necesitaba a ningún amigo para coger una bola y echar unas canastas.

Mi primo mayor es Derek Brown. Él pudo ir a la Universidad de St. John (Estados Unidos) con una beca deportiva completa, lo que me dio un mayor acceso a las zapatillas. Yo heredaba las que él ya no usaba. Él calzaba una talla 46, mientras que yo tenía una 44, así que tenía que rellenar la punta con pañuelos.

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Las zapatillas siempre han sido importantes para mí, pero cuando llegué a la universidad en 1998, básicamente todo el dinero que conseguía se iba en calzado deportivo.

Jugué de base y de escolta en la universidad y llegué a pensar que tenía la posibilidad de jugar al siguiente nivel. Me especialicé en sistemas informáticos con un poco de marketing.

Para mí, todo se trataba de ser el primero en conseguir un modelo. Hice muchísimas colas delante de tiendas de zapatillas e inicié muchísimas conversaciones con los que esperaban junto a mí. 

Esa gente acabó convirtiéndose en algunos de mis mejores amigos. Cuando me casé en Jamaica, la gente que conocí en las colas de las tiendas de zapatillas fue hasta allí para formar parte de ese momento. Eso nunca podría pasar en StockX, en GOAT o en eBay.

Cuando salió la revista Sole Collector en 2003, mi madre se suscribió a ella, y yo me dije: "Espera un momento, hay más gente como yo". Sole Collector empezó a organizar eventos y ahí es cuando todo cambió. Comencé a conocer gente que trabajaba en Nike, o era primo de algún jugador, o era primo de algún representante.

Seguí comprando los lanzamientos de ediciones generales, pero mi prioridad eran las ediciones exclusivas de jugadores profesionales. Tenía una cantidad limitada de dinero. Mi mujer me toma el pelo con eso ahora, pero creé cuentas corrientes separadas para distintos zapatos.

He estado trabajando en servicios informáticos mucho tiempo. Fui el empleo modelo en Vocal IP. Era un trabajo genial: me labré un ascenso hasta convertirme en director de operaciones. Contraté a todo el personal, pero lo acabé dejando en 2018. 

Ganaba bastante dinero, un salario de 6 cifras. Pero también tenía semanas en las que podía vender un par de zapatillas por más dinero del que habría ganado trabajando durante un mes.

Mi colección era muy grande. La valoré en alrededor de medio millón de dólares (440.000 euros) en la misma época en la que organicé un evento para el NBA All-Star de 2019 en Charlotte (Estados Unidos) con eBay. Ahora, el valor de mi colección se ha multiplicado por 4 o 5, incluso después de haber vendido muchas de mis zapatillas.

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Another Lane empezó como un emporio personal para mis zapatillas. Abrí una cuenta en Shopify y, solo usando Instagram y la tienda online, había meses en los que ganábamos 35.000 euros.

Al final, Another Lane se convirtió en un marketplace dirigido por la comunidad. Hay una área de compra-venta que está completamente gestionada por el vendedor; tienen su URL personal para su escaparate.

Cuando los compradores quieren contactar con los vendedores pueden hacerlo directamente. Cuando coges confianza con alguien es probable que vuelvas una y otra vez. Estamos intentando fomentar relaciones más profundas entre compradores y vendedores.

También hay una comunidad que funciona como Facebook o Twitter y siempre tenemos contenido original.

Another Lane ha sido aceptada en la aceleradora de startups tecnológicas de Boston. La inversión de 105.000 euros que vino con ello ha ayudado porque, como fundador negro, y a pesar de que mi mujer y yo tenemos una puntuación de crédito superior a 750, no conseguíamos ningún préstamo empresarial.

El negocio es bueno, las dinámicas del marketplace son correctas y el contenido original se está convirtiendo en la mayor fuente de ingresos. La ropa vende.

Nuestra comunidad es gratuita, pero si quieres vender en la plataforma, o quieres alguna de sus ventajas, como descuentos por membresía, cuesta 10 euros al mes. Vamos a organizar algunos eventos presenciales para acercar el mundo digital al analógico y empezar a labrar esas relaciones más profundas.

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Aún no somos rentables, pero quién sabe, en 6 meses eso puede cambiar.

Nuestros asesores nos contaron que una clave para crecer es asegurarse de que yo soy una voz dentro de ese espacio. Voy a presentar en directo los enfrentamientos y eliminatorias de zapatillas de Sole Collector en Caffeine. Estoy realmente nervioso, pero la única manera que tengo de progresar es hacerme sentir incómodo a mí mismo.

Muchos de los comentaristas de zapatillas solo hablan o sacan a relucir las cosas por las que las empresas les pagan. Yo no tengo esas ataduras, puedo ser honesto con mi espectador. Eso es algo a lo que nunca podrán vencer. También he invertido mi tiempo, y no se puede retroceder en tiempo para hacer algo que yo ya he hecho. Yo ya estaba ahí.

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