Desmintiendo hábitos cotidianos: hacer la cama podría ser perjudicial para la salud, según la ciencia

Una de las tareas más tediosas probablemente sea la de hacer la cama cada mañana. 

Desde niños, nuestros padres y madres insisten en la importancia de dejar la cama hecha nada más levantarte, ya que según la creencia popular, esto ayuda a empezar el día de una forma más organizada.

Sin embargo, la ciencia ha demostrado que hacer la cama podría ser incluso perjudicial para la salud, según informa El Confidencial, por lo que ahora tienes excusa para rebatirle el argumento a tu madre.

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Concretamente, se basa en un estudio de la Universidad de Kingston publicado en el medioThe Independent, que relaciona una cama bien hecha, con sus sábanas y edredones bien colocados con una mayor incidencia de asma o alergias.

¿Los motivos? Al taparla se tienden a acumular los ácaros del polvo, unos insectos que tienden a reproducirse y vivir en lugares húmedos como tus sábanas, debido al sudor que desprendes por las noches, mientras duermes.

Para que te hagas una idea, tu cama puede llegar a acumular hasta 1,5 millones de estos bichos por culpa de la humedad.

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Además, se alimentan de la piel muerta de las personas que se quedan en la cama, por lo que el doctor Stephen Pretlove, principal autor del estudio, establece que no hacer la cama podría disminuir los casos de asma.

Con la cama deshecha, estos insectos quedarían totalmente expuestos a la luz y a un entorno seco, condiciones nada favorables para su proliferación.

Además, si este no te parece un argumento suficiente, no hacer la cama también tiene otros muchos beneficios, como un posible aumento de la creatividad. No es la primera vez que algunos estudios relacionan el desorden con una mayor capacidad para solucionar problemas y para fomentar la creatividad.

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Piensa que también ahorrarás tiempo de tu vida diaria, ya que realizar esta tarea puede llevarte aproximadamente unos 5 minutos, lo que se traduce en un día y 6 horas al año, un tiempo que podrías aprovechar haciendo otras cosas.

Pero la clave es centrarse en su temperatura. Un estudio publicado en Simplemost establece que si duermes en una habitación cuya temperatura gire en torno a los 18 o 22 grados, el cuerpo tiende a quemar calorías en vez de almacenarlas, lo que podría contribuir a reducir el riesgo de sufrir enfermedades como la diabetes.

Además, una temperatura agradable hace que sea más fácil coger el sueño y combatir el insomnio, gracias al aumento de liberación de la hormona natural llamada melatonina, más conocida como “hormona de la noche”, según sostiene una investigación de la National Sleep Foundation.

En cualquier caso, no todo el mundo tiene esa capacidad para dejar la cama sin hacer, por lo que si te puede este hábito, tápala pasadas unas horas para que se airee.