Netflix demuestra una gran fortaleza en sectores en los que otras muchas compañías se están encontrando con cierta fatiga: la franquicia de 'El Juego del calamar' es el último ejemplo de ello

El juego del calamar: el desafío

Netflix

  • A pesar de la ausencia de lo macabro, gran atractivo de la serie, 'El juego del calamar: el desafío' ha sido todo un éxito y ya se ha anunciado una segunda edición, prueba de la salud de hierro de la franquicia.
  • Mientras algunos gigantes del entretenimiento se han topado con cierta fatiga de los espectadores en lo que se refiere a las franquicias, Netflix sigue sacando réditos, diversificando su producto al mismo tiempo que respeta la esencia del programa original.

1.650 millones de horas vistas en el primer mes. La serie más vista en toda la historia de la compañía. Seis Emmys. Un Globo de Oro para su actor protagonista, O Yeung-Su. Todo lo que ha tocado la franquicia de El juego del calamar se ha convertido en oro. 

La segunda temporada no se estrenará hasta el año que viene, pero Netflix ha conseguido volver a colar en el imaginario popular los juegos infantiles, los monos rojos y verdes y la feroz competición para conseguir un premio multimillonario. En El juego del calamar: el desafío, los participantes son personas corrientes que concursan en una versión no mortal de los célebres juegos. 

La ausencia de lo macabro, gran atractivo de la serie, no parece haber hecho mella en su popularidad. El concurso ha sido un éxito y ya se ha anunciado una segunda edición. La salud de la franquicia de El juego del calamar parece de hierro. 

El origen del fenómeno 

El Juego del calamar se estrenó sin ambiciosas campañas de marketing. La serie formaba parte del plan de desarrollo de Netflix en Corea del Sur, con el objetivo de aumentar su base de clientes. Nadie esperaba que fuese a trascender las barreras idiomáticas y culturales y popularizarse tan rápidamente en Occidente como lo hizo. El auge del K-drama sin duda contribuyó a darle más circulación, pero la especial coyuntura que se encontró el estreno le dio el espaldarazo definitivo. La historia tenía un género perfecto para un espectador hastiado por la pandemia y agobiado por la crisis económica.   

Las cifras de visionado fueron tan solo una parte del éxito. Lo que marcó la diferencia fue cómo esa fascinación por la serie se tradujo en otras actividades: mucha conversación social (fue el programa más comentado en Twitter ese año a pesar de haberse estrenado en septiembre), masivas cifras de seguidores de los protagonistas en redes, zapatillas Vans blancas agotadas… 

Que un programa en habla no inglesa de un género de nicho fuese capaz de seducir al espectador occidental de contenidos generalistas le dio a Netflix pistas valiosas sobre el camino a seguir para expandir este lucrativo universo.

La expansión de la propiedad 

En El juego del calamar: el desafío, se han introducido cambios fundamentales. Además del género, el programa se ha occidentalizado gracias al uso del inglés como idioma vehicular. Para los defensores acérrimos de la ficción coreana, el concurso ha renunciado al principal activo de la serie: la acérrima crítica al sistema capitalista. 

El foco aquí está en otra parte: el puro entretenimiento de la competición. 

El programa se colocó en cabeza de la lista de las series de televisión en inglés más vistas en la plataforma durante las semanas del 20 y 27 de noviembre. También alcanzó el Top 10 en 93 países. No ha extrañado a nadie que Netflix anunciase su renovación el mismo día que llegaba a la plataforma el capítulo final del programa. 

"No ha habido ninguna luz roja en nuestra decisión de dar luz verde a la temporada dos de El juego del calamar: el desafío, el programa sin guion más ambicioso que hemos estrenado en Netflix", aseguraba Brandon Riegg, vicepresidente de series de no ficción de Netflix. 

Que el éxito haya llegado a pesar del cambio de registro es fundamental ya que otorga al programa una solidez indiscutible. Demuestra que se puede ser flexible con la historia mientras el imaginario se mantenga intacto. Y la cosa no se ha quedado ahí. Netflix también ha creado una experiencia inmersiva en el que por 30 dólares el fan puede darse un paseo por un espacio con la famosa iconografía de la serie. Incluso se ofertan pases VIPS, por un precio de 100 dólares, en el que te conviertes en uno de los mecenas de la competición. Y, por supuesto, in situ se puede adquirir toda la parafernalia relacionada con la serie. 

Netflix está demostrando una gran fortaleza en sectores como las franquicias, en los que otras muchas compañías están encontrando cierta fatiga, incluso con propiedades consolidadas como Marvel, DC o Harry Potter. En este sentido la estrategia de El juego del calamar: el desafío se ha interpretado de forma muy positiva. 

Netflix ha decidido no sobreexplotar el mismo producto, sino diversificarlo, respetando la esencia del programa. Esto está muy en la línea de lo que explicaba Bela Bajaria al hilo de la estrategia de la compañía con las propiedades intelectuales. “Diría que, en general, cuando tienes una propiedad intelectual, si la exprimes demasiado, corres el peligro de diluirla. El aspecto que tenemos en cuenta es ¿estamos siendo fieles al ADN del programa?”.

Netflix es de las pocas plataformas que parece decidida a preservar la integridad y exclusividad de su catálogo. Sus originales todavía no han ido a parar al mercado de licencias, de ahí el gran valor que posee para ellos propiedades intelectuales particularmente sólidas que solo se puedan ver en su servicio. Teniendo en cuenta que ahora, además, comparten espacio con contenido de prestigio licenciado de terceros, la oferta de Netflix no hace sino mejorar por momentos. 

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