Volé en clase 'business' por primera vez: me costó 6.000 dólares y fue el mejor vuelo de mi vida, pero no volvería a hacerlo por 5 razones

La autora en su asiento de clase preferente en un vuelo de larga distancia de Air New Zealand.
La autora en su asiento de clase preferente en un vuelo de larga distancia de Air New Zealand.Monica Humphries/Insider
  • Tomé un vuelo de 12 horas en clase business de Los Ángeles a Auckland (Nueva Zelanda).
  • Los asientos de clase preferente de Air New Zealand en esta ruta suelen costar unos 6.000 dólares (5.600 euros al cambio actual).
  • Fue el vuelo más lujoso de mi vida, pero no puedo justificar pagar tanto en el futuro.

Minutos después de acomodarme en la clase business de un vuelo de Air New Zealand, me di cuenta de que este viaje en avión iba a ser diferente a cualquier otro vuelo que hubiera hecho.

Una copa de vino espumoso en el asiento de clase preferente de la autora.
Una copa de vino espumoso en el asiento de clase preferente de la autora.Monica Humphries/Insider

Antes incluso de encontrar el asiento 1A en el Boeing 787-9, ya me trataban como a una reina. 

Una azafata me servía una copa de vino espumoso y otra me ayudaba a subir mi equipaje de mano a los compartimentos superiores. Una tercera se detuvo poco después para presentarse y darme la bienvenida a bordo del vuelo de Air New Zealand de Los Ángeles a Auckland (Nueva Zelanda)

Si esos primeros minutos en mi primer vuelo en clase business eran un indicador del resto de mi viaje, sabía que me esperaba un vuelo glamuroso

Aprecié cada sorbo de burbujas, ya que sentarse en clase preferente era una experiencia de lujo poco común. Y es poco probable que vuelva a tenerla pronto.

Tras la cena, los auxiliares de vuelo se detuvieron en cada asiento para convertirlo en cama.
Tras la cena, los auxiliares de vuelo se detuvieron en cada asiento para convertirlo en cama.Monica Humphries/Insider

Mientras me acomodaba en mi asiento reclinable, fui plenamente consciente de que así es como viaja una pequeña parte de la población mundial. 

Los pasajeros de clase preferente que me rodeaban probablemente habían desembolsado unos 6.000 dólares (5.600 euros) por su billete de ida, ya que, según la web de Air New Zealand, es lo que suelen costar los billetes de ida en clase preferente de Los Ángeles a Auckland. Los billetes de ida y vuelta suelen rondar los 10.000 dólares (9.300 euros). 

Aunque algunas personas pueden permitírselo, yo no soy una de ellas.

Volaba en clase preferente porque había recibido una tarifa de prensa para el viaje y viajaba a Nueva Zelanda para cubrir las cabinas rediseñadas de la aerolínea. Antes de este vuelo, nunca había gastado más de 1.400 dólares (1.300 euros) en un billete de avión, y la mayoría de mis vacaciones consisten en acampadas gratuitas y noches en una tienda de campaña de 20 dólares (18,7 euros) que compré en Facebook Marketplace. 

Por ello, sabía que nunca se convertiría en una rutina para mí. Y al final del vuelo de 12 horas, aunque estaba descansada y relajada, también estaba convencida de que no hay viaje en avión en la Tierra que valga ese dinero.

Se cumplieron todas las expectativas de la clase business, pero en última instancia nunca desembolsaría 10.000 dólares por un billete de ida y vuelta. No es que el avión vaya a llegar más rápido que si estuviera sentada en clase turista.

El primer plato de la autora en su vuelo de Air New Zealand.
El primer plato de la autora en su vuelo de Air New Zealand.Monica Humphries/Insider

Cada parte del vuelo de 12 horas estuvo llena de lujo.

Me dieron una toalla caliente antes de una cena de 3 platos. Los auxiliares de vuelo convirtieron mi asiento en una cama reclinable. Dormí mejor que en ningún otro vuelo y me desperté con un batido de frutas y café caliente.

