Los científicos avisan: sus modelos de predicción sobre el cambio climático subestiman los eventos extremos

Alberto Iglesias Fraga
La crisis: Cambio climático y el futuro de la Humanidad sin combustibles fósiles
David J. Phillip/AP
  • Según una investigación internacional, estamos infravalorando los impactos potenciales del cambio climático en importantes sectores como la agricultura, la vegetación terrestre y la mortalidad humana causada por las olas de calor.
  • La causa está en que los modelos actuales que examinan el impacto climático por sectores tienen demasiada variabilidad a la hora de reflejar los efectos de las condiciones climáticas extremas.
  • Los científicos han demostrado que los datos de impacto documentados de una ola de calor no necesariamente coinciden con los datos que se obtienen en las proyecciones de los modelos sectoriales.

Aunque a Donald Trump y al primo de Rajoy les cueste admitir la existencia del cambio climático, a prácticamente ningún experto de la comunidad científica se le escapa el preocupante calentamiento global que está experimentando nuestro planeta en los últimos años. Ni, tampoco, la tendencia alcista en las temperaturas y los nefastos efectos que ello puede acarrear tanto al Medio Ambiente como a nuestra propia forma de entender la sociedad en que vivimos.

Sin embargo, y al contrario de lo que puedan pensar los negacionistas de este fenómeno, no estamos sobrevalorando estas consecuencias para crear alarma... más bien todo lo contrario. Y es que, de acuerdo a un estudio publicado en la revista Nature Communications, la mayoría de los modelos sobre cambio climático usados para proyectar escenarios futuros subestiman la gravedad de este problema.

En el trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de Postdam (Alemania) y en el que han participado también científicos del CSIC español, se expone claramente cómo estamos infravalorando los impactos potenciales del cambio climático en importantes sectores como la agricultura, la vegetación terrestre y la mortalidad humana causada por las olas de calor. 

Para ello, los expertos han evaluado, sistemáticamente y por vez primera, cómo los modelos actuales que examinan el impacto climático por sectores son capaces de reflejar los efectos de las condiciones climáticas extremas. En ese sentido, han tomado como caso de estudio la ola de calor y sequía ocurrida en Europa en 2003, el evento climático más extremo de los observados hasta la fecha, el cual afectó de forma intensa al este y centro de Europa y sus consecuencias están bien documentadas.

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“En verano de 2003, se registraron temperaturas anormalmente altas, especialmente durante junio y agosto, que afectaron a amplias zonas del centro y el oeste de Europa. La temperatura media en Europa subió 2°C, llegando a ser 5°C por encima de la media a nivel regional”, detalla Marta Coll, investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar, en Barcelona. Esta ola de calor vino, además, acompañada de graves sequías debido a la escasez de lluvias, lo que aumentó su intensidad.

Los resultados muestran que los datos de impacto documentados de la ola de calor no necesariamente coinciden con los impactos que se obtienen en las proyecciones de los modelos sectoriales. “La mayoría de estos modelos sectoriales modelos subestiman la gravedad de los impactos en importantes sectores como la agricultura, la vegetación terrestre y la mortalidad humana. Otros modelos sobreestiman los efectos sobre los recursos hídricos y la energía hidroeléctrica en algunas cuencas. Además, existe una gran variabilidad entre los modelos de impacto climático”, agrega Coll.

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Según la investigadora, estos resultados se observan también en los ecosistemas marinos. En este caso, la literatura, los datos y los modelos parecen coincidir en que el evento extremo de 2003 afectó a los parámetros físicos del océano, así como a la producción primaria, pero la señal no se propagó hacia los niveles tróficos superiores a gran escala de forma inmediata. Esto podría ser también porque el evento fue demasiado breve o demasiado débil como para causar un cambio significativo en los niveles tróficos superiores.

Las diferencias entre lo observado y lo proyectado por los modelos tiene implicaciones para las evaluaciones económicas basadas en estas proyecciones. Significa, también, que los riesgos a los que se enfrentará la sociedad por futuros eventos climáticos extremos podrían ser mayores de lo que se había pensado hasta ahora.

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