Un hombre bate el récord con un chip implantado hace más de 8 años para recuperar la movilidad: los científicos no dan crédito y desconocen cuánto durará

Barack Obama, expresidente de Estados Unidos, saluda a Nathan Copeland, el 13 de octubre de 2016.
Barack Obama, expresidente de Estados Unidos, saluda a Nathan Copeland, el 13 de octubre de 2016.

Reuters

Nathan Copeland sufrió un accidente de coche en 2004 y, a partir de ese momento, fue incapaz de mover cualquiera de sus extremidad, debido a una parálisis desde el pecho hasta los pies.

En 2014, Copeland decidió unirse a un revolucionario estudio de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) dirigido a personas con lesiones graves en la médula espinal, con el objetivo de conseguir que un chip fuera capaz de restaurar su movilidad, al menos parcialmente.

Estos dispositivos se conocen como BCI (las siglas en inglés de interfaz cerebro-ordenador), y han permitido hazañas increíbles en personas con parálisis en brazos y piernas, con avances realmente impresionantes en una década.

Así, se ha conseguido que una persona pueda escribir en una pantalla con tan solo pensarlo, aunque algunas técnicas requieren de cirugía para la implantación del chip, como es el caso de Copeland.

Más allá de la importante mejora en la calidad de vida del protagonista, Copeland se ha convertido en la primera persona del mundo en tener un chip implantado durante tanto tiempo, concretamente, algo más de 8 años. Los científicos no dan crédito aún.

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Pero este avance neurotecnológico no está exento de peligros, ya que los mismos investigadores desconocen hasta cuándo durará el chip sin complicaciones para Copeland. Ahora bien, su comercialización está más cerca.

La BCI que usa Copeland está fabricada con silicio resistente y se asimilia mucho a la parte con púas de un cepillo para el pelo, con 100 agujas diminutas de apenas un milímetro de longitud recubiertas con un metal conductor.

De tal forma, se pueden capturar los impulsos eléctricos que producen las neuronas cuando mantienen un registro de actividad y, con ello, representar los mismos en un ordenador.

Una propuesta sorprendente que no está exenta de riesgos para el paciente, ya que las sondas que se clavan en el cerebro pueden provocar una respuesta inmunitaria del cuerpo y, por ende, llevar a inflamación y a la disminución de la señal.

Para solucionar esto, un grupo de investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Estados Unidos) está probando con capas de hidrogel, lo que otorgaría al dispositivo ese aspecto gelatinoso muy parecido al cerebro.

Otra de las posibles soluciones serían las BCI inalámbricas, aparatos menos invasivos y con los que los pacientes tendrían mayor rango de actuación. Sin embargo, Copeland sigue siendo optimista y está abierto a cualquier opción.

"En 5 o 10 años, si hay algo que tuviera mejoras significativas, me operaría de nuevo y lo intentaría", ha explicado a Wired.

Elon Musk, mediante su compañía Neuralink, también está probando estos chips, con resultado muy sorprendentes con sus monos, los cuales pudieron echar una partida de pong con la mente.

Fruto del optimismo y el humor de Copeland, el mismo desafió hace tiempo al mono de Neuralink a jugar una partida de pong con el pensamiento y retransmitirla en Twitch. Musk nunca le llegó a responder.

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