Pero incluso con todas esas ventajas, era difícil ignorar el hecho de que el vuelo duraba las mismas 12 horas que en clase turista. 

Gasté mis millas para volar en la lujosa clase 'business' de Emirates: disfruté de una comida de varios platos, me relajé en el bar a bordo y aprendí que la mejora de asiento merece la pena

Ninguna cantidad de vino podía distraerme del hecho de que seguía confinada en un espacio reducido, y ningún número de artículos de aseo gratuitos podía hacerme ignorar el hecho de que estaba a punto de sufrir jet lag

Y me iba a sentir apretada y con jet lag tanto si me sentaba en la parte delantera como en la trasera del avión durante 12 horas. Como en todos los vuelos en los que he estado, estaba ansiosa por bajarme del avión en cuanto aterrizara. 

Ahora bien, si mi billete de clase preferente viniera con una velocidad turbo que me transportara a Nueva Zelanda en menos horas de las que tardaría en llegar sentada en clase turista, quizá me pensaría 2 veces el coste. 

Por el mismo precio que un vuelo de ida y vuelta, en teoría, podría haber pagado otras 3 semanas en Nueva Zelanda, haber cubierto meses de alquiler o haber pagado la entrada de un coche nuevo.

La autora de 'Business Insider' hizo puenting en Nueva Zelanda.
La autora de 'Business Insider' hizo puenting en Nueva Zelanda.Monica Humphries/Insider

Cuando se trata de viajar, suelo estar dispuesta a sacrificar la comodidad por la experiencia. Por ejemplo, prefiero pagar para hacer paracaidismo o puenting que para alojarme en un hotel de 5 estrellas.

Y 10.000 dólares pueden financiar muchas experiencias vitales. Con el coste de mi asiento en clase business en la misma ruta podría comprarme otras vacaciones, pagar varios meses de alquiler o utilizarlo como pago inicial de un coche nuevo. 

También podría repetir mi viaje de 21 días a Nueva Zelanda y Australia por menos de lo que cuesta un billete de ida y vuelta a Nueva Zelanda. Mi aventura de 3 semanas me costó unos 9.000 dólares (8.400 euros). 

Aunque me encantó la experiencia en clase preferente, la cambiaría sin dudarlo por volver a bucear en la Gran Barrera de Coral, alojarme en más casitas mágicas y seguir explorando estos 2 países épicos. 

El vuelo también me enseñó que no estoy de acuerdo con el lema: "Lo importante es el viaje, no el destino". Para mí, los vuelos consisten en llegar del punto A al punto B.

La autora en su asiento de clase preferente en un vuelo de larga distancia de Air New Zealand.
La autora en su asiento de clase preferente en un vuelo de larga distancia de Air New Zealand.Monica Humphries/Insider

Probablemente he repetido la frase docenas de veces. Y hasta cierto punto, me atengo al concepto de que la vida a menudo consiste en el viaje. 

Me he embarcado en un montón de viajes por carretera en los que los mejores recuerdos ocurrieron en el asiento del pasajero del coche, no en los destinos a los que nos dirigíamos. 

Pero cuando pienso en los mejores momentos de todos los viajes que he hecho, los viajes en avión nunca destacan.

Creo que eso se debe a que toda la experiencia, independientemente del tipo de cabina, sigue presentando desafíos. Entre los posibles retrasos, la sequedad del aire, la presión de la cabina, el espacio limitado y el posible desfase horario, nunca he tenido muchas ganas de subirme a un avión.

 

Admito que me encanta el subidón cuando el avión despega. Y cada vez que estoy en el aire, saboreo las vistas y las conversaciones con desconocidos.

Pero la emoción que siento en los aviones tiene que ver más con el lugar al que voy. No se trata de estar apretado en un avión. Y, en última instancia, no es el tipo de experiencia en la que quiero invertir una gran suma de dinero.

Nunca me había planteado el coste medioambiental de ir en clase business.

La cabina de clase ‘business' del Boeing 787 Dreamliner de Air New Zealand.
La cabina de clase ‘business' del Boeing 787 Dreamliner de Air New Zealand.Monica Humphries/Insider

Antes de mi viaje, sabía que volar era una de las opciones de transporte más contaminantes. La aviación representa alrededor del 2% de las emisiones mundiales de carbono y el 80% de la huella de carbono de unas vacaciones procede del vuelo, según National Geographic.

