He visitado los 193 países soberanos del mundo: estos son mis 10 favoritos (y dos decepciones)

A los 27 años, cumplí mi sueño de viajar a todos los países del mundo en solitario. Para ser exactos, he visitado las 193 naciones soberanas, además de Taiwán, Kosovo y Palestina. A los 30 años cumplí mi sueño atlético de convertirme en Ironman. Me satisface enormemente inspirar y educar a las mujeres jóvenes para que salgan y persigan sus pasiones, o lo que sea que las entusiasme en la vida.  

Soy de Connecticut (EEUU) y, por motivos económicos, nunca tuve la oportunidad de viajar. El único país en el que había estado antes de los 18 años era Canadá, de donde es mi madre. Tenía un deseo innato de explorar territorios desconocidos y viajar por el mundo. 

En concreto, quería explorar lugares que la gente consideraba inseguros y a los que no solía viajar. Quería utilizar mis privilegios y mi condición de persona capaz para devolver algo y mejorar el mundo en el que vivimos, desmontando mitos sobre algunas de estas naciones precarias y promoviendo la paz. 

Cuando pienso en algunos de mis países favoritos, mi mente suele gravitar hacia las interacciones humanas y los paisajes naturales que más me alegran: me encanta la naturaleza. Todos mis países favoritos cuentan con algunos de los paisajes más increíbles, culturas diversas y cocinas únicas. 

Mis países favoritos cambian a menudo, ya que en cada estación tiendo a recordar mis lugares favoritos de esa época del año. Estos son mis 10 países favoritos:

1. Argentina

A lo largo de los años he pasado mucho tiempo en Argentina y he conocido a gente maravillosa de allí. Me atraen sus estaciones y su flora, lo que me llevó a correr un medio Ironman en la parte argentina de la Patagonia. 

La primavera en Bariloche —una ciudad de la región patagónica argentina— es como una primavera amplificada en Connecticut debido a las vastas cadenas montañosas y los lagos glaciares que reflejan las hojas vibrantes y hacen que todo sea más intenso.

Desde la increíble belleza de Salta hasta Córdoba, es uno de mis países favoritos. También disfruto de los paisajes de Ushuaia, conocida como la puerta de entrada a la Antártida, y de su fantástica gastronomía. Cuando visito Argentina, aprovecho al máximo sus empanadas, su asado y sus increíbles dulces.

2. Austria

Como amante de la montaña y la naturaleza, Austria siempre ha sido capaz de satisfacerme: el país es impresionante. Conocer su historia y visitar castillos y palacios es un viaje muy enriquecedor. Es nítido, limpio, fresco, auténtico, y siempre me ha gustado volver a visitarlo una y otra vez.

3. Bután

Siempre animo a los amantes de la cultura y la naturaleza a conocer Bután al menos una vez, si es posible: es un lugar realmente encantador. Cuando estuve allí en julio de 2016, me pareció un país muy pacífico y una experiencia muy humilde. Han batido récords en número de árboles plantados, algo en lo que participé mientras estuve allí. La gente es pacífica y feliz, y el entorno lo refleja.

4. Pakistán

Después de viajar por todo Pakistán, incluidas ciudades como Karachi, Lahore y la capital, Islamabad, puedo decir sinceramente que merece la pena visitar este país. La cocina es pesada pero muy aromática y sabrosa. Al igual que en la India, algunas de las especias más comunes son el comino, la cúrcuma, el cilantro, el cardamomo y la canela. 

Los paisajes también son impresionantes: playas, bosques nubosos y cordilleras del Himalaya. Por último, la gente es tan hospitalaria y acogedora que resulta irreal.

5. Vanuatu

Durante mi estancia en Vanuatu, me propuse sumergirme en las tradiciones locales. Vanuatu es una pequeña nación insular en la Oceanía del Pacífico. Recorrí los pueblos, donde me acogieron en las casas de desconocidos que me enseñaron valiosas lecciones y me mostraron cómo preparaban algunas de sus bebidas tradicionales, como el kava, una bebida no fermentada elaborada con la raíz de una planta medicinal y que siempre se sirve fría. 

Vanuatu es un lugar precioso, y los estudiantes con los que hablé eran de los más simpáticos y hermosos.

6. Islandia

Islandia es otro país que he visitado un buen puñado de veces porque no me canso de admirar su esplendor natural. Es el lugar perfecto para escaparse en busca de solaz y reflexión. Las ciudades no son agobiantes, la gente es muy acogedora, la comida es deliciosa y los paisajes son de otro mundo. 

Me fascinan las fértiles tierras bajas y los entornos geotérmicos. Islandia tiene más de 600 especies de musgo, que dan a la tierra un aspecto único respecto a cualquier otro país que haya conocido.

