He probado Mastodon durante horas y no sé si reemplazará a Twitter, pero ha sido como viajar en el tiempo a los orígenes de las redes sociales

El logo de Mastodon.

REUTERS/Dado Ruvic

  • Probar Mastodon ha sido como retroceder en el tiempo a una época en la que las redes no estaban dominadas por bots, desinformación y publicidad.
  • No sé si la plataforma logrará rivalizar de tú a tú con Twitter, pero tampoco creo que lo necesite: como espacio alternativo y amable funciona estupendamente.
Análisis Faldón

Me abrí mi primera cuenta en Twitter cuando era todavía adolescente. Corría 2008 y mi primer nombre de usuario era el nickname que utilizaba en videojuegos en línea. Tenía 16 años y no entendí nada. Ni cómo funcionaba ni para qué servía. Duré unos minutos antes de olvidarme por una temporada de Twitter. Me quedé en la red social de moda de por entonces, Tuenti.

Lo volví a intentar en 2010 con mayor éxito. Acababa de llegar a la universidad y algunos profesores, con mayor o menor criterio, apuntaban a cómo la plataforma podía acabar revolucionando el periodismo. No sé si Twitter ha revolucionado el periodismo, pero sí sé que 12 años después sigo entrando diariamente en la app para estar al día.

Estar al día no quiere decir que esté informado. Twitter ha cambiado mucho. Es probable que bajo la batuta de Elon Musk cambie todavía más y de una manera más rápida. Ni soy ni pretendo ser adivino, pero sí sé que hace 10 años la conversación pública que se mantenía en Twitter era, de alguna manera, más cándida e ingenua.

Entonces no habían terminado de aterrizar las grandes marcas y que un partido político se crease un perfil todavía era noticia. El #FollowFriday o #FF seguía en boga y mucha gente empezó a conocerse y, años después, a desvirtualizarse, a través de una plataforma en la que los 'me gusta' todavía eran 'favoritos' —con una estrella— y el límite de caracteres todavía era de 140.

La plataforma empezó a cambiar. Unos elementos invisibles en la interfaz, los algoritmos, empezaron a aparecer. Primero, para recomendar cuentas que seguir en función de tus intereses. Segundo, para inundar tu muro con tuits de personas u organizaciones que no sigues, pero que alguna persona que conoces ha marcado con un 'me gusta'.

Mastodon vs Twitter

De esta manera los #FollowFriday —etiquetas que se popularizaban los viernes para recomendar cuentas a seguir— dejaron de tener sentido. La conversación pura de los inicios pasó a ser una cada vez más enrarecida por polémicas casi diarias sobre las que todos los tuiteros debían tener una opinión. Casi al mismo tiempo llegaron los bots y la desinformación.

La compra por parte de Elon Musk de Twitter ha acelerado la desazón de muchos usuarios que podían compartir este diagnóstico, pero que entienden que el futuro ahora puede ser mucho más controvertido para la plataforma. Muchas de esas personas están anunciando su marcha de la red social y algunas de ellas están promoviendo el uso de potenciales alternativas.

Una de ellas es Mastodon. La plataforma que propone una alternativa federada —el "fediverso"— y descentralizada al modelo Twitter goza de una enorme popularidad estos días. Tanto, que en cuestión de dos semanas ha sumado cerca de 500.000 nuevas cuentas, un crecimiento de más del 10% de su base de usuarios registrados en cuestión de días.

Abrí mi cuenta en Mastodon a principios de 2020. Primero, para seguir las andanzas de un colectivo hacktivista hoy desaparecido en España, La 9 de Anon, que fue expulsada de Twitter pero mantuvo sus comunicaciones en una de las instancias más populares de Mastodon, mastodon.social. No era muy activo, solo entraba a leer.

También formé parte de la oleada de usuarios que se acercó con curiosidad a Mastodon en abril de este mismo año, cuando comenzaron los rumores de la compra de Twitter por parte de Musk. Hay que ser sincero: fue una cosa puntual en el tiempo. Mucha gente dijo entonces que cambiaría Twitter por Mastodon y casi nadie de entonces ha cumplido.

Ahora estoy inmerso en esta segunda oleada de noviembre. Mastodon crece mucho y rápido, tanto que muchas instancias se han visto obligadas a restringir los nuevos registros mientras amplian la capacidad de los servidores. Y en esta ocasión he visto algo diferente.

Mastodon parece vacío, pero no lo está

Una de las primeras impresiones que tuve con Mastodon es que era un espacio muy vacío. En realidad no lo estaba, lo que sucede es que sin algoritmos de recomendación no sabía ni por dónde empezar. Me registré en una instancia popular, la que puso en marcha el equipo desarrollador de la plataforma, mastodon.social.

En Mastodon puedes, además de ver un muro con las publicaciones de las personas a las que sigues, ver otros dos muros: el "local" —en el que se muestran publicaciones de los usuarios de tu misma instancia, en este caso, mastodon.social— y el muro "federado", en el que aparecen las publicaciones de todos los usuarios de instancias conectadas a la tuya.

Te lo puedes imaginar: en ambos casos vi una riada de publicaciones que aparecían sin ton ni son, con pocos segundos de diferencia entre cada una de ellas, y en múltiples idiomas. Ver de repente una gran cantidad de información de personas de Japón, India, Estados Unidos o El Salvador sin mayor contexto no me pareció lo más atractivo.

Ahora que lo estoy volviendo a intentar con Mastodon he entendido por qué fracasé en la anterior ocasión. Lo primero que debes tener en cuenta al llegar a esta plataforma es que te tienes que dar tiempo y paciencia: el necesario para encontrar gente que te pueda resultar interesante seguir. En mi caso, me ha ayudado que en Twitter muchos de mis contactos estén yéndose a Mastodon.

David Casacuberta, uno de los primeros ciberactivistas españoles.

Eso ha facilitado el camino: cuando sigues a una persona que aprecias y en cuyo criterio confías es más fácil encontrar gente interesante revisando sus siguiendos y sus seguidores, e incluso sus propias recomendaciones explícitas. En Mastodon no existe la posibilidad de citar toots —los tuits aquí—, pero las conversaciones son bastante más profundas que en Twitter.

Esa profundidad en las respuestas también me ha sorprendido. Se puede achacar, por un lado, a que en Mastodon el límite no es de 280 caracteres. En algunas instancias el límite es mayor, pero en otras el límite más habitual es de 500. Los debates se pueden desarrollar mucho más.

Pero creo que tiene más que ver con el tipo de comunidad que se ha conformado. Digo que se ha conformado y no "se está conformando" porque a Mastodon no puedes llegar con ínfulas de pionero o descubridor de nada: la plataforma lleva en marcha desde 2016 y hay muchos usuarios que han tejido redes en estos años.

De hecho son esos propios usuarios los que suelen encargarse de moderar las instancias y ayudar a los recién llegados, creando infografías y material para superar la curva de aprendizaje que requiere la red social.

La comunidad es cercana, amable y colaborativa: es un regreso a los mejores tiempos de las redes sociales

Lo que me he encontrado en Mastodon en las 72 horas que he empezado a explorarlo con más intensidad, sobre todo, es amabilidad. Amabilidad y sorpresa: tanto para los que estamos aterrizando como para los que nos están recibiendo.

Por ejemplo, hace tan solo unas horas leía con sorpresa al responsable de una popular instancia hispanohablante que uno de los periódicos más leídos de España había solicitado registrarse en su servidor, cosa que le fue denegada —el cariz de Mastodon, desarrollado con código abierto y siendo software libre, es que si alguien tiene recursos, cree su propia instancia—.

Hace menos leía que el Ejecutivo federal alemán se sumaba a los esfuerzos que la Unión Europea ya emprendió el pasado mes de abril y creaba su propia instancia y verificaba los perfiles institucionales que estaba empezando a alojar.

Cuando una persona llega a Mastodon tiene que fijarse bien qué instancia elige y leer detenidamente sus normas. Por ejemplo, he visto que en otras instancias te proponen una etiqueta para que los recién llegados se presenten. No en balde, desde hace días una de las etiquetas más populares en la plataforma es #introduction, donde todos los recién llegados se están presentando.

Una foto de Elon Musk entre logotipos de Twitter

Yo me presenté el pasado lunes y me topé de repente con que una persona desde Chile me daba una calurosa bienvenida a la plataforma. Mientras tanto, un conocido influencer de izquierdas publicaba toots —idénticos a sus tuits— y otras cuentas también llegadas desde la red social fundada por Jack Dorsey debatían sobre las sensaciones que les daba Mastodon.

Muchas publicaciones me están haciendo reflexionar. En una, un chico recordaba en inglés que "no tenemos por qué perpetuar el marco de la tecnología mainstream" y daba sus razones por las que prefería hablar de "personas" en el fediverso, y no de "usuarios" y "usuarias".

Por el momento, y a expensas de seguir explorando, me quedo con este comentario que hacía una compañera periodista gaditana: "Esta red se percibe diferente desde el principio. Se suma a algo de que hay un viraje general en el uso de estas plataformas. Los algoritmos se han roto en muchas y ya no sirven para comunicarnos, y creo que estamos buscándonos un poco a otros".

Desconozco si Mastodon tiene todo el potencial y sobre todo la capacidad como para convertirse en una alternativa sólida a Twitter. Probablemente no. Pero de momento el viaje que he emprendido en este servicio me ha servido para reconciliarme con unas redes sociales como hacía años que no las veía: aquellas en las que quienes mandan son las personas, y no los automatismos.

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