He conseguido evitar el jet lag poniendo en práctica el único truco que creo que de verdad funciona

La autora en un vuelo a Seúl, Corea del Sur.
La autora en un vuelo a Seúl, Corea del Sur.

A.G.B

  • El pasado otoño me embarqué en un viaje de 17 horas de Madrid a Seúl. 
  • Temiendo estar demasiado cansada durante mis vacaciones por el jet lag, los días anteriores al vuelo puse en práctica un truco que me funcionó a la perfección.
  • A mi vuelta a casa no seguí este consejo y estuve luchando contra el temido jet lag varios días.

El pasado octubre hice un viaje de dos semanas a Corea del Sur. A sabiendas de que me enfrentaba a un gran salto horario (el país asiático va siete horas por delante cuando en España seguimos con el horario de verano), quería evitar a toda costa no sentirme agotada durante mis vacaciones.

Para llegar hasta Seúl necesitaba hacer un trayecto de 17 horas: de Madrid volé a Doha durante siete horas, donde hice una escala de menos de dos horas hasta coger el siguiente vuelo de nueve horas que me llevaría hasta mi destino final.

Aunque mi vuelo salía a media tarde, mi preparación para disfrutar de mi viaje por Corea no comenzó durante el vuelo. Ni siquiera ese mismo día. Comencé a prepararme para combatir el temido jet lag tan propio de los viajes internacionales varios días antes de coger ese vuelo.

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El jet lag no es otra cosa que la alteración de nuestro reloj interno que se da cuando cambiamos a una zona horaria muy diferente y que produce insomnio, náuseas, cansancio generalizado o problemas digestivos. Definitivamente, algo que no quería experimentar durante mis vacaciones.

Este reloj interno tienen una duración aproximada de 24 horas y se ajusta cada día basándose en elementos tales como la alimentación y la luz. Por ello, y en líneas generales, tu cuerpo tarda en aclimatarse al horario del destino el mismo número de días que de horas de diferencia hay con el punto de origen. Mi solución no era otra que ajustarme cuanto antes si no quería estar una semana (las siete horas de diferencia que tenía) sufriendo las consecuencias del jet lag.

Conociéndome, sabía que lo que peor iba a llevar durante mi viaje era mantenerme despierta y con energía en momentos en los que lo único que me apetecería sería ir a echarme una siesta al hotel. 

Con eso en mente, una semana antes del viaje comencé a poner mi alarma media hora más temprano de lo habitual. Aunque solo ganase unas tres horas, el día del vuelo ya tenía medio camino hecho. Además, al adaptarme gradualmente a este patrón no me costaba tanto levantarme algo más pronto para empezar a trabajar.

El día de mi vuelo a Seúl, había cambiado mi horario de sueño lo suficiente como para despertarme a las 5 a.m, más o menos la mitad del salto horario que estaba a punto de realizar.

Forzar a mi cuerpo a dormir más temprano para poder levantarme antes fue sin duda todo un acierto que recomiendo a todo el mundo. 

Lo ideal hubiera sido ajustar también mis horarios de comida e incluso cantidad de luz, pero tampoco quería obsesionarme con los preparativos. Mi objetivo solo era evitar el cansancio que me hubiera impedido disfrutar de hacer turismo los primeros días.

Una vez en el avión, sí que cambié por completo mi mente para adaptarme en todos los sentidos al horario de Seúl, a donde llegaría a las 17:00 (hora local) del día siguiente.

Solo tenía que operar según mi nueva zona horaria, tratando de hacer lo que normalmente haría en ese momento: después de que sirvieran la comida una hora después de despegar, me preparé cuanto antes para irme a dormir. En España seguían siendo poco más de las 17:00 cuando ya estaba lista para acostarme, pero en Corea ya pasaba la medianoche.

Me puse mi antifaz, me tapé con la manta e hice todo lo que pude por dormir el máximo tiempo posible hasta llegar a Doha.

Para el segundo vuelo tuve que esforzarme aún más para lograr controlar este ajuste horario, ya que en Corea ya era de día mientras que yo embarqué de madrugada en el vuelo en Doha. Leer y ver películas me ayudó a mantenerme despierta la mayor parte del tiempo y así llegar a Seúl lo más adaptada que pudiera al horario local

¡Lo logré!

Tras dejar las cosas en el hotel y cenar algo rápido, solo tuve que mantenerme despierta un par de horas hasta que llegara una hora decente para irme a la cama. De haber dormido durante mi segundo vuelo no hubiera estado lo suficientemente cansada y el insomnio habría descolocado mis planes.

El peor error que puedes cometer al aterrizar en otra zona horaria es escuchar tu reloj interno. Lo digo por experiencia, ya que a mi vuelta de las vacaciones no seguí estos consejos. 

Como no me preocupaba estar cansada en casa donde no tenía que visitar la ciudad, no me preparé en absoluto y tuve que combatir el terrible jet lag que había conseguido evitar a la ida.

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