7. Omán

Oriente Próximo ocupa un lugar especial en mi corazón, y Omán es el lugar perfecto para sumergirse en la cultura árabe tradicional. La amabilidad de la gente de Omán es primordial, y su cocina es de otro mundo. Su café y su miel, entre otras cosas, son increíbles.

Los paisajes desérticos y el mar son, sinceramente, un descanso refrescante y crean espacio de forma natural para una mente abierta a experimentar todo lo que Omán tiene que ofrecer.

8. Estados Unidos

Hay una razón por la que mucha gente acude en masa a Estados Unidos, y yo tengo que incluirlo entre mis 10 países favoritos. Es un crisol de culturas, cocinas, paisajes y tradiciones. Es un lugar estupendo para saborear el mundo y conocer a gente de todas partes.

Si quisiera, podría visitar una selva tropical en Puerto Rico un día y desayunar un café con leche cubano y un pan tostado en Miami al día siguiente. También podría ir de excursión al desierto de Mojave en California una mañana, cenar en un restaurante eritreo en San Francisco esa misma tarde y dormir entre abetos con vistas al océano Pacífico y el suelo cubierto de nieve en Oregón por la noche. En Estados Unidos, los distintos entornos están cerca unos de otros en avión.

9. Mauricio

Mauricio está tan infravalorado que es un lugar poco común para viajar, pero es un sitio maravilloso para visitar. Me encanta su compromiso con el turismo responsable, y admiré la belleza natural y prístina del país cuando lo visité. También me pareció fascinante la diversidad cultural, con valores y tradiciones compartidos entre comunidades indias, chinas, africanas y europeas. 

La gente fue muy hospitalaria conmigo. Mauricio me acogió con los brazos abiertos y volvería sin dudarlo.

10. Túnez

Teniendo en cuenta todos los conflictos y agitaciones que ha vivido Túnez a lo largo de los años, me sorprendió gratamente mi experiencia en este país. Es precioso.

Viajé a Túnez en diciembre de 2015, aproximadamente una semana después del atentado de Túnez de 2015, casi dos semanas después del tiroteo del Radisson Blu y solo seis meses después de los atentados de Susa en los que murieron 38 turistas. En aquel momento había mucha agitación en Túnez, lo que, con razón, desanimó a los turistas.

Tomé un ferry nocturno, de unas 10 horas, de Palermo (Italia) a Túnez y dormí en un cartón en el suelo, sin cobertura ni wifi y rodeada de italianos y tunecinos, pero sobre todo de tunecinos. Fue un poco angustioso, pero una vez que llegué, había belleza por todas partes. Me alojé en Sidi Bou Said, al norte de Túnez, y visité las ruinas de Cartago, entre otros lugares. Hay tanto que ver y también tanta historia. La gente era muy amable y me sentí más que segura como mujer que viajaba sola.

No he tenido la mejor experiencia en países donde los hombres me han tratado mal

He estado en Italia muchas veces en los últimos 15 años, y mi tatarabuelo era italiano, así que tengo algo de herencia de allí. Sin embargo, no importa cuántas veces vaya, los hombres me acosan incesantemente en público.

Es una verdadera lástima, porque las mujeres siempre han sido muy amables conmigo, y he crecido aprendiendo mucho de ellas, trabajando en restaurantes tanto en Italia como en Estados Unidos. Me encanta la cocina, la cultura, los paisajes y prácticamente todo lo que rodea al país, pero siempre que voy, los hombres no parecen respetarme. 

No obstante, sus acciones no reflejan necesariamente los valores del país en su conjunto, que diría que son la amabilidad, la generosidad y la hospitalidad.

Otro país que me ha decepcionado es Corea del Norte

Cuando visité Corea del Norte en agosto de 2016, fue una experiencia que me llenó de humildad. Mi guía turístico norcoreano era la persona más dulce y servicial, y todos los lugareños con los que me crucé eran muy amables. Sin embargo, visité Corea del Norte consciente de la grave necesidad de seguir sus normas, y también sabiendo que la gente que vive allí tiene que vivir según esas normas en cada momento.

Tenía que pedir permiso para hacer fotos y no podía salir del hotel sin autorización. Tuve que dejar mi cámara DSLR, mi teléfono, mi dispositivo de localización GPS (que usaba por mi seguridad para que mi familia supiera dónde estaba) y mi portátil en una taquilla del aeropuerto de Shenyang porque los funcionarios tenían derecho a confiscarlos si querían. Sí llevé mi GoPro, que estaba dispuesta a perder, y así pude capturar todas mis fotos y vídeos allí. 

Mientras estuve en Corea del Norte, tampoco se me permitió hablar con ciudadanos norcoreanos. Me tomé un café en el vestíbulo del hotel y lo dejé en la mesa cuando terminé, pero me dijeron que tampoco podía hacerlo. Había un montón de normas que me hacían sentir como si caminara sobre cáscaras de huevo.