Los problemas militares de Rusia en Ucrania se parecen mucho al sangriento ataque soviético a Finlandia en la Segunda Guerra Mundial

Benjamin Brimelow
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Un bombardero soviético derribado por fuego de artillería antiaérea finlandesa en el frente de Carelia el 3 de enero de 1940.
Un bombardero soviético derribado por fuego de artillería antiaérea finlandesa en el frente de Carelia el 3 de enero de 1940.(AP Photo)

El alto número de bajas y el lento progreso de Rusia en Ucrania ha suscitado dudas acerca del poderío y la competencia del ejército ruso.

Las autoridades de inteligencia de Estados Unidos estiman que varios miles de soldados rusos han muerto desde el inicio de la invasión hace ya 3 semanas. También continúan circulando los vídeos que muestran tanques rusos y otros vehículos destrozados por ataques ucranianos, o siendo remolcados por granjeros ucranianos tampoco han sido fáciles de ocultar.

Además, algunos informes indican que varios altos cargos militares rusoshabrían muerto en el frente de batalla, lo que aumenta la sensación de auténtico desorden.

El pobre rendimiento ruso, y también la sorprendente resistencia de Ucrania, han motivado las comparaciones con la Guerra de Invierno entre la Unión Soviética y Finlandia entre 1939 y 1940. 

Durante los 105 días de gélida guerra, las tropas finlandesas provocaron gravísimas bajas en el masivo Ejército Rojo.

Pero hay razones para ser cauteloso con esta clase de comparaciones, según Michael Kofman, director de investigación del Programa de Estudios Rusos en el think tank CNA.

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La Guerra de Invierno, contaba Kofman a War on the Rocks el pasado 6 de marzo, "llevó a la conclusión de que el ejército soviético pudiera ser terrible en algunos aspectos". Con un gran número de tropas y materiales, pero con una eficacia en combate "bastante baja".

Finlandia perdió la guerra y la impresión alemana de la debilidad militar soviética resultó ser desastrosamente errónea. 

La Guerra de Invierno

Infantería finlandesa en esquís en octubre de 1939. Las tropas finlandesas montadas en esquís infligieron una gran cantidad de bajas entre los soviéticos.
Infantería finlandesa en esquís en octubre de 1939. Las tropas finlandesas montadas en esquís infligieron una gran cantidad de bajas entre los soviéticos.

Hulton Archive/Getty Images

Iniciada por los soviéticos en la madrugada del 30 de noviembre de 1939, la Guerra de Invierno fue provocada por Moscú tras el fracaso diplomático de forzar a Finlandia a ceder parte de su territorio fronterizo al norte de Leningrado (actual San Petersburgo) y permitieran la entrada de tropas soviéticas en territorio soberano finlandés.

Sobre el papel, no debería haber habido ningún tipo de competencia. Antes del estallido de la guerra, el ejército de Finlandia contaba con alrededor de 280.000 hombres, apenas 400 piezas de artillería, 32 tanques y 75 aviones con capacidad de combate.

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En comparación, tan solo la Guarnición Militar del Distrito de Leningrado tenía 500.000 hombres, 5.700 piezas de artillería, 6.500 tanques y 3.800 aviones de combate.

El dirigente soviético Josef Stalin estaba tan seguro de sí mismo que rechazó un plan meticuloso presentado por el entonces jefe del Estado Mayor, Boris Shaposhnikov, que preveía una ofensiva masiva y concentrada a través de la principal línea de defensa finlandesa.

Un destacamento motorizado de artillería pesada soviética avanzando en territorio finlandés a finales de diciembre de 1939.
Un destacamento motorizado de artillería pesada soviética avanzando en territorio finlandés a finales de diciembre de 1939.

ullstein bild/ullstein bild via Getty Images

En su lugar, Stalin se decantó por un plan que preveía un ataque a través de la totalidad de los casi 1.300 kilómetros de la frontera soviético-finlandesa; similar a la guerra relámpago de Alemania en Polonia.

Los planificadores soviéticos creyeron que toda la operación duraría unas 2 semanas, así que equipó a sus soldados acordes a ello. Pero los finlandeses resistieron con creces durante las primeras 6 semanas de la guerra.

El Ejército Rojo fracasó constantemente en sus intentos de abrir una brecha en la línea del frente de Mannerheim, en el istmo de Carelia, una zona al oeste de Leningrado. Mientras tanto, las ofensivas soviéticas en el centro de Finlandia eran constantemente rechazadas por soldados finlandeses que utilizaban tácticas de guerrilla.

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Las largas columnas del Ejército Rojo se ciñeron a las pocas carreteras existentes, exponiendo sus avances a través de los densos bosques y anulando su ventaja numérica.

La constante nieve y el clima gélido favoreció a los finlandeses, que emplearon tropas con esquís y camuflaje de invierno. Los comandantes soviéticos, seguros de una rápida victoria, no equiparon a sus tropas con un equipamiento acorde a la situación.

Soldados rusos muertos en la carretera tras la batalla de Suomussalmi el 31 de diciembre de 1939.
Soldados rusos muertos en la carretera tras la batalla de Suomussalmi el 31 de diciembre de 1939.

Hulton-Deutsch Collection/CORBIS/Corbis via Getty Images

Los finlandeses aislaban y rodeaban las columnas del Ejército Rojo, una táctica llamada "motti", y luego destruían poco a poco a los soviéticos con una eficiencia devastadora.

En la batalla de Tolvajärvi, la bajas soviéticas ascendieron a 5.000 soldados en comparación con las 630 de Finlandia. Resultados similares se dieron en las batallas de Suomussalmi y Raate, con una división soviética destruida por completo en cada una de ellas.

Pero en febrero, Stalin llevó a cabo una serie de cambios. Shaposhnikov recibió el control de las tropas en Finlandia, el Ejército Rojo se reorganizó y el plan soviético se reestructuró para centrarse en un avance a través de la línea de Mannerheim.

Finalmente, una gran ofensiva la traspasó en febrero de 1940. Los finlandeses, con menos tropas y recursos, sufrieron una derrota total y no tuvieron más remedio que aceptar un armisticio.

"Un tigre de papel"

Un locutor de radio finlandés relata el derribo de un bombardero soviético por un caza finlandés en 1939.
Un locutor de radio finlandés relata el derribo de un bombardero soviético por un caza finlandés en 1939.

Hulton-Deutsch Collection/CORBIS/Corbis via Getty Images

En el Tratado de Paz de Moscú, firmado el 12 de marzo de 1940, Finlandia cedió alrededor del 10% de su territorio a los soviéticos, incluido el istmo de Carelia y la región septentrional de Petsamo, bloqueando el acceso de Finlandia al mar de Barents.

Tuvo un coste terrible para los soviéticos. En 105 días, unos 140.000 soldados del Ejército Rojo murieron en los enfrentamientos y más de 3.500 tanques y un millar de aviones fueron destruidos. En contraposición, cerca de 26.000 finlandeses fallecieron, y Finlandia perdió 30 tanques y 62 aeronaves.

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La Guerra de Invierno tuvo ramificaciones fuera de Finlandia.

La mala actuación del Ejército Rojo, unida a los desastrosos efectos de las purgas militares de Stalin y a un mal rendimiento similar en la Guerra polaco-soviética unos años antes, reforzó la creencia de Hitler de que el Ejército Rojo era incapaz de resistir al todopoderoso ejército alemán.

Antes de dar comienzo a la operación Barbarroja —invasión alemana de la Unión Soviética— en junio de 1941, Hitler dijo a sus generales que "tan solo tenemos que llamar a la puerta para que toda su podrida estructura se caiga a pedazos".

Tropas del Ejército Rojo muertas y tanques soviéticos reutilizados por los finlandeses en marzo de 1940.
Tropas del Ejército Rojo muertas y tanques soviéticos reutilizados por los finlandeses en marzo de 1940.

Bettmann via Getty Images

Hitler se equivocó por mucho. Los nazis infligieron alrededor de un millón de bajas en los soviéticos en los primeros compases de la invasión de la Unión Soviética, pero el Ejército Rojo —con gran ayuda de sus aliados— se recuperó, se reorganizó y luchó hasta llegar a Berlín.

La asistencia Occidental y las lecciones de la Guerra de Invierno transformaron al Ejército Rojo en una fuerza mucho más poderosa y capaz de lo que era en 1939, como pudieron comprobar de primera mano tanto los alemanes como los finlandeses.

Juzgar la capacidad militar rusa basándose en su rendimiento en Ucrania puede ser una equivocación, decía Kofman a principios de mes, alertado de que "definitivamente no quieres acabar como acabó Alemania".

"Me temo que nos vamos a ir con una valoración decente de todos los problemas militares de Rusia, pero también con la idea equivocada de que es un tigre de papel, o de que el ejército ruso lucharía a nivel regional de igual manera que contra un contrincante de alto nivel, como la OTAN", opinaba Kofman.

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