La inflación en Turquía es tan alta que ni la gobernadora del banco central turco puede pagar el alquiler

Anne Pollmann
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Un vendedor espera a los clientes en un mercado de Estambul, la capital de Turquía.
Un vendedor espera a los clientes en un mercado de Estambul, la capital de Turquía.

Reuters

  • Los ciudadanos turcos llevan años sufriendo unos niveles de inflación extremadamente elevados. En diciembre fue del 65%.
  • Los alimentos, en particular, se encarecen rápidamente. La mantequilla, los alimentos infantiles y la pasta de dientes se están convirtiendo en muchos casos en artículos de lujo para la gente.

En Turquía, quien se queja de la inflación que existe en países como Alemania recibe como respuesta una sonrisa de hastío. La inflación en Turquía se situó en diciembre justo por debajo del 65%, en una tendencia que lleva asediando los bolsillos turcos desde hace años. Los alimentos se están convirtiendo en un lujo, hasta el punto de que la gobernadora del banco central de Turquía parece que ya no puede encontrar un piso asequible en Estambul.

Cuando Sabri Yavuz, un vendedor de un mercado de abastos, sale por la mañana a vender col blanca y limones, ya sabe que por la tarde volverá a casa con muy poco dinero. "No llegamos a fin de mes", dice este hombre de 45 años. En la mesa frente a él tiene las coles que vende en un mercado de Estambul. El padre de familia dice que la gente no compra nada y que muchos se quejan de los precios. La tasa de inflación en Turquía alcanzó recientemente la friolera del 65% interanual y es probable que siga subiendo en los próximos meses. Esto está llevando a la gente de clase media y baja a crisis existenciales. 

La razón de la elevada inflación es la política económica que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha impulsado en el pasado: tipos de interés bajos a toda costa. La inflación se disparó y superó el 85% en octubre de 2021. Erdogan esperó hasta después de las elecciones de mayo de 2023 para iniciar un cambio de rumbo que consistió en modificar la cúpula del banco central y del Ministerio de Finanzas. La nueva dirección elevó los tipos de interés, que ahora se sitúan en el 42,40%. Pero todavía queda mucho para frenar la inflación. 

La situación económica es mucho más apretada y eso es evidente en los supermercados, donde la mantequilla, la pasta de dientes, el aceite de oliva y los alimentos infantiles están disparados de precio. El año pasado, el diseñador Mahir Akkoyun creó una pegatina para expresar su disgusto por las subidas de precios. "¿Este producto es demasiado caro? Gracias a Erdogan", escribió en ella, con una foto del presidente turco al lado.

Akkoyun fue detenido y acusado, aunque le absolvieron en el juicio posterior. 

A medida que suben los costes, las empresas se ven obligadas a subir los precios o a ajustar los márgenes escatimando en ingredientes.

Inflación en Turquía: mantequilla con precios imposibles y alquileres por las nubes

La vivienda, en particular, se ha vuelto inasequible para muchas personas. En noviembre de 2023, los alquileres eran de media un 86,5% más altos que el año anterior, una subida mayor que en ningún otro país de la OCDE. Dado que los aumentos de alquiler están limitados legalmente al 25%, muchos propietarios están intentando desahuciar por todos los medios a sus inquilinos. Al parecer, los tribunales civiles están inundados por una avalancha de demandas de desahucio.

La gobernadora del banco central, Hafize Gaye Erkan, también se quejó de la crisis inmobiliaria en una entrevista que levantó mucho revuelo dentro y fuera del país. Contó que no había podido encontrar ninguna vivienda asequible en Estambul, por lo que había vuelto a vivir con su madre. Al parecer, la jefa del banco central gana unos 5.000 euros al mes y su reacción fue recibida con incomprensión por parte de los ciudadanos turcos con menores ingresos.

Erol Günes vende bolsos en un mercadillo seis días a la semana. "Pertenecemos a la clase más baja de Turquía. Nos va mal, a los ricos les va bien. Pero nadie se atreve a decirlo. Quien lo dice está en la cárcel dos minutos después", dice este kurdo de 50 años y padre de dos hijos. Intenta llegar a fin de mes con diez tarjetas de crédito en la cartera. Hasta ahora debe 200.000 liras (unos 6.000 euros). Todo el mundo está haciendo lo mismo.

A finales de diciembre, las deudas llevaron a un hombre de 42 años, padre de cuatro hijos, a arrojarse desde el tercer piso de un centro comercial de Estambul al vestíbulo. Aferrado al parapeto, gritó: "Tengo hambre, mis hijos tienen hambre, estoy endeudado". El hombre sobrevivió, pero está gravemente herido. 

"La inflación está destruyendo la clase media y llevando a la gente al extremo. Los ricos se hacen más ricos, los pobres más pobres", afirma el economista Seref Oguz. En las encuestas a pie de calle, la gente cuenta que se acuesta con hambre y que tiene que volver a trabajar cuando tiene más de 70 años porque la pensión no le alcanza para sobrevivir. El salario mínimo, que según el gobierno percibe el 37% de la población, se elevó a 17.002 liras (518 euros). Los sindicatos han criticado esta medida por considerarla demasiado baja. Según la organización de trabajadores Türk-Is, el umbral de pobreza en diciembre era de 47.000 liras (unos 1.433 euros).

El economista Oguz no cree en la previsión del Gobierno de que la inflación bajará al 34% a finales de año, y no cree que tenga el aguante necesario para combatir la escalada de precios. "Para reducirla a largo plazo, hay que mantener estrictamente la política económica ortodoxa. Al mismo tiempo, el Gobierno también debe abandonar su retórica populista y se debe seguir una clara senda de austeridad en el gasto público".

El año pasado, el Gobierno de Erdogan entregó repetidamente miles de millones en forma de dádivas electorales. Los analistas anticipan que también rebuscará en sus bolsillos de cara a las elecciones locales nacionales del 31 de marzo para ganar, por ejemplo, en la ciudad de Estambul, el municipio más poblado del país. 

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