Pero 2 meses después de mi vuelo en clase preferente, estuve charlando con expertos en sostenibilidad sobre cómo hacer que los viajes y las vacaciones sean más sostenibles, y me señalaron que si tienes que coger un vuelo, es más responsable sentarse en clase turista

Esto se debe a que un asiento de clase preferente ocupa mucho más espacio en un avión. Esto significa que caben menos pasajeros en el avión y, por tanto, la huella de carbono es mayor.

Por ejemplo, en una fila de asientos de clase preferente del Boeing 787-9 de Air New Zealand caben 3 personas. Mientras tanto, en una fila de clase turista del mismo avión caben 9 pasajeros. Esas 9 personas tienen una huella de carbono personal mucho menor que las 3 sentadas en clase preferente. 

Como antes de este viaje nunca había tenido la oportunidad de sentarme en clase turista premium, y mucho menos en clase business, no me había planteado las diferentes huellas de carbono que cada clase de cabina deja en los aviones.

Este año estoy buscando formas más sostenibles de viajar. Aunque los trenes están en mi radar, también estoy pensando en sentarme en clase turista en futuros vuelos para poner de mi parte cuando vuele.

Tengo el privilegio de poder sentarme en clase turista como persona sin discapacidad, y pienso seguir haciéndolo el mayor tiempo posible.

La autora en un asiento de clase turista.
La autora en un asiento de clase turista.Monica Humphries/Insider

Soy joven y estoy sana. Y aunque sentarse en clase turista nunca es una delicia, sobre todo en vuelos de larga distancia, tengo la suerte de poder hacerlo. Los aviones no están diseñados para todo el mundo.

Como informa BuzzFeed, volar como pasajero de talla grande está estigmatizado y es un reto. Algunas aerolíneas, como Southwest, tuvieron en su momento políticas de "clientes de talla grande", según las cuales los pasajeros "que no pueden bajar ambos reposabrazos al sentarse deben reservar otro asiento debido a las quejas" que la aerolínea había "recibido de clientes cuya comodidad se ha visto arruinada por la 'invasión de un compañero de asiento de talla grande'".

Y como informó Business Insider, una pasajera de Qatar Airways aseguró que se le denegó el embarque y se le pidió que comprara un billete de primera clase debido a su tamaño. 

Pero no sólo los pasajeros de talla grande tienen problemas para volar. Los aviones no suelen ser una experiencia cómoda para muchas personas con discapacidad. Rebekah Taussig, usuaria de silla de ruedas, escribió para Time que "volar siempre me ha parecido desalentador". Y una encuesta de Disability Horizons informaba de que el 43% de los usuarios de silla de ruedas encuestados que han intentado volar ahora lo evitan. 

Volar –especialmente en clase turista– no es algo que todo el mundo tenga el privilegio de hacer. Yo tengo la suerte de poder acomodarme y relajarme en un asiento económico en un vuelo de larga distancia. Para mí, desear el lujo de un asiento de clase preferente no parece necesario. 

En definitiva, estoy en un momento de mi vida en el que el dinero y cada día del viaje me importan. Por ahora, no pagaré por un asiento en clase business.

La autora de ‘Business Insider' delante del domo geodésico en el que pasó una noche durante su viaje a Nueva Zelanda.
La autora de ‘Business Insider' delante del domo geodésico en el que pasó una noche durante su viaje a Nueva Zelanda.Monica Humphries/Insider

Hay algunas circunstancias en las que me plantearía derrochar en un billete de clase turista, como un monumental viaje de cumpleaños o una luna de miel.

Pero no puedo imaginarme un caso en el que pagaría 10.000 dólares por un vuelo regular de larga distancia en clase business.

Desde el peaje medioambiental hasta el tiempo extra en el destino, prefiero emplear ese dinero en otra cosa, y pienso viajar en clase turista en todos mis futuros vuelos